domingo, 14 de septiembre de 2014

Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo cumple 15 años

Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo cumple 15 años


 

La idea de constituir esta organización, que se ha mantenido hasta ahora gracias a donaciones y al esfuerzo propio de sus integrantes, surgió en una reunión de ex prisioneros políticos cubanos para conmemorar el 30 aniversario del cierre del llamado Presidio Modelo en Isla de Pinos, el 24 de marzo de 1967.
La idea de constituir esta organización, que se ha mantenido hasta ahora gracias a donaciones y al esfuerzo propio de sus integrantes, surgió en una reunión de ex prisioneros políticos cubanos para conmemorar el 30 aniversario del cierre del llamado Presidio Modelo en Isla de Pinos, el 24 de marzo de 1967.

NGAMEZTORRES@ELNUEVOHERALD.COM


El Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo cumple este 29 de septiembre 15 años de fundado.
En este período, el Instituto ha organizado múltiples eventos, publicado más de 10 libros y producido ocho documentales donde se recogen, a través de la historia oral, testimonios sobre las distintas prisiones adonde fueron a parar los opositores que se enfrentaron a Fidel Castro a partir de 1959, el desplazamiento forzoso de campesinos del Escambray y otros temas controversiales como la participación de cubanos exiliados en misiones organizadas por la CIA.
La idea de constituir esta organización, que se ha mantenido hasta ahora gracias a donaciones y al esfuerzo propio de sus integrantes, surgió en una reunión de ex prisioneros políticos cubanos para conmemorar el 30 aniversario del cierre del llamado Presidio Modelo en Isla de Pinos, el 24 de marzo de 1967.
“Nosotros consideramos que la cárcel de Isla de Pinos fue cerrada porque el gobierno no nos pudo doblegar”, explicó el director del Instituto, el periodista Pedro Corzo.
“Fundamos el Instituto, no porque no hubiera personas interesadas en recoger la historia, sino porque la historia se estaba exponiendo de una forma muy personal, en memorias o trabajos muy específicos”, señaló Corzo en entrevista con el Nuevo Herald.
El nombre escogido, según Corzo, deja clara la naturaleza de la memoria histórica que desean preservar. “Nosotros no somos imparciales, ni neutrales pero no ajustamos la historia a nuestra conveniencia”, dijo.
Esta memoria es una zona importante de la historia de Cuba que ha sido silenciada o hábilmente maquillada en la isla con un lenguaje ideológico en el que los opositores se convirtieron en “bandidos” y “contrarrevolucionarios”. Del mismo modo, la condición de “revolucionarios” también fue reclamada por grupos opositores como el Movimiento Revolucionario del Pueblo y el Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre.
Pero tras el lenguaje de “mártires” y “revolucionarios” que ambos lados sostienen, hay hechos poco agradables que la mayor parte de los cubanos en la isla desconoce. Es el lado oscuro de la Revolución, aquel que fue sustituido en los libros de historia por una narración lineal en la que el 26 de Julio se convirtió en el movimiento líder de una “vanguardia revolucionaria” integrada también por grupos como el Directorio Revolucionario y que fue apoyada por la totalidad de la población.
Como recogen los testimonios preservados por el Instituto así como las investigaciones realizadas por las profesoras Silvia Pedraza, de la Universidad de Michigan y Lillian Guerra, de la Universidad de la Florida, desde 1959, miembros del Directorio, del Ejército Rebelde y del 26 de Julio se distanciaron del liderazgo de Fidel Castro y comenzaron a conspirar. En el Escambray, campesinos en ambos lados del conflicto sostuvieron una guerra civil que según el escritor Norberto Fuentes, autor de dos libros sobre el tema que fueron censurados en la isla, cobró alrededor de 3,000 vidas en cada bando.
En los libros de historia que circulan en la isla, estos sucesos, descritos en un párrafo, son conocidos como “la limpia del Escambray” o “la guerra contra bandidos”.
“Desde el primer día, los descontentos ya eran descalificados como gusanos; los descontentos, no era que estuvieron equivocados, sino que eran traidores, eran agentes de la CIA”, destaca Corzo, quien añade que el gobierno de Fidel Castro fue muy eficaz en el control de la prensa.
Estos grupos opositores no renunciaron al enfrentamiento militar así como a tácticas previamente empleadas por el Movimiento 26 de julio, como la colocación de bombas en lugares públicos y el sabotaje, que hoy serían consideradas como terrorismo. Pero en 1959, los jóvenes conspiradores, muchos de los cuales eran apenas estudiantes de bachillerato, como Pedro Corzo, consideraban que si así se “tumbó” a Batista, así debían “tumbar” a Castro.
“Eso mismo sucedió con la revolución, ellos fueron quienes nos enseñaron”, recalcó también Enrique Ruano, quien es vicepresidente del Instituto y trabaja en una fábrica durante las noches.
Ruano estuvo preso por siete años y dejó una hija en Cuba a la que nunca ha vuelto a ver. “La gente no ve el precio que uno ha pagado”, comentó.
Para Corzo, el mejor ejemplo de reconciliación con un pasado violento es la labor hecha en Sudáfrica por Nelson Mandela. “Todos debemos reconocer nuestros abusos a los Derechos Humanos, en un acto de construcción colectivo”, opinó.
A partir del estudio de la experiencia de la diáspora judía y el proceso de rescate de la memoria histórica en países latinoamericanos que sufrieron dictaduras militares, Corzo aclara que el rescate de la historia “no debe tener como objetivo la venganza, sino el conocimiento que impida incurrir en la comisión de los excesos que otros cometieron. Debe tener como objetivo una advertencia de lo que puede suceder cuando el hombre pierde la capacidad de respetar la dignidad de otro ser humano”, concluyó.

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