martes, 29 de marzo de 2011

Acopio: alimentos podridos y extorsión a la población cubana



Acopio, el monopolio estatal cubano de recogida y distribución de la producción agrícola, es el responsable de que las cosechas se pudran en el campo.

Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias 29 de marzo de 2011

Foto: REUTERS/Desmond Boylan

Los campesinos cubanos tienen mucha dificultad para transportar los productos agrícolas a pueblos y ciudades.

Si hay una institución en Cuba que todo el mundo aborrece, ésa es Acopio, el monopolio estatal de recogida y distribución de la producción agrícola, y otras apabullantes atribuciones. El responsable de que las cosechas se pudran en el campo. A fines del 2009 dejó perder buena parte de una cosecha de tomate tan extraordinaria que el cubano la bautizó como “El Tomatazo”.

Ni siquiera se pudo utilizar para hacer conservas, mientras que el economista independiente Oscar Espinosa Chepe observa que un litro de puré de tomate producido en el país cuesta en las tiendas por divisas 3 pesos convertibles, o 75 pesos moneda nacional, el 18 % del salario medio.

Y sin embargo, Acopio sigue, y sigue, y sigue…

En una entrevista de Lenier González Desarticular el monopolio de la centralización estatal, que todavía puede leerse en la revista católica Espacio Laical, el economista oficialista Pavel Vidal perdió la tabla cuando empezó a hablar de ese mecanismo de retranca. Dice Vidal:

“Los vietnamitas, para que la agricultura pudiera despegar, nos resumían que habían hecho dos cosas fundamentales: la entrega de tierras en usufructo a las familias; y, además, permitieron que la producción fuera toda al mercado. Nosotros hemos hecho la primera parte, pero nos falta la segunda. En mi opinión ahí está el cuello de botella. Es indispensable la desarticulación del monopolio del sistema estatal centralizado de comercialización agrícola, Acopio (…) Supongamos que Acopio se pueda perfeccionar. Muy pocos van a querer invertir y desarrollar un proyecto de vida vinculado a la tierra cuando saben que, al final, es Acopio quien decide los precios, quien decide qué vas a vender, del que dependen que tengas cajas y medios para la transportación, que no sabes si te pagarán o no. Ya el tema no es de perfección o no. El tema de Acopio es de credibilidad."

Cubanet publicó en estos días un artículo del profesor Reynaldo Cosano Alén acerca de uno de los más recientes episodios de esa saga de la ineficiencia.

En Ojos que te vieron ir el veterano periodista independiente se refiere a la preocupación de finqueros, cooperativistas y funcionarios de empresas agrícolas estatales están preocupados porque pasan los años y no se soluciona el cuello de botella de la agricultura.

Y dice que entre los problemas que contribuyen al cuello de botella el colmo es el de la falta de envases. Este fue uno de los factores de la pérdida de los tomates en 2009. En un país que importa más del 80 % de la canasta básica también hay que importar tomates para hacer conservas, y las cajas de madera para envasar los productos del agro. Pero esas cajas, que podrían usarse hasta 8 veces, apenas se usan dos.

¿Qué sucede? Pues que como el Estado no vende “ni una astilla” de madera, las cajas son “recicladas” por la gente, acostumbrada a tomar lo que necesita del único propietario que hay en Cuba, o sea, el Estado. Entonces las cajas para los tomates, y los pallets de estiba van a “resolver” necesidades populares, de la misma manera que las traviesas del ferrocarril, las piezas de las torres de alta tensión o las ruedas de los contenedores de basura, en un sistema paralelo de “acopio” popular.

Pero el de los envases no es el único problema de Acopio. También se caracteriza por los que mencionaba el economista Vidal, y por su desorganización, su burocratismo y sobre todo por esto que observa Cosano Alén en su artículo: “Propiedad de todos, propiedad de nadie”.

De ahí el contraste entre los rastrojos de boniatos y los plátanos rebijidos que se ven en los agros estatales –cuando los hay, porque nos cuentan que a veces sólo hay coles-- y los abundantes y rozagantes productos de los agricultores privados. Estos últimos, claro, carísimos, por pura ley de la oferta y la demanda.

Si Raúl Castro y los que con él creen –si bien por instinto de conservación-- que los frijoles son más importantes que los cañones, quisieran hacerle un favor al pueblo cubano, deberían curarse la urticaria que se los come cuando ven enriquecerse a quienes de verdad sudan la camisa, y halarle la cadena a ese odioso monopolio --metáfora perfecta del Estado del hortelano-- llamado Acopio.

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