jueves, 3 de noviembre de 2011
Mamoncillos, ¿dónde están los marañones?
El Grupo Empresarial Frutícola del Ministerio de Agricultura de Cuba participa en las jornadas de la Feria Internacional de La Habana con la intención de conseguir clientes para la exportación de frutas cubanas.
martinoticias.com 03 de noviembre de 2011
Foto: EFE
En mayo de 2011 Yoani Sánchez describía su primer encuentro –cuando era una adolescente y simulaba trabajar en su escuela en el campo- con el marañón, fruta tropical antiguamente abundante en Cuba, como “la fruta prohibida del paraíso socialista”.
Narraba entonces la bloguera que “tenían la forma de un pimiento, pero el color iba del amarillo al anaranjado intenso y una semilla les colgaba por fuera”.
Se quejaba luego la comunicadora de que “jóvenes urbanas, atrapadas entre las carencias del racionamiento y el colapso agrícola, no había forma de que supiéramos que aquello era un “marañón” y de que “pasarían casi veinte años antes que la volviera a encontrar”.
Se colige, pues, que no fue hasta hace muy poco que Yoani volvió a ver “en vivo y a todo color” el jugoso fruto cuya semilla emula la tapa de un fresco porrón.
Es de suponer que se deba a que “el programa actual de Cuba para el desarrollo de las frutas tropicales está dirigido a satisfacer la demanda de la industria nacional y ofrecer a la población 150 gramos diarios para 2015; también, a incrementar el rendimiento, cubrir las demandas del turismo y contribuir al financiamiento de la producción, con el aumento de exportaciones de frutas frescas y procesadas”.
Todo ello, según apunta Raquel Sierra, en un despacho aparecido en el diario provincial Tribuna de La Habana, en que da cuentas de que “El Grupo Empresarial Frutícola (GEF), del Ministerio de la Agricultura, acude a la Feria Internacional de La Habana con producciones de excelencia, destinadas tanto al mercado interno como a las exportaciones”.
Sin embargo, el periodista Manuel Vázquez Portal, también allá por mayo, pero de 2001, recordaba “nada más fácil para mí, niño campesino, que darme una hartada de mangos, derrochar guayabas, despreciar mameyes, fajarme a naranjazos con otro niño, rechazar rodajas de piña, empaparme la camisa con un trozo de melón, asaltar una mata de ciruelas, regalar unos nísperos...”
“Todos estos –relata Vázquez Portal- recuerdos me invadieron de sopetón. La ciudad hacía mucho tiempo no disfrutaba de esa perfumería natural. Después del famoso Cordón de la Habana, que arrasara con los árboles frutales, y del Contingente Che Guevara que, para la preparación de la Zafra de los Diez Millones, acabara con todas las arboledas del país, las frutas escaseaban tanto como sobraban las asambleas”.
“De repente se abrieron los mercados campesinos y empezaron a aparecer todas las fragancias que se revolvieron en mí como un torbellino de perfumes olvidados que venían a recordarme que las frutas no se habían extinguido para siempre”.
Pero, -acota Vázquez Portal- “aquellas frutas que en mi infancia se pudrían en las carretillas de los vendedores o en los puestos de los chinos ahora tenían unos precios inalcanzables para cualquier bolsillo popular. Unos cartelitos trazados a mano con caligrafía torpe, erguidos como guardianes de los castillos jugosos, expresaban: junto a la piña, 10 pesos; al lado de los mameyes, 8 pesos; sobre las guayabas, 2 pesos; entre los platanitos, 1 peso; y la aclaración en letras grandes: CADA UNO.
Mas, según explicó a Tribuna de La Habana Mónica Piniella, especialista en Comunicación del Grupo Empresarial Frutícola (GEF), en las jornadas de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV) las diferentes empresas que comprenden esta organización explicarán a interesados y potenciales clientes sobre sus productos líderes, realizarán degustaciones y podrán dialogar sobre posibles convenios.
Concluye el reporte de Tribuna de la Habana asegurando que entre las prioridades del Grupo Empresarial Frutícola (GEF) está la recuperación de variedades tropicales que se encuentran prácticamente en extinción o sus producciones son reducidas como el anón, chirimoya, guanábana, níspero y caimito. Y es cuando cualquiera se preguntaría: mamoncillos, ¿dónde están los marañones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario