viernes, 24 de octubre de 2014

Dominó contra el alzheimer

Dominó contra el alzheimer

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Clubes de dominó para ancianos jubilados, reglamentados por el INDER aunque sin apoyo de esta institución.
"¡Tenías que haber matado la salida con la falla! ¡Mira ahora como me pasaste!", vocifera un señor a su compañero de juego. Ambos son adultos mayores, al igual que todos los presentes en el club de dominó del barrio.
A estas alturas ya no se sabe a quién se le ocurrió por primera vez la idea, pero ha prendido tanto que en todos los barrios de La Habana hay más de un club.
María pertenece a uno fundado hace más de diez años. "Algunos vecinos hicieron gestiones con el Poder Popular para conseguir el espacio. El local se construyó con dinero de los propios fundadores."  
El de Elsa, que solo tiene un año de creado, consiguió su local gracias a que el delegado de la circunscripción es miembro del club.
El INDER es quien "representa" los clubes de dominó, "aunque no da ni hostia", asegura María. En la práctica, la institución solo autoriza los clubes y les impone las reglas a seguir. "A veces el INDER organiza competencias municipales y nos avisa para que participemos." Hasta aquí llega la intervención del organismo estatal.
Las reglas incluyen, sobre todo, cuestiones de disciplina. Los miembros deben ser jubilados con buena conducta social y deben mantener el ambiente de tranquilidad y camaradería dentro del club. Quien no cumpla las reglas, es expulsado inmediatamente. Aun así, es común escuchar discusiones por asuntos del juego.
Nery tiene un puesto de venta al lado de un club de dominó y comenta: "Los viejitos tienen tremendas malas pulgas. Siempre se están fajando. Yo casi aprendo a jugar nada más de oír las quejas de ellos".
Según Elsa, "es que se toman el juego muy en serio y entonces hay problemas con los que no juegan bien".
En todos los clubes se recoge dinero, entre uno y cinco pesos mensuales, que se usan "para comprar las mesas, las sillas, los juegos de dominó y hacer algunas actividades en fechas importantes".
La mayoría de los miembros son hombres, en algunos clubes no hay ni una mujer. En el club de Elsa, ella es la única mujer de 60 miembros.
"Me respetan. Saben que puedo ganarle a cualquiera de ellos", dice ella.
En el de María hay 70 miembros, siete de ellos mujeres. "Al principio era común escuchar críticas, porque la mayoría piensa que la mujer es un ser inferior en el dominó." Con el tiempo y la práctica, ya se escuchan otro tipo de comentarios: "¿Tú sabes lo que es que me ganen unas mujeres?". Pero incluso esos van desapareciendo, el respeto se impone ante el buen juego.
Cada club tiene una especie de junta directiva. Cuentan con presidente, tesorero y algunos activistas que se encargan de guardar los juegos de dominó y abrir y cerrar la puerta del local.
El juego se organiza de manera que todos tengan oportunidad de entrar a una mesa y, aunque hay parejas fijas, existe flexibilidad a la hora de dar espacio a los que van llegando.
Patricia, enfermera de un consultorio del médico de la familia, considera que los clubes son una gran idea, que deberían existir más. "Si se juega con todas las reglas y la técnica que lleva, el dominó es excelente para prevenir el alzheimer. Necesita concentración, cálculo y buena memoria. Solo falta que se incorporen más abuelas… y que las autoridades locales apoyen más, para que no cueste tanto trabajo conseguir los espacios donde ubicar los clubes."

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