lunes, 17 de mayo de 2010

Hogar inalcanzable.


Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).

Por Aimée Cabrera.

El albergue de familias sin casa que se encuentra en la calle Hornos entre 25 y Príncipe es conocido aún por el nombre de La Diana que era como se llamaba antes cuando sus carcomidas habitaciones eran rentadas por parejas necesitadas de tener privacidad durante unas horas.

Acostumbrados dirigentes y subalternos, privilegiados y afectados a pronunciar o a escuchar la prosopopeya y la verborrea interminable, que al final no muestra nada de lo que promete, miles de familias pierden sus hogares que pueden haber sido desde una casa, un apartamento, hasta un cuarto de una casa de vecindad o solar, que es como se le llaman a estos caserones divididos en cuartuchos donde viven hacinadas las familias humildes y desafortunadas.

La Diana luce despintada y sus balcones enseñan grietas de filtraciones. Las mujeres no se cansan de tender más ropas de las que exige el espacio mientras echan un poco de agua con detergente, quizás el que usaron para lavar, y no detienen su faena, aunque vayan pasando las personas por la estrecha acera o la callecita rota que nunca deja de estar animada.

Allí viven familias que llevan años con los muebles más grandes guardados en otras casas, sin condiciones para bañarse, cocinar, y con la armonía familiar tan desvencijada como el techo que a modo de limosna, le dieron a escoger. “Si tuviera para donde irme con los muchachos (hijos), no lo pensaba dos veces”- dice con voz queda una madre joven albergada, que lleva una olla de presión para cocinar en casa de una vecina.

En fecha reciente fue aprobada la Resolución No 40 del Instituto Nacional de la Vivienda, la cual tiene fecha de emisión 17 de febrero de 2010 y puede ser consultada en el sitio Web de la Gaceta Oficial: www. Gacetaoficial.cu. Aunque la periodista Marianela Martín no comunica cómo puede la población adquirir por escrito este importante documento, si bien un gran porciento de los cubanos no tiene prohibido el acceso a Internet, o tiene que pagar cinco CUC por una tarjeta para después en la misma moneda convertible pagar la impresión de la Ley, de donde se deduce que quienes pueden hacer estos trámites no necesitan casa.

Explica Martín que dicha Ley 40 faculta a las entidades inversionistas afines para otorgar solicitudes de licencias de construcción para obras que van desde ampliaciones, remodelaciones, obras nuevas, entre otras sin exigir la titularidad del terreno o derecho de uso de azotea, y el titular sólo queda obligado al cumplimiento a todos los requisitos previstos, comprando los materiales en locales pertenecientes al Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) autorizados a las ventas liberadas de materiales de la construcción.

Esta disposición queda respaldada por La Resolución 392 del Ministerio de Finanzas y Precios de diciembre de 2009, que modifica los precios de dichos materiales con vistas a disminuir sus precios de venta actuales en CUC, incentivando así las actividades de tipo constructivas por esfuerzo propio.

“Prefiero ir trabajando en mi casa poco a poco y que la misma familia o algún vecino o amigo de confianza me ayude, porque cuando son trabajadores de la construcción te roban y para contratar a alguien hay que tener un dinero que no lo tengo”- argumenta un hombre que vive en la periferia quien mantiene su vieja casa lo más remodelada posible para que pueda soportar las inclemencias del cima durante la temporada ciclónica.

No se otorgarán licencias para construir piscinas o ampliaciones de las viviendas con fines comerciales y arrendamiento, ni en azoteas pertenecientes a locales estatales. El mecanismo de control territorial estará al tanto de que se cumplan las funciones asignadas en la Resolución 11 del 2006, la cual regula la ocupación de terrenos, por lo que será obligatorio, consultar a Planificación Física quien hará otorga la anuencia del uso del terreno para la futura construcción.

En el reportaje publicado el domingo 9 de mayo se incluye una entrevista a la vicepresidenta primera del Instituto Nacional de la Vivienda, Oris Fernández, y a la directora de Planificación Física de Ciudad de La Habana, Marlene Ochoa. Ambas responden dudas y cuestionamientos que la reportera considera importantes para los lectores, pero se detectan ciertas irregularidades e imprecisiones en un tema tan candente como éste para la mayoría de los ciudadanos residentes en la Isla.

Las distintas entidades del Instituto de la Vivienda son conocidas por su gran burocracia acompañada del Síndrome del “NO” o el de “La Indolencia” para descontrolar aún más a los afectados que, en caso de poder hacerlo se someten al chantaje del soborno, con tarifas ya preestablecidas que encarecen todo el proceso constructivo de quienes no han tenido nunca el apoyo del gobierno de su municipalidad o provincia, para lograr con su esfuerzo, al menos, el debido mantenimiento de sus viviendas.

Queda sólo esperar para ver cuánto de sincero y practicidad hay en todos estos razonamientos que pueden aparecer por escrito, pero que conocemos que han sido uno de “los talones de Aquiles” de la democracia socialista cubana que por un lado da, y por otro quita, en su afán de controlar el dinero y la prosperidad de la población; manteniendo tantas y tantas familias sin casa desde hace ya varios años debido al paso de huracanes, fuertes lluvias , y el casi nulo mantenimiento sistemático de los inmuebles durante más de cuatro décadas.

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