ETECSA, la telefonía mendiga
La estrategia económica de Raúl Castro es la mendicidad. Medio siglo de ferreo control hacen de cualquier rendija una apertura
martes, enero 28, 2014 | Miriam Celaya | 0 Comentarios
LA HABANA, Cuba -Apenas unos meses después de que Graham Bell patentara el teléfono, invento del italiano Antonio Meucci, La Habana fue escenario de la primera conversación telefónica en lengua española, suceso que tuvo lugar en octubre de 1877.
Pasados 137 años del acontecimiento que privilegiara a la Isla con la utilización de un artilugio que contribuiría decisivamente al desarrollo mundial, y después de 132 años de la inauguración del primer servicio de telefonía en La Habana, el monopolio del sistema totalitario de más de medio siglo sobre las comunicaciones y el control de la infraestructura telefónica –por demás insuficiente–, han conducido a la Isla a un brutal atraso tecnológico en esta materia.
Por otra parte, la telefonía móvil, que se ha impuesto a nivel global con todas las prestaciones que ofrece el desarrollo de las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones, en la Isla sigue siendo un servicio primitivo, en estado embrionario, y pese a ello extremadamente costoso para la mayoría de la población.
Tal desfase tecnológico no obedece por completo a la objetiva falta de capital por parte del Estado-propietario para invertir en la infraestructura necesaria para desarrollar las comunicaciones, sino también a una política encaminada a mantener a los cubanos al margen de la información y de las libertades que potencia la tecnología en el mundo actual.
A pesar de esto, hay quienes creen ver señales de cambios en la política oficial. Por estos días recibí una llamada telefónica desde una emisora radial de un país latinoamericano.
El amable colega quería conocer mis impresiones acerca de “la nueva disposición de la telefónica estatal cubana ETECSA, que permite el pago desde el extranjero de la telefonía fija de los cubanos”. Al parecer, él consideraba dicha medida como algo muy significativo.
Le ofrecí algunas breves opiniones al respecto, sin mucha fanfarria. Siempre me sorprende la tendencia a magnificar las “reformas” o “flexibilizaciones” del gobierno cubano por parte de algunos comunicadores foráneos, como si alguna de ellas significara verdaderamente un logro notable, alguna intención de mejorar las condiciones de vida de la población o un importante avance en materia de derechos humanos.
Es el privilegio de la dictadura: medio siglo de férreo control sobre el país y sobre los cubanos hace de cualquier rendija la ilusión de una apertura. Me hubiese gustado conocer si la mayoría de los compatriotas de este colega están o no en condiciones de pagar sus propias facturas telefónicas o si requerirán de alguna autorización de sus gobiernos para que éstas puedan ser pagadas desde el extranjero.
Desde mi percepción personal, cada pequeño paso que da el gobierno en lo que ha dado en llamar “actualización del modelo” –aunque nadie sepa exactamente de qué modelo se trata– pone en evidencia, en primer lugar, el cúmulo de limitaciones y ataduras que pesan sobre los cubanos asfixiando sus libertades, y en segundo lugar, la incapacidad para éstos financiarse por sí mismos el acceso al ejercicio pleno de ellas.
En principio toda apertura, por muy pequeña que sea, socava en alguna medida el muro del totalitarismo, por lo tanto en ese sentido resulta positiva. No obstante, ponderar las cosas en su justo valor evita caer en la tentación de sobrevaluar los hechos y sus alcances.
Lucrar con la miseria
Anteriormente, la empresa cubana de telefonía móvil (CUBACEL), introdujo la variante de recargas desde el exterior a las cuentas cubanas –con “promociones” regulares que elevan el saldo al doble a partir de una recarga de 20 CUC o más– y muchos cubanos nos hemos beneficiado desde entonces con la generosidad solidaria de amigos o familiares que han multiplicado nuestra capacidad de comunicación en medio del páramo castrista, de modo que la actual medida de pago de las facturas de telefonía fija, más que una novedad, es una extensión de aquella.
Recientemente, un artículo publicado en el oficialista Tribuna de La Habana, anunciaba con mucho triunfalismo la próxima implementación de servicio de Internet y de e-mail desde la telefonía móvil, lo que “se debe , fundamentalmente, a la entrada de divisas frescas al país” y también como resultado de las recargas desde el exterior.
Además, “se realizarán adecuaciones de las tarifas para los servicios de voz, mensaje internacional y voz local…”. Habrá que estar atentos ante este anuncio que posiblemente implicaría una mejoría en las posibilidades tecnológicas de los cubanos, más allá de los controles que tendrá.
Pero en realidad es la profunda crisis económica y la acuciante necesidad de ingresos en divisas lo que ha obligado al gobierno, en primer lugar a “liberar” servicios de comunicaciones que antes solo se permitían a los extranjeros –como la contratación de telefonía móvil, prioritariamente en moneda “convertible”– , y posteriormente a introducir estas permisiones mal llamadas “reformas”, que solo se explican a partir del costo que supone para los bolsillos de los cubanos el sostenimiento de un servicio que no guarda ninguna relación con los salarios ni con el poder adquisitivo de la población.
Es decir, que literalmente el régimen se las ha agenciado para lucrar con la miseria de los cubanos, disfrazando de flexibilidad lo que realmente es desvergüenza, y –lo que es peor– ha encontrado cierto público que lo aplaude. Cosas veredes, Sancho… Al parecer, en medio de tanta ruina no todos perciben que el verdadero secreto de la estrategia económica raulista es la mendicidad.
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