jueves, 3 de julio de 2014

Para Fortén la cárcel ha sido una academia

Luis Cino Álvarez
Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Supongo que para el régimen castrista, que se niega tozuda y desfachatadamente a reconocer como prisioneros políticos a las personas que envía a la cárcel por oponerse al sistema, José León Fortén Hernández no sea más que un delincuente. Como en su momento dijeron que era Orlando Zapata Tamayo.
Hasta donde sé, Fortén tampoco aparece en los listados de prisioneros políticos y de conciencia de Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Sabemos cuán selectivos, cortos de vista, amnésicos y reluctantes suelen ponerse los funcionarios de los organismos internacionales cuando se trata de los prisioneros de la dictadura castrista
Fortén está en prisión desde 1988. Cayó preso, cuando tenía 22 años, por un delito común. Pero en poco tiempo conoció a muchos presos políticos y se compenetró tanto con ellos que se unió al Presidio Político "Pedro Luis Boitell", un verdadero movimiento de resistencia dentro de las prisiones que planta batalla cotidianamente a sus carceleros y a la dictadura.
Por su actitud contestataria, las autoridades le han creado nuevas causas a Fortén y aumentado más años a su condena, hasta tenerlo más de un cuarto de siglo en prisión.
OK, pero cayó preso por un delito común, insistirán algunos. En efecto, se involucró en negocios ilícitos cuando trabajaba en el matadero "Ciro Redondo", en San Miguel del Padrón. ¿Para qué darle vueltas? Digámoslo claro: robó al Estado. ¡Qué horror!, dirán ustedes. Y yo les explico –por si sirve de algo- que Fortén mensualmente ganaba 158 pesos (el equivalente de poco más de 6 dólares), tenía una niña de menos de un año de nacida y una esposa que mantener. Para colmo, soñaba desde niño con comprarse un carro. No uno como los de los dirigentes, no, un carro viejo, de uso, un almendrón para botear y ganarse la comida de su familia y si acaso, llevarla a la playa los domingos.
Fortén explica: "A mí, como a muchos más, el gobierno me obligó a delinquir. Si con el fruto de tu trabajo no puedes garantizar tus necesidades y las de tu familia, por una cuestión de supervivencia, no tienes otro camino que delinquir".
Fortén que tiene 48 años, ha pasado 26 en la cárcel. En este tiempo, encaneció, le salió una úlcera en el duodeno y se está quedando sin vista. Su hija, que tenía dos años y balbuceaba las primeras palabras cuando cayó preso, ya lo hizo abuelo. Murió de cáncer, en 1996, su padre, Carlos Fortén Kessel, que fue jugador del equipo Almendares y quien le enseñó no solo a jugar pelota al duro, con guantes y sin ellos, sino también a ser un hombre de bien, una enseñanza difícil para un muchacho negro que nació en una cuartería de El Moro, un barrio de Mantilla donde raras veces se atreve a entrar la policía.
Su madre, Olga Hernández, que nunca lo ha abandonado, ni en las prisiones más lejos de La Habana, como cuando lo trasladaron para Camagüey, le ha demostrado que nada pueden la vejez y el asma cuando se trata de un hijo.
Según Fortén, lo más importante que le ha pasado en la cárcel es haber conocido a muchos presos políticos, con los que aprendió mucho, sobre todo, a amar a su patria y a respetar a los que luchan por su libertad.
Refiere que al primer preso político que conoció, en el Combinado del Este, a poco de llegar a dicha prisión, fue a Mario Chanes de Armas.
El 18 de diciembre de 1991, Fortén fue uno de los presos del tercer piso del edificio 3 que se amotinaron en protesta porque debido a la negligencia de los guardias había muerto, asfixiado de asma, encerrado en el destacamento, sin recibir atención médica, un preso llamado Carlos Cruz.
Por su participación en ese motín, Fortén fue trasladado a una celda de Villa Marista, la sede de la Dirección General de Contra-Inteligencia. Allí conoció a los opositores Vladimir García Alderete y Omar del Pozo.
Ya por entonces, Fortén se consideraba y se comportaba como un opositor más. Y así, en su rodar por las prisiones del país – ha estado, además de en el Combinado del Este, en Aguica, 1580, Taco Taco, Guanajay, Quivicán, Melena 2, Toledo, Kilo 7 y Kilo 9- conoció también a Félix Bonne Carcasés, a quien considera su maestro, Claro Sánchez Altarriba, el periodista independiente Normando Hernández, Armando Sosa Fortuny y Jesús Rojas Pineda. Dice sentirse orgulloso de su amistad y de haber compartido con ellos los rigores carcelarios y los sueños.
Los 26 años que ha pasado en prisión, más de la mitad de su vida, han afectado su salud, sobre todo su vista, pero no han logrado acabar con su jovialidad y su optimismo. Tampoco han logrado hacerlo sentir odio. Todo lo contrario. Dice cada vez sentir más amor: por su patria, por su pueblo que se merece un futuro mejor, por los hermanos que luchan por conseguirlo.
Se consuela de las penalidades y los abusos que ha sufrido al saber que la cárcel ha sido su escuela de formación política. "Sin ella", dice, "hubiese sido otro más de los muchachos que se ven obligados a delinquir, que luego se complican en la cárcel y sabe Dios cómo acaben".
Actualmente, José León Fortén cumple lo que le resta de la condena en un campamento de trabajo correccional del MININT en Arroyo Naranjo. Debe salir en libertad en unos meses. Eso, si las autoridades no le inventan una nueva causa.
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

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