Cuba actualidad, Santos Suárez, La Habana, (PD) El domingo 9 de febrero se exhibió en el programa de la TV cubana "Espectador Crítico" el film mexicano "Los Últimos Cristeros".
Francamente, esta emisión televisiva debería cambiar su título y a secas llamarse solamente El Espectador, porque no tiene participación en el mismo y sí toda una serie de invitados que son los únicos que opinan y critican.
Cuando comenzó hace algunos años, este espacio televisivo tenía el lema: "solo si se sabe se puede divisar la verdad". Pero la palabra "verdad ha sido sustituida por "el bien".
Acostumbrados como estamos a oír una sola cara del disco, muchas veces resulta confuso para el televidente cuando de cuestiones históricas se trata en un filme a exhibir y concurren "especialistas" que lejos de despojarse de prejuicios, no tratan el tema con la exactitud, imparcialidad y la ética que se merece cualquier tema histórico.
Así ocurrió con un profesor de historia de la Universidad de La Habana invitado a esta última trasmisión. Para ser justo, lo he visto en otros espacios en los que ha hecho gala de sus conocimientos, con mesura y sin asomos de prejuicios, exponiendo los hechos tal como ocurrieron. Sin embargo, en este, tratándose del catolicismo y de la iglesia católica mexicana, salió a relucir en su exposición de esta parte de la historia de ese país, toda esa gama de parcialidades, torceduras y confusiones que acostumbran dar los que enfocan estos asuntos con una visión telescópica antirreligiosa y sobre todo politizada.
En conclusión, al encauzar este asunto el distinguido profesor desde un solo ángulo, el televidente entiende que la culpa de lo sucedido fue de la iglesia católica.
Aunque este film mexicano trata sobre la Rebelión de los Cristeros en México, tiene una segunda lectura: lo que puede ocurrir en cualquier parte del mundo cuando no se respetan los derechos civiles, políticos, religiosos, en fin, lo que se conoce como derechos humanos.
Desde que comienza el film, el realizador del mismo contradice todo lo que este profesor expresó. Aparece en primer plano la pantalla en blanco y se oye la voz en off de un anciano sobreviviente que relata el por qué, la causa de esta rebelión, y que fue la introducción por el presidente Plutarco Elías Calles del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la legislación mexicana y amparado por el artículo 130 de la constitución, de toda una serie de medidas intolerantes, como el cierre de todas las iglesias (aquí habría que incluir también las protestantes), multas a los padres que enviaran a sus hijos a escuelas religiosas (fundamentalmente católicas), desconocimientos de sus derechos a los ministros religiosos, desconocimiento jurídico a las instituciones religiosas, y reformas en el sistema educativo que terminaban en la llamada "educación socialista"
Basados en los principios democráticos en que estaba fundada esa nación y amparados también por esa misma constitución, los católicos mexicanos reunieron casi dos millones de firmas para proponer una reforma constitucional que garantizara los derechos religiosos. La petición fue rechazada.
Para entender lo que sucedió después de este rechazo, habría que volver atrás en la historia de ese país.
México fue el tercer país de América -casi al mismo tiempo que Venezuela- en emprender una guerra de independencia, en 1810. Los líderes de esta lucha fueron dos sacerdotes católicos, el padre Miguel Hidalgo y José María Morelos.
Los que creemos en algo más que el mundo material que nos rodea pensamos que de alguna manera también la providencia ha favorecido a México con la única aparición de la Virgen ocurrida en tierras americanas. De acuerdo a la fe católica, la virgen de Guadalupe se le apareció cuatro veces al indio de la etnia chichimeca Cuauhtlatoatzin ("águila que habla", en lengua náhuatl), más conocido como Juan Diego. Esto ocurrió en 1531 en el cerro Tepeyac, perteneciente a la cadena montañosa denominada Sierra de Guadalupe.
La iglesia católica mexicana, como la de Polonia, ha estado muy ligada a la historia de este pueblo. Con estos antecedentes, no es de extrañar los posteriores sucesos, como La Rebelión de los Cristeros, que fue el mote despectivo dado por las autoridades y que se ha quedado como identificación histórica de estos sucesos que fueron dos: la primera, de 1926 a 1929, y la segunda, de 1934 a 1938.
En las pocas palabras un artículo no es posible narrar esta compleja parte de la historia mexicana, donde al grito de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! el pueblo mexicano se enfrentó al gobierno del PRI. La guerra llegó a extremos desconcertantes cuando los católicos, incumpliendo la directiva de no acceder a los templos, eran sacados junto a los sacerdotes y fusilados frente a estos. Por la otra parte, exaltados cristeros les cortaban las orejas a los maestros que se atrevieran a impartir educación socialista en las escuelas.
La violencia engendra violencia como es sabido, pero en el caso mexicano conociendo de antemano el sentir religioso de la mayor parte de su población y hasta rechazando su propia historia, fue el gobierno el que provocó esta triste situación al meter un elefante en una cristalería.
La situación beligerante se detuvo en 1938 en una especie de acuerdo sin firma y silencioso entre la Iglesia y el Estado que los historiadores mexicanos llamaron "Relaciones Nicodémicas" (por el fariseo Nicodemos que visitaba a escondidas a Jesús), y en el que el Estado renunciaba a la aplicación de la ley y la Iglesia a exigir sus derechos. Influyó en esto, las encíclicas emitidas por el Papa Pio XI en esa década contra Italia, Alemania y México, países destacados por su persecución contra cristianos y judíos y por la presión internacional.
Este modus vivendi Iglesia-Estado se mantuvo durante los 70 años que duró la permanencia del PRI en el poder. No fue hasta la primera visita de un Papa a México, la de Juan Pablo II, en 1979, que la alegría, entusiasmo y las espontáneas expresiones de cariño -fueron los mexicanos los que corearon por primera vez lo que luego se repitió por todo el mundo de habla hispana, "Juan Pablo Segundo te quiere todo el mundo"-, harían impensable la aplicación de ese congelado artículo 130.
Sin reconocerlo, el presidente mexicano en aquel momento, José López Portillo, había asistido a los funerales de este modus vivendi o Relaciones Nicodémicas.
En 1988, el presidente Carlos Salinas de Gortari reformó este artículo de la constitución admitiendo a la religión que siempre ha estado en el corazón del pueblo mexicano y el reconocimiento jurídico a la iglesia católica.
Para Cuba actualidad: glofran864@gmail.com
Bibliografía--Documentos para la historia de la persecución religiosa en México- Leopoldo Lara Torres-México 1972).
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Bibliografía--Documentos para la historia de la persecución religiosa en México- Leopoldo Lara Torres-México 1972).