viernes, 30 de abril de 2010
LA CAIDA DE LOS SOBERBIOS
Pastor bautista. Reside en La Habana.
imorejon@yahoo.es
Por Pr Manuel Morejón Soler
San Miguel del Padrón, La Habana, 29 de abril de 2010, (PD) Un niño que se contonea para lucir su ropa nueva, al tropezar y caer, llora al ver su ropa sucia y raída.
Dios ha puesto en ti muchas gracias, cualidades o virtudes y te ha concedido muchos dones. Puede ser que al pensar en estas cosas, te jactes de ellas y te enaltezcas, como lo hicieron los reyes Roboam y Nabucodonosor al pensar en su respectiva grandeza, pero puede que como ellos cayeron, así también tú caigas. Y puede ser que cuando estés caído, en lugar de hacer alarde de lo que tenías y de jactarte por ello, te pongas a llorar como aquel niño imprudente porque tu lujoso traje se te ha destruido en la caída.
¿Qué dicen las Sagradas Escrituras?
“Los que confían en sus posesiones y se jactan de la abundancia de sus riquezas, ninguno de ellos puede redimir a su hermano ni pagar a Dios por su rescate.”
(Salmo 49:6-7).
“El Señor te dice: Rey, tu corazón se llenó de orgullo y te creíste un dios sentado en el trono de los dioses y rodeado por el mar. Pero tú no eres un dios, sino un hombre que cree tener la inteligencia de un dios. ¿Acaso eres más sabio que Daniel? ¿Acaso ningún secreto te es desconocido?”
“Con tu sabiduría y habilidad has conseguido muchas riquezas, has llenado tus cofres de oro y plata. Con tu gran habilidad has aumentado tus riquezas y las riquezas te han vuelto orgulloso. Por eso, el Señor dice: ya que crees tener la inteligencia de un dios, voy a hacer que vengan extranjeros contra ti, gente de lo más cruel que te acometerán a ti, tan hermoso y tan sabio, y que dejarán tu esplendor por el suelo, te hundirán en el abismo y tendrás una muerte violenta.”
(Ezequiel 28:1-7).
Escribió el español Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1640): “La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.”
“Si no tuviéramos orgullo, no nos lamentaríamos del de los demás.”
Duque de La Rochefoucauld (1613-1680), escritor francés.
“Era como un gallo que creía que el sol había salido para oírle cantar.”
George Elliot (Mary Ann Evans) (1819-1880), escritora inglesa.
Cuando un gobernante comete una vergüenza, piensa disimularla con altivez. Tal es el caso del discurso pronunciado por el general Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el IX Congreso de la Juventud Comunista.
¿Acaso la prioridad más importante de su gobierno no es hacer vivir mejor a su pueblo?
¿Por qué son desatendidos las propuestas y los gestos de buena voluntad, tanto de presidentes como de personalidades e instituciones religiosas, para que el gobierno cubano se abra a la democracia? ¿Es a eso a lo que le llama chantaje?
La cúpula del poder, a costa de los órganos represivos, piensa seguir nutriéndose del sufrimiento del pueblo. Un gobernante orgulloso es dificilísimo de contentar porque siempre exige demasiado de su pueblo. Nada es tan bajo y vil como ser altivo con los humildes.
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