sábado, 27 de noviembre de 2010
EN ESPERA DE LA AUTOCRITICA
Por Osmar Laffita Rojas
Capdevila, La Habana, 28 de noviembre de 2010, (PD) Acabo de hacer una lectura crítica del extenso reportaje publicado en el periódico Granma, el 18 de noviembre, en que se intenta resumir la prolongada charla e intercambio de opiniones de Fidel Castro con un selecto grupo de estudiantes universitarios y de la enseñanza media, con la presencia del Ministro de Educación Superior, rectores de universidades, dirigentes estudiantiles y de la Juventud Comunista. En dicho encuentro, el Dr. Fidel Castro, retoma y reafirma la vigencia de su discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005.
Llama poderosamente la atención que el ex-gobernante no hizo ninguna valoración de lo que puede representar la convocatoria del VI Congreso, máxime que fue su hermano menor y primer mandatario de la nación, quien convocara el pasado 8 de noviembre al Partido y al pueblo a participar en el proceso preparatorio de este importante acontecimiento.
Para que no haya ninguna duda de que él no tiene nada que ver con las deliberaciones de este cónclave y al mismo tiempo poner en una situación bastante embarazosa a la comisión partidista que se ocupó de elaborar el Proyecto de Lineamiento de la Política Económica y Social”, que fue presidida por el Presidente Raúl castro y que será el único punto a discutir en el citado evento, el Dr. Fidel Castro, en respuesta a una pregunta de un estudiante, referida a la celebración del Congreso del partido del que es el Primer Secretario, manifestó que no asistió a este encuentro en calidad de Primer Secretario: “Yo me enfermé e hice lo que debía hacer: “delegué mis atribuciones. No puedo hacer algo a lo que no estoy en condiciones de dedicarme todo el tiempo. Si yo mismo no sabía si iba a salir de aquello. Lo hice por disciplina y por los médicos”.
Tal como se presentan los hechos, el partido y los órganos ejecutivos, legislativos, judiciales y empresariales que dependen de sus decisiones, sumándole las 139 organizaciones a las que le puso el rótulo de la sociedad civil, todas, de una manera u otra, han dado un golpe de timón y han enrumbado su trabajo en la preparación del VI Congreso.
Ahora, los 800 mil y tantos militantes del partido y el pueblo se enteran de que el Primer Secretario del Partido les dice a los estudiantes que él ya no funge como tal, que ha delegado esas responsabilidades al Segundo Secretario, es decir, que él no responde por un evento de tanta importancia, que por sus resultados, puede cambiar el curso de la terrible situación reinante en el país.
En su extenso mensaje a los estudiantes, el Dr. Fidel Castro, entre otros planteamientos señaló: “El primer deber de un revolucionario es ser sumamente severo consigo mismo. Critica y autocrítica, es muy correcto, eso no existía; pero si vamos a dar la batalla hay que usar proyectiles de más calibre, hay que ir a la critica y autocrítica”.
Asumir una actitud autocrítica, ser severo con uno mismo, de acuerdo al texto del mensaje es para otro, no para él, porque si bien el partido y el gobierno tienen responsabilidad del desastre en que está sumido el país, a él no se le puede culpar de nada.
Parece que a Fidel Castro se le olvidó decirle a los estudiantes, que hasta el 31 de julio de 2007 él era el jefe de todo lo que se movía en Cuba, es decir, que desde los primeros meses de 1959 hasta el día de la proclama, en que delegó todos sus cargos, dirigió los destino de la nación cubana, sin tener en cuenta al Consejo de Ministro, el Parlamento y mucho meno al Partido. Para él, la Constitución de la República era letra muerta. Actuaba como el Rey Sol, Luís XVI, cuando aseguraba: “El Estado soy yo”.
Si bien esto fue así, tampoco exime al partido y el gobierno, de todos los daños estructurales que son denunciados en el documento que será objeto de discusión y que luego de las enmiendas y correcciones, será sometido a aprobación por los delegados del VI Congreso.
Curiosamente, en las ocho páginas del documento que se resaltan los aspectos más importantes del discurso de Fidel Castro del 17 de noviembre de 2005, tal parece que los errores fueron de otros, que él como máximo dirigente de Cuba, no cometió desliz, que su ejecutoria fue totalmente inmaculada, por eso no hay razón para autocriticarse.
Del proyecto más mimado de Fidel Castro, su joya más preciada, la fallida “Batalla de Ideas”, en la que involucró a todo el pueblo cubano y con el que dejó exhaustas las finanzas públicas, estas son las santas horas que nadie sabe de qué murió, cuándo fue su velatorio ni en qué cementerio y número de tumba la enterraron. En torno a este asunto, reina un escalofriante misterio.
ramsetgandhi@yaoo.com
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