Minusválido contra la prepotencia del régimen
Jueves, Mayo 2, 2013 | Por Ibis Pascual
CORRALILLO, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Desde su sillón de minusválido, el ingeniero Carlos Mosquera Devesa ha declarado que no se moverá ni un centímetro del lugar por el que paga diariamente un alquiler para poder vender su mercancía como cuentapropista.
La sensación irrespirable de tristeza e impotencia que hoy domina el estado de ánimo de Mosquera Devesa tiene que ver con las nuevas leyes que dicta el gobierno -como si fabricara el mismo sombrero para diferentes medidas de cabezas-, y con las que pretende darle otro aporte lerdo al cuentapropismo, construyendo una plaza para reunir a todos los artesanos que venden sus productos en el poblado de San Diego del Valle, provincia de Villa Clara.
Cuando todavía la gente no acaba de comprender estas leyes que permiten que los del fisco se echen en sus bolsillos un buen porciento económico de los cuentapropistas, sin que el gobierno les ofrezca a cambio ningún beneficio ni facilitación para su desempeño, ahora resulta que continúan dificultando su labor. Se pretende reunir en un mismo sitio a todos estos vendedores, para que sean chequeados y acosados constantemente por un ejército de inspectores corruptos que viven de su esfuerzo, mediante el soborno.
Pero con Carlos Mosquera Devesa, minusválido desde su nacimiento, se le han mojado los papeles, pues los está enfrentando desde una resuelta negativa a moverse del lugar donde ya había logrado hacerse de una clientela.
Se les ha plantado con una voluntad de hierro y afirma que aunque lo maten no se moverá de la calle central del poblado de San Diego del Valle. Seguirá allí, vendiendo todos los días sus productos, y no irá para esa plaza apartada de todo movimiento social a la que se han propuesto trasladarlo.
La reunión que apremiantemente organizara el gobierno municipal para intentar hallarle una salida al problema, pretendiendo, como es su costumbre, que los propios compañeros de Devesa se manifestaran en contra de su actitud rebelde, no tuvo un final feliz para los dirigentes, pues casi todos los cuentapropistas que estaban presentes votaron a favor del ingeniero.
Y ahora todo indica que la condición de minusválido de Mosquera les está complicando las cosas a los pejes gordos del municipio. Temen a la incidencia internacional que pueda cobrar este abuso tan manifiesto y grosero.
De momento, ni las amenazas de los corruptos inspectores, ni las palabritas pretendidamente dulces que le dirigió una de las mujeres policías del poblado para ablandarlo, y así conseguir que se fuera del sitio donde vende, lo han hecho abandonar el pequeño espacio que desde hace meses le sirve de puesto de trabajo.
Carlos Mosquera Devesa dice y repite que si hasta ahora estaba trabajando bajo lluvia y sol, sin que a nadie le interesara su condición de hombre enfermo, no entiende por qué vienen a decirle ahora que el traslado es para beneficiar su salud, pues le llevarán para un lugar con techo. Pero la verdad es que tratan de someterlo a un desalojo forzado.
Por supuesto que los dirigentes municipales podrían hacer una excepción con Mosquera, dadas sus condiciones especiales, pero ellos, al igual que todos los jerarcas del régimen, son soberbios y prepotentes. Jamás dan su brazo a torcer y son capaces hasta de los mayores abusos con tal de ejercer su autoridad dictatorial. Veremos entonces cómo se las arreglarán esta vez para doblegar la voluntad del valiente ingeniero. Porque algo es seguro, y es que tampoco ahora darán su brazo a torcer, aunque tengan que reprimir a un minusválido.
Jueves, Mayo 2, 2013 | Por Ibis Pascual
CORRALILLO, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Desde su sillón de minusválido, el ingeniero Carlos Mosquera Devesa ha declarado que no se moverá ni un centímetro del lugar por el que paga diariamente un alquiler para poder vender su mercancía como cuentapropista.
La sensación irrespirable de tristeza e impotencia que hoy domina el estado de ánimo de Mosquera Devesa tiene que ver con las nuevas leyes que dicta el gobierno -como si fabricara el mismo sombrero para diferentes medidas de cabezas-, y con las que pretende darle otro aporte lerdo al cuentapropismo, construyendo una plaza para reunir a todos los artesanos que venden sus productos en el poblado de San Diego del Valle, provincia de Villa Clara.
Cuando todavía la gente no acaba de comprender estas leyes que permiten que los del fisco se echen en sus bolsillos un buen porciento económico de los cuentapropistas, sin que el gobierno les ofrezca a cambio ningún beneficio ni facilitación para su desempeño, ahora resulta que continúan dificultando su labor. Se pretende reunir en un mismo sitio a todos estos vendedores, para que sean chequeados y acosados constantemente por un ejército de inspectores corruptos que viven de su esfuerzo, mediante el soborno.
Pero con Carlos Mosquera Devesa, minusválido desde su nacimiento, se le han mojado los papeles, pues los está enfrentando desde una resuelta negativa a moverse del lugar donde ya había logrado hacerse de una clientela.
Se les ha plantado con una voluntad de hierro y afirma que aunque lo maten no se moverá de la calle central del poblado de San Diego del Valle. Seguirá allí, vendiendo todos los días sus productos, y no irá para esa plaza apartada de todo movimiento social a la que se han propuesto trasladarlo.
La reunión que apremiantemente organizara el gobierno municipal para intentar hallarle una salida al problema, pretendiendo, como es su costumbre, que los propios compañeros de Devesa se manifestaran en contra de su actitud rebelde, no tuvo un final feliz para los dirigentes, pues casi todos los cuentapropistas que estaban presentes votaron a favor del ingeniero.
Y ahora todo indica que la condición de minusválido de Mosquera les está complicando las cosas a los pejes gordos del municipio. Temen a la incidencia internacional que pueda cobrar este abuso tan manifiesto y grosero.
De momento, ni las amenazas de los corruptos inspectores, ni las palabritas pretendidamente dulces que le dirigió una de las mujeres policías del poblado para ablandarlo, y así conseguir que se fuera del sitio donde vende, lo han hecho abandonar el pequeño espacio que desde hace meses le sirve de puesto de trabajo.
Carlos Mosquera Devesa dice y repite que si hasta ahora estaba trabajando bajo lluvia y sol, sin que a nadie le interesara su condición de hombre enfermo, no entiende por qué vienen a decirle ahora que el traslado es para beneficiar su salud, pues le llevarán para un lugar con techo. Pero la verdad es que tratan de someterlo a un desalojo forzado.
Por supuesto que los dirigentes municipales podrían hacer una excepción con Mosquera, dadas sus condiciones especiales, pero ellos, al igual que todos los jerarcas del régimen, son soberbios y prepotentes. Jamás dan su brazo a torcer y son capaces hasta de los mayores abusos con tal de ejercer su autoridad dictatorial. Veremos entonces cómo se las arreglarán esta vez para doblegar la voluntad del valiente ingeniero. Porque algo es seguro, y es que tampoco ahora darán su brazo a torcer, aunque tengan que reprimir a un minusválido.
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