domingo, 24 de abril de 2016

¿Por qué un partido único?

FERNANDO DÁMASO | La Habana | 23 Abr 2016 - 9:46 am. | 0

El tema del partido único y de su necesidad para mantener la soberanía y la independencia es cuanto menos polémico y cuestionable. Una vez más ha sido ratificado en el recién terminado VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, considerado "histórico" por sus organizadores, tal vez no por su importancia, sino por la cantidad de "históricos" ratificados en sus cargos.
En la mayoría de los países, con pocas excepciones —China, Vietnam, Corea del Norte, Cuba…—, prácticamente no existen partidos únicos, sino dos, tres, cuatro y muchos más, representativos de las diferentes corrientes de pensamiento. Por lo regular, al menos dos partidos acaparan las preferencias de los ciudadanos y constituyen los principales y más votados. Esto no significa que los restantes carezcan de importancia, sino solo que tienen menos aceptación.
En Brasil el principal es el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, seguido por el Partido de los Trabajadores; en España lo son el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, ahora seguidos por Podemos y Ciudadanos; y en Estados Unidos el Partido Demócrata y el Partido Republicano, aunque también existe el Partido Comunista, pero muy pocos votan por él. Hasta en la extinta Unión Soviética y otros países socialistas, para dar una imagen de pluralismo, existía más de un partido, solo que eran simples "apéndices" del comunista y estaban controlados por éste.
Es precisamente la existencia de varios partidos la que permitió en Venezuela, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Uruguay, Argentina, Brasil y otros países el acceso al poder de organizaciones izquierdistas o cercanas a esta tendencia, aunque una vez en él, pretendan eternizarse cambiando las constituciones y las leyes electorales a su conveniencia, rechazando el pluralismo que utilizaron a su favor.
La existencia de varios partidos no significa, como algunos pretenden hacer creer, que se frena el desarrollo político, económico y social por falta de unidad nacional, sino todo lo contrario: se acelera. La unidad nacional no se obtiene obligando a todos los ciudadanos a pensar igual y militar en una única organización política. Europa y otros países, con sus muchos y diferentes partidos, constituyen un buen ejemplo. Todo lo contrario a lo sucedido en Corea del Norte y Cuba.
El partido único no es más que una reminiscencia tardía del feudalismo, cuando el señor de la gleba hacía y deshacía a su libre albedrío sin que nadie se le opusiera. En Cuba se instauró después de 1959, y sus dirigentes han gobernado con mentalidad de  dueños de  finca, solo que el territorio de ésta lo han extendido a todo el país.
Durante la República existieron diferentes partidos, que aparecían y desaparecían dando paso a otros nuevos y, unos y otros, con sus luces y sus sombras, dirigieron la construcción de la nación. Echarles la culpa de las insuficiencias y de los problemas no resueltos entonces es un absurdo refutado por la historia: hoy existe en Cuba desde hace más de medio siglo un partido único y, en lugar de resolverse, los problemas se han multiplicado, sin esperanza real de solución.
El tema de los totalitarios es que la existencia de un partido único (el de ellos), les permite gobernar de forma muy cómoda, sin ningún tipo de oposición legal, equivocándose constantemente a costa de aumentar la miseria de los ciudadanos, sin que nadie les pida cuentas ni los expulse del poder por ineptos. Entienden el ejercicio del poder como la asistencia a una escuela, donde van a aprender desde que lo ocupan hasta que fallecen, y donde pretenden también matricular a sus descendientes, creando dinastías. Corea del Norte es un magnífico ejemplo: de padre a hijo y a nieto. Pretender un futuro similar para Cuba, además de una aberración, constituye un crimen, que sí merece "cien años de prisión".

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