domingo, 6 de febrero de 2011

Los primeros meses serán difíciles



Escrito por Ramón Díaz Marzo

Habana Vieja, La Habana, 7 de febrero de 2011,

(PD) Me considero entre los más entusiastas, entre los cubanos que piensan que la pequeña empresa es un primer paso positivo para la reconstrucción económica del país. Pero sin descuidar el enfoque de: así como funcione la economía mundial, así también funcionará la nuestra. Eso, si se le pone un stop a la estupidez (y en la mayoría de los casos a la hijeputiña de las autoridades), porque la parte y el todo son lo mismo.

Quizás esté desesperado por ver los cambios dentro del país cuando pienso que lo único que podría salvarnos de un desastre nacional (aunque el “desastre nacional” ya es un hecho) es una combinación de socialismo y capitalismo. Hasta donde sé, lo que más se le parece es la Social Democracia: que la pequeña y mediana empresa sea asunto del individuo independizado políticamente del Gobierno. La gran empresa estará controlada y fiscalizada por el estado de derecho garante de la ley, sin ser dueño o administrador de nada. Cuando un propietario abuse de sus fueros contra sus trabajadores, el estado interviene y pone las cosas en su justo lugar.


En octubre pasado fueron otorgadas las nuevas licencias para el trabajo por cuenta propia. Es poco tiempo para exigir a los futuros empresarios que bajen las tarifas y precios que demandan por su trabajo.

Los nuevos comerciantes se quejan de que el gobierno no les garantiza los insumos y la materia prima de un modo organizado y concreto. Tienen que depender de atajos que los colocan fuera de la ley por culpa de la mala administración del gobierno, al que percibo incapaz de arreglar nuestro nacional entuerto. Un gobierno muy eficiente para saber cuántos presos tiene en sus cárceles y cuantos activistas de la oposición y periodistas independientes andamos “libres” por las calles de Cuba.


Con los vientos que han comenzado a soplar, no espero conciencia y disciplina de mis compatriotas porque la defensa está permitida, y hemos sufrido demasiado. Espero del gobierno fríos mecanismos capaces de obligar a todos.
Y cuando escribo esto, digo al general de generales que arregle el entuerto sin que se cometan más atropellos, mala administración, fraudes, nepotismo, y abuso de poder.

Por ahora me cuesta vislumbrar algún cambio. Presiento un enorme revolico. Los precios en las paladares y los honorarios que exigen, con toda su razón, otros trabajadores por cuenta propia, no se corresponden con la adquisición monetaria del resto de los cubanos de a pie. Y este desbalance entre el que vende y el que compra puede tener su origen en los altos impuestos que el gobierno le exige a los cuentapropistas.

Esto nos enfrenta al problema de una población dividida en dos grupos: los que tienen iniciativa propia, y los que continuarán la dependencia del Estado.
Esperemos que la balanza comercial interna de nuestra nación algún día (que no puede estar lejano) alcance armonía y equilibrio.

ramon597@correodecuba.cu

Foto: Ramón Díaz Marzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario