Lunes, 29 de Octubre de 2012 03:10
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Desde finales de los años 80 hasta la fecha, la figura del intelectual reprimido por el régimen dio una vuelta de tuerca y al haber sido dedicado este año de su centenario a destacar su personalidad literaria en toda su dimensión, se reafirma entre los máximos creadores cubanos el siglo XX.
Con su obra, Virgilio Piñera dejó un testimonio de su época y de su visión de las relaciones humanas en Cuba. Por conseguir ese fin, se despojó de cualquier máscara y en sus textos quedó reflejada la contradicción entre el dolor del repudiado y la sinceridad descarnada de su visión de la realidad.
La práctica del "escabroso ejercicio de la sinceridad" (al decir de David Leyva González en el prólogo de "Órbita de Virgilio Piñera", 2011), la reafirma Virgilio Piñera en el texto del poema "Solicitud de Canonización de Rosa Cagí" (1967), aparecido en su libro "La Isla en Peso" (La Habana, Ediciones Unión, 1998).
Virgilio Piñera descarna la trágica peripecia femenina cubana empujada por el machismo tropical a un círculo del infierno que Dante no imaginó siquiera.
Piñera realiza en cuarenta y cuatro versos libres un ejercicio de deconstrucción de los convencionalismos sociales que la hegemonía patriarcal impone a las mujeres en una sociedad como la cubana en aquellos revolucionarios años 60, cuando la burocracia revolucionaria comunista inventaba las planillas que hundieron en un pantano de control estatal a los todos cubanos.
Piñera disparó a quemarropa. Desgarró la carne del personaje de Rosa Cagí para revelar el mundo de horror por el que transita por obra y gracia del exagerado machismo. Piñera tuvo un atisbo del lamentable futuro que nos aguardaba a la vuelta de la esquina.
Subalternidad, rito y religiosidad se unen en el texto en una dimensión extrema para conformar el retrato atribulado de una mujer que sólo por amor es capaz de soportar lo increíble, tal como el pueblo cubano ha sufrido durante medio siglo.
En el personaje de Rosa Cagí encontramos a esa mujer entregada al amor total, que por merecer el amor de su hombre se rebaja hasta lo imposible, pues su felicidad está basada en la obediencia ciega y la satisfacción del macho, del caballo, del líder, del jefe, en plenitud de su egoísmo ante las heridas morales y físicas que inflige a todos como expresión de su poder totalitario y omnipotente.
El amor pasión como producto de una devoción de fe es presentado por Piñera en toda su dimensión trágica. Rosa Cagí ama para sufrir por el amor del hombre que se crece y asume esa condición mediante las humillaciones y los maltratos a que la somete.
Conjugar el placer de ser amado con dolor remite a una violencia de género también relacionada con ciertos sentimientos de inferioridad y culpa por no estar a la altura del otro. Esa concepción del amor como acabamiento del otro tiene mucho de masoquismo.
La dimensión espiritual de Rosa Cagí es magnificada en cada arañazo, cada golpe, cada gesto que responden a la necesidad de colmar los deseos desaforados del hombre. "Un hombre me juró amor eterno, / y su amor fue el infierno en la tierra."
El amor de Rosa Cagí está compuesto por una carga exorbitante de absoluta fidelidad, ausente de lealtad consigo misma, sin el menor rasgo de autoestima, por un sacrificio y entrega absolutos productos del donjuanismo imperante en una sociedad patriarcal y machista como la cubana.
Piñera descubrió todo esto, lo analizó y nos lo mostró en un texto de una composición impecable e impresionante por su transparencia y un manejo de recursos que dejan a un lado cualquier tendencia vanguardista y se incorpora ya en 1967 entre los textos que anunciarían una posmodernidad prematura.
Presencia de lo subalterno, violencia en la relación entre macho y hembra, el absurdo presente entre placer y dolor, felicidad y sufrimiento, reforzamiento de la identidad a través del recurso al ritual religioso de la canonización, la solicitud mediante una planilla, son algunos de los elementos que estimo sitúan al poema en su contexto y entre los mejores ejemplos de la poesía cubana con más sentido de futuridad.
Al mismo tiempo, hay una mezcla intencional del absurdo, lo grotesco, la ironía y una desmesura propia solamente de un barroquismo tropical innegable y característico de la obra de Piñera, que añaden calidad y sorpresa a la visión trágica de ese amor sin límites.
Del destino trágico del personaje de Rosa Cagí, emana un perfume de fatalidad incuestionable que enlaza a personajes reales y ficticios de la Literatura cubana como Gertrudis Gómez de Avellaneda o Mercedes Matamoros con Cecilia Valdés, de la lírica, como María la O y María Belén Chacón, hasta la María Viván del propio autor, unidas por el sino fatal de sus relaciones amorosas.
En muchos barrios cubanos todavía existen Rosas Cagí. Mucho queda por recorrer a las mujeres cubanas entrampadas en un tejido inextricable de convencionalismos sociales y políticos para alcanzar la dimensión justa de su identidad de género.
Muchos velos quedan por rasgar, y mucho por transformar en nuestra sociedad actual, para que sea realmente justa para todos nosotros. Virgilio Piñera supo ya en los 60 del siglo pasado ofrecer un retrato descarnado de toda retórica de la relación entre la mujer y la consecuencia del machismo revolucionario en Cuba.
Para Cuba actualidad: garvecu@yahoo.com
*Fundación por la Libertad de Expresión
Foto: Ana Torricella