El Tahoro, pueblo fantasma
El drama de una comunidad rural en desgracia luego de caer bajo el mando de las fuerzas armadas
jueves, febrero 27, 2014 | Polina Martínez Shvietsova | 0 Comentarios
Fotorreportaje de Polina Martínez Shvietsova
LA HABANA, Cuba.- El asentamiento conocido como El Tahoro es como un hueco en el tiempo y el espacio. Ubicado en el municipio Bauta, provincia de Artemisa, este lugar pertenece al denominado Plan Agrícola Niña Bonita. En algún momento, a sus trabajadores les prometieron muchas ganancias por asociarse a la empresa estatal, formada por varias granjas. Hoy malviven en duras condiciones, dependiendo de salarios ínfimos.
Durante la década de los 80, la empresa fue regida por el Ministerio de la Agricultura: “En aquellos tiempos, fuimos una empresa productiva –puntualiza Jorgito, un operario de tractor-. El plan de entrega de leche se cumplía todos los años, el sistema de pago a los operarios funcionaba, veíamos el resultado de nuestro trabajo”.
Luego las granjas fueron entregadas a las fuerzas armadas y reconfiguradas para abastecer con alimentos a las tropas. Pasaron a llamarse Unidades de Abastecimiento Militar. Daniel, quien trabaja desde entonces allí, me cuenta:
“Las unidades fueron creadas con un fondo que ascendió a 20 millones de USD. La intención era obtener mayor rendimiento en un plazo de 5 años. Pero de eso hace más de 7 años, así que el experimento no sirvió”.
Daniel testimonia además:
“Nos asignaron las viviendas como medio básico de la empresa, para tenernos cerca del puesto de trabajo. Es el caso de las que forman la comunidad de El Tahoro. Si te vas de allí, pierdes el techo. Al principio, esto prometía, pero ahora es un desastre. Con un salario de 260 pesos al mes, en moneda nacional, no se puede vivir. Se ha dejado de producir por causa de la mala planificación, de la excesiva vigilancia y de la politiquería que lo controla todo”.
Según Romualdo, vecino del lugar:
“El presupuesto inicial de las Unidades de Abastecimiento Militar en El Tahoro incluiría la construcción de edificios de apartamentos para las familias. Luego, nada de eso sucedió. La solución fue convertir en viviendas las naves que antes fueron concebidas para criar pollos. Desde entonces, la gente sigue viviendo en esas casas improvisadas”.
Isabel, vecina de El Tahoro, describe una parte del drama diario que viven las mujeres de esa comunidad:
“El abasto de agua es muy inestable, hay que adivinar cuándo llega y llenan la cisterna. Desde ésta –señala la cisterna-, se bombea con una turbina a 3 tanques elevados. El problema es cuando no entra suficiente agua. Esto es una comunidad fantasma, aquí no hay farmacia, peluquería, barbería, tiendas, policlínico, nada funciona. Tampoco hay panadería”.
Gilberto, Rosario y su familia se quejan de que: “tampoco llega el transporte público. Una o dos veces al día entran las rutas 420 y 180. Generalmente hay que moverse a pie hacia Santa Fe, o alquilar un bicitaxi, cuyos conductores cobran hasta 20 pesos. Tal parece que no estamos en los mapas”.
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