viernes, 1 de octubre de 2010

DESCONECTADOS POR CUENTA PROPIA



Por Luis Felipe Rojas Rosabal


San Germán. Holguín, 2 de octubre de 2010, (PD) Una vez al mes, dos o tres veces al año deciden ‘desconectarse de la Internet’ y del laberinto de las nuevas tecnologías. Se llaman Daniel, Carmen, Lorena y Patricio. Son uruguayos, mexicanos y colombianos.

No lo podía creer, sus testimonios van encaminados a mejorar la calidad de vida de miles de ciudadanos que padecen adicción a los teléfonos móviles y el uso, dizque indiscriminado, de la conectividad diaria. Lo escuché en un foro nocturno de Radio Francia Internacional, por eso lo creo. En el mundo civilizado los terapeutas luchan por eliminar la adicción a la información libre, el conocimiento ilimitado y la libertad de intercambiar criterios y saberes.

Zona de silencio para internautas
Entre las cinco provincias del oriente cubano solo pueden hallarse dos cibercafés con prestaciones para ciudadanos cubanos. Santiago de Cuba y Guantánamo son las agraciadas.

Con los polos turísticos de Guardalavaca y Santiago como dos de los enclaves de ocio más visitados del país, los citados cibercafés son más que una oferta, una muestra del apartheid a que son sometidos los más comunes de los ciudadanos nacionales. La estrecha vigilancia en estos sitios y la baja velocidad de navegación atentan contra la excelencia en el servicio.

Un ejemplo de ello es el Hotel Guantánamo, donde una única computadora es todo el arsenal como oferta a los cibernautas. Por esta razón es frecuente ver un grupo de hasta cuatro o cinco personas sentados casi alrededor del usuario de turno que esperan la oportunidad para dar un clic y entrar al ciberespacio.

Con casi una treintena de hoteles para el turismo internacional, la zona este de Cuba se presenta como una enmarañada madeja, hecha a priori para entorpecer el acceso de los nacionales a sus servicios de información en la red de redes.

Ciudadanos sin categoría
De algún modo había que paliar la escasez. Las gerencias territoriales de ETCSA, la solitaria compañía telefónica en el entramado comercial cubano, pusieron a disposición de unos pocos incautos, un servicio de correo electrónico al precio de 50 centavos la hora. Sin embargo, de poco sirve en la vida actual. El invento consiste en una cuenta abierta a través de un único administrador y por si fuera poco, en tales instalaciones no se permite el envío o recepción de fotos o documentos adjuntos, y por supuesto, queda invalidado el uso de dispositivos USB u otros afines.

Teniendo en cuenta que sólo entre Holguín y Santiago de Cuba tienen más de tres millones de habitantes y dada la baja conectividad a Internet, se supone que seamos una de las regiones del mundo de mejor salud ambiental.
Somos, estoy casi seguro, los jóvenes menos adictos a la conexión diaria, semanal, mensual, por no hablar de los miles que nunca se han acercado a las autopistas ciberespaciales.

Una decena de muchachas esperaban en los portales de la calle Libertad, en Holguín. Hice la cola, mientras esperaba a abrir mi correo electrónico por primera vez, al ‘módico precio’ de 1.50 CUC y supe que eran doncellas de la noche y la arena, ninfas que habían conocido a sus novios y prometidos en la dulzura de una playa cubana, pero con ellos en sus países de origen, tenían que prescindir de la Internet en los hoteles.

“Los mismos que se hacen de la vista gorda y nos dejan pasar a las habitaciones -me comentó una chinita de pelo corto- se lamentan de no tenernos cada semana en un salón de computadoras, con un mojito o una cerveza fría”, dijo mientras sacaba un ticket de cartón de la funda del teléfono celular.

alambradas@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario