martes, 27 de agosto de 2013

¡Cuántos pasos atrás!


¡Cuántos pasos atrás!

 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Por estos días hemos sido testigos del lamentable contraste entre la maestría deportiva derrochada por las luminarias que han animado el Campeonato Mundial de Atletismo Moscú 2013 y la muy pobre actuación de la representación cubana. Ya se va haciendo costumbre que los representantes del patio al tercer evento deportivo más popular del universo –después de los Juegos Olímpicos y la Copa Mundial de Futbol– no puedan alcanzar lo más alto del podio.
Nuevamente, en esta edición se manifestó la enconada porfía entre las dos grandes potencias del milenario deporte: Estados Unidos y Rusia. Una vez más el mundo se estremece ante la grandeza de los velocistas jamaicanos o la reafirmación de las armadas kenyanas y etíopes en carreras de fondo.
Como en cada gran evento, no faltan las individualidades destacadas o los momentos históricos. El fondista británico, de origen somalí, Mohamed Farah, y la balista neozelandesa Valerie Adans, se reafirman como verdaderos fuera de serie; el adiós de la inigualable Elena Izinbayeva también constituye hito de la cita atlética, recién concluida.
No debemos olvidar el avance de países latinoamericanos sin gran tradición en la disciplina que en las últimas ediciones van incluyendo a jóvenes que, a base de talento y esfuerzo, se hacen respetar en el encumbrado escenario atlético. Poco a poco, en las últimas ediciones, corredores y saltadores de Panamá, Brasil, Republica Dominicana, México y Colombia ocupan por derecho propio lugares destacados en estas lides que cada dos años motivan la atención del planeta.
Sin embargo, Cuba, que durante dos décadas animó estos certámenes con actuaciones descollantes de atletas de clase mundial, se va hundiendo en recurrente fracaso, motivado por un retraso que parece a simple vista tan insoluble como evidente. Van quedando en el recuerdo las resonantes victorias que en el firmamento atlético universal, llámese olímpico o mundial, alcanzaron figuras excepcionales como Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Ana Fidelia Quirot, Osleydis Menéndez, Yipsi Moreno, Yargelis Savigne o Anier García, y algunas hoy prácticamente olvidadas como la saltadora Ioanet Quintero y la vallista Daymi Pernia.
Solo una meritoria medalla de plata del triplista Pedro Pablo Pichardo, derrotado por un fuera de serie como lo es el francés Teddy Tamgho( por cierto, entrenado por el multi campeón cubano Iván Pedroso),  y dos medallas de bronce ―de la discóbola Yarelis Barrios, ganadora de la Liga del Diamante 2012 (¿a dónde habrá ido a parar ese diamante?) y la pertiguista Yarelis Barrios, hasta ahora líder de la temporada―, más algunos finalistas, parece una cosecha realmente pobre para un país con historia y figuras descollantes en ediciones anteriores.
La prematura renuncia a competir por Cuba y posterior litigio generado por el ex  recordista mundial y campeón olímpico de Beijing 2008, el vallista corto Dayron Robles; la retirada por el bajo rendimiento sufrido en las últimas temporadas por la otrora campeona mundial Yargelis Savigne; la persistente ausencia de talentos en pruebas de arraigada tradición como las de velocidad, la poca fuerza demostrada por algunos jóvenes prospectos a la hora de enfrentar la dura prueba, todo esto denota una crisis que ya ni el complaciente periodismo oficialista se atreve a esconder.
La periodista de la TV nacional Julia Osendi, que viajó a Moscú convaleciente de un accidente para reportar la debacle del atletismo cubano, y la misma martillista Yipsi Moreno, en la entrevista que marcó el adiós de la atleta, reconocieron los problemas serios que hoy vive el atletismo cubano. Yipsi se quejó sin ambages de la falta de atención  y de condiciones idóneas para obtener resultados al máximo nivel.
Parece que la desidia y la indolencia se apoderan de la dirección del atletismo cubano, un deporte que genera suficientes beneficios monetarios como para respaldar un desarrollo armónico y equilibrado. Resulta lamentable recordar el increíble episodio de las pértigas varadas en la aduana del puerto de La Habana, varios meses después de concluidos los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, o el evidente malestar manifestado por el mismísimo Dayron Robles en reportaje televisivo por la falta de los necesarios compuestosrecuperantes tras los entrenamientos.
El caso es que muy poco futuro tienen las aspiraciones cubanas en este deporte si, además de escamotear a los atletas los resultados monetarios de sus actuaciones, ni siquiera les garantizan condiciones decorosas de vida y entrenamiento para enfrentar con alguna posibilidad la creciente maestría deportiva, que ya trasciende las fronteras de las potencias tradicionales.
Aun sin contar con el respaldo del Estado, antes de 1959, figuras como Ramón Fonts, Adolfo Luque, Kid Chocolate, José Barrientos, José Raúl Capablanca, Martín Dihigo, Orestes Miñoso, Roberto Ortiz, Kid Gavilán o los siete campeones mundiales de boxeo profesional generados en solo un lustro por la política deportiva del dictador Fulgencio Batista, demuestran que Cuba si puede ser una potencia deportiva en el ámbito mundial, pero esto solo sucederá cuando la libertad y la responsabilidad ocupen en nuestra sufrida Isla el verdadero lugar que le corresponde.

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