martes, 25 de noviembre de 2014

Techos nuevos, promesas viejas

Techos nuevos, promesas viejas

Las autoridades reconocen 33 889 núcleos familiares sin hogar por diversas causas, para un total de 132 699 personas. Esto significa, que de mantenerse un ritmo de entrega de 2 mil viviendas por año, tardarían 17 años en resolver el problema 

ALBERGADOS
Hay familias que llevan más de 20 años albergados
LA HABANA, Cuba — La prensa oficial  ha publicado un extenso reportaje que aborda el escabroso tema de la vivienda en Cuba. Con el título “Bajo un nuevo techo”, (Granma, viernes 14 de noviembre de 2014), su autor, Yosel E. Martínez Castellanos, informa sobre el proceso de entrega  de “las primeras viviendas ubicadas en 13 grandes asentamientos urbanos de la capital”, a núcleos familiares que llevaban largos años habitando en Comunidades de Tránsito (albergues) y –entre otras consideraciones relacionadas con las entidades inversoras y con los funcionarios, especialistas y obreros que laboran en el proyecto– también aporta cifras, algo inusual en los medios cubanos.
Así trascendió que este programa constructivo, diseñado especialmente para la capital que, con más de dos millones de habitantes acumula los mayores  problemas habitacionales, se inició entre abril y marzo de 2013 con la participación de constructores de ocho provincias del país,  y en ese propio año fueron entregados 746 apartamentos en 75 edificios.
El director del Grupo Empresarial de la Construcción (Gecons), ha declarado que hasta el cierre de julio de 2014 se habían terminado 817 casas, equivalentes a 37 edificios, lo que –unido a todo lo construido desde el inicio del programa arroja un total de más de 1 100 nuevas viviendas, además de las 556 más que deberán terminarse en lo que resta del presente año “muchas de las cuales se encuentran en fase de terminación”.
El ingeniero Everto Estrada Lorenzo, director adjunto de una de las empresas participantes en el proyecto constructivo, declaró que se proponen “mantener los niveles constructivos alcanzados en la actualidad para los próximos años”. Así, en 2015 el estimado de viviendas a entregar es de 1480 por parte del MICONS (Ministerio de la Construcción), aunque el Poder Popular y otros organismos también deben tributar al proyecto, a fin de elevar la cifra a más de dos mil viviendas entregadas, priorizando a las familias que han permanecido por más de 20 años en albergues, seguidas de las que habitan en viviendas en estado muy crítico y, por último, “los casos sociales”, donde se cuentan impedidos físicos y enfermos mentales, entre otros casos.
Más interrogantes que respuestas
Los datos oficiales nunca son lo suficientemente claros, pero el trabajo de Yosel E. Martínez hace gala de una dosis de honestidad poco común en la prensa castrista, al cuestionarse, entre otros aspectos, la poca calidad del acabado de las viviendas “económicas” y al plantear sin ambages el bajo nivel adquisitivo de las familias beneficiadas, que no cuentan con recursos suficientes para asumir lo que quedó pendiente. En estas viviendas se garantizan solo las condiciones mínimas en cuanto a estructura, instalaciones, carpintería e impermeabilización, pero no el acabado de los pisos –que son de cemento (sin losas o mosaicos) –, ni de baños y cocinas, que carecen de azulejado.
Pero incluso, también bajo esas condiciones de “economía” de recursos constructivos ha habido problemas de grietas en paredes, filtraciones, tupiciones, deficiente pulimento del mortero de los pisos, humedad, etc., elementos éstos que se suman a otros males endémicos de las condiciones de vida en Cuba, que atentan contra el funcionamiento óptimo de cualquier programa de esta naturaleza, como son la sustracción de materiales donde existen obras en construcción, la inestabilidad de los suministros de áridos, las roturas de maquinarias, entre otros.
Se afirma que un total de 2 mil núcleos de albergados han sido beneficiados desde el año 2013, aunque “todavía quedan en la ciudad más de 18 núcleos con más de 20 años en albergues”, debido a que “se trata de familias que necesitan apartamentos de tres cuartos”.  Otros 68 núcleos pendientes son “personas que llevan 20 años sin un hogar” (sin especificar si se incluyen en la categoría de albergados o si se trata de damnificados por derrumbes que conviven provisionalmente en casas de familiares).
Las autoridades reconocen 33 889 núcleos sin hogar por diversas causas, para un total de 132 699 personas. Esto significa, entonces, que de mantenerse un ritmo de entrega de 2 mil viviendas por año, tardarían 17 años en resolver el problema de vivienda de esos núcleos, sin contar con que el aumento de núcleos afectados está garantizado en los años venideros debido al deterioro constante del fondo habitacional de la capital, que provoca frecuentes derrumbes.
De todas formas, como es habitual, el artículo de Granma nos dejó más interrogantes que respuestas. Quizás hubiese sido interesante, al menos por una vez, hacer una indagación sobre las opiniones y expectativas de los que aún permanecen albergados, teniendo en cuenta que los ya beneficiados con un habitáculo, pese a los defectos constructivos, al menos han dejado atrás la penosa “provisionalidad”  de vivir por años en un albergue estatal. Es decir, se mantiene el viejo estilo de ocultar el peor rostro del problema.
Sobre todo teniendo en cuenta que en Cuba abundan las promesas, pero escasea todo lo demás. Y seguramente muchos de esos núcleos pendientes de recibir su nuevo techo ya vivían en albergues cuando el defenestrado Carlos Lage prometió la construcción de aquellas fabulosas 100 mil viviendas anuales en todo el país. La promesa de hoy para los  capitalinos sin hogar es la brevísima espera de 17 años… Parece que “ahora sí” estamos mejorando.

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