miércoles, 14 de mayo de 2014

Cómo pasar el tiempo libre

Aimée Cabrera
turismo-aimeeCuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) Las alternativas recreacionales merman en la mal llamada "Capital de todos los cubanos" debido a los precios tan altos de las ofertas, en ambas monedas, y a otras situaciones críticas, entre las que se destaca el transporte urbano.
Los puntos más céntricos de La Habana muestran en las tardes sabatinas y dominicales a grupos de niños y adolescentes que caminan desorientados o tienen como única diversión entrar en las discotecas donde se arriesgan a involucrarse en riñas, donde es decisivo para el honor o la vida de los contendientes portar armas blancas; o sumergirse en el mundo de la droga, con todas sus vilezas.
Otros, más pequeños, deambulan por calles como 23, Rampa arriba o Rampa abajo y, se dedican a entrar en las tiendas de los hoteles para mirar las mercancías de "boutique" y, entre unos pocos, comprar el refrigerio que comparten sin que alcance para todos.
Una zona tan llamativa como La Rampa carece de museos o lugares de interés que se encuentren dentro de las vías que padres con niños o grupos de paseantes caminan sin saber qué hacer. En las grandes urbes, por el contrario, los gobiernos locales ofrecen modalidades como rebajar las entradas a los museos estos días o que la entrada sea gratis.
Las personas, por lo general en grupos familiares, suelen hacer filas en los alrededores de estos sitios que brindan conocimiento desde una óptica atractiva que, se complementa con la profesionalidad de quienes trabajan y cuidan las salas de exhibición.
Retornando a la Habana, en el tramo de la Calle 23 que concluye en el Malecón, solo están los cines Yara y La Rampa y a veces, algunas actividades culturales en el Pabellón Cuba, el cual está subutilizado casi todo el año en que permanece cerrado.
El inmueble que ocupaba el restaurante Moscú y oficinas de varias entidades, antiguo cabaret y casino Montmatre, es como un monumento al sabotaje y a la destrucción pues muestra un deterioro considerable a partir de su colapso tras un siniestro, a comienzos de los años 80 del pasado siglo. Por qué no ha sido demolido si no constituye una atracción turística o recreativa. Su inmensa área pudiera convertirse en un centro cultural de varios pisos donde se complementaran todas las manifestaciones artísticas y aportaran distracción y conocimiento a los cientos de habaneros y visitantes que prefieren esta zona capitalina los fines de semana quizás porque el Malecón es gratis y por ella pasan los ómnibus que se dirigen a casi toda la periferia.
"El cubano siente que paseó y se divirtió cuando puede darse el gusto y gastar a su antojo", comenta una habanera. Y agrega: "¿Quién puede gastar?: ¡Por eso hay tanta violencia en la calle!".
Habría entonces que cambiarle el nombre a la Habana por "la capital de todos los que puedan gastar".
La parte histórica de la ciudad, se convierte en la gran tentación de quienes desean entrar y conocer lugares, hacerse fotos y consumir todo lo que apetezcan. Este es un paseo que muy pocos pueden realizar. La Plaza Vieja, la Calle Obispo, o la de Mercaderes muestran a cientos de personas, pero en realidad el turismo foráneo se mezcla con los cubanos y, el peso fuerte de gastos lo aportan los que vienen de muy lejos a consumir sin preocupación.
Para el cubano de a pié, ese que llega al Casco Histórico porque va en las rutas P5, la 27, o camina un largo tramo; el esparcimiento es sudar y sudar. Caminar por la calle Obispo y buscar con afán las pocas ventas en pesos no convertibles y de estas seleccionar las más baratas, con la mochila con frascos de agua y un trozo de pan, ese que tal vez pudiera haber sido el desayuno del siguiente día.
El gobierno provincial va en busca de un modelo económico que se esconde como fauna en extinción de las posibilidades de prosperidad, armonía y solaz de los que no tienen otra opción que sentar sus esperanzas en emigrar y olvidarse de "la Capital que parece ser solo para todos los extranjeros".
Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es

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