martes, 5 de agosto de 2014

COMUNISTAS QUE COMEN MIERDA


Paramilitares del Blas Roca, 20 años después del Maleconazo

“…les caímos a golpes. Hubo uno que salió muy mal y hasta pensé que lo habíamos matado (ríe). No sé qué pasó después con él, pero aún me acuerdo de ese tipo, el pobre…”


Fidelito y Jonni. Foto de P. Chang
Fidelito y Jonni. Foto de P. Chang
LA HABANA, Cuba. -La madrugada del 13 de julio de 1994 fue una jornada sangrienta. Lossucesos del remolcador “13 de Marzo” -fueron masacradas decenas de cubanos solo por intentar escapar de un país convertido en cárcel-, aún están en la memoria, a pesar del silencio mediático que el gobierno ha impuesto alrededor del asunto.
La muerte de mujeres, niños y jóvenes a solo unas pocas millas de las costas cubanas en medio de un arrebato de desesperación por parte de las autoridades cubanas, resultó entre los detonantes de los actos de protesta que alcanzaron su clímax el 5 de agosto, en los sucesos conocidos como El Maleconazo.
Son numerosos los factores que impidieron que ese verano se convirtiera en una primavera de cambios políticos para Cuba; sin embargo, el empleo de los típicos mecanismos de represión basados en la extorsión y el chantaje a las clases más necesitadas, jugaron un papel definitorio.
Fue a finales de los años 80 que en Cuba comenzaron a tomar medidas para evitar desenlaces como los del socialismo en Europa del Este. La creación de contingentes obreros (de obras estructurales) fue la justificación para disponer de una especie de grupo represivo alternativo que enmascarara el uso de la fuerza, durante las olas de protestas que se avecinaban como por “contagio”.
Los testimonios de dos ex trabajadores del contingente Blas Roca que participaron en los sucesos del 5 de agosto y en otros actos represivos, confirman el carácter castrense de esa empresa constructora estatal.
Fidelito (a quien le llaman así por su paródica imagen) y El Jonni, dicen haber trabajado durante más de diez años en el Blas Roca. Aseguran haber pertenecido a la brigada que tenía su campamento en Guanabacoa. El primero, que antes había cumplido misión militar en Angola, se desempeñaba como soldador; el otro, como ayudante de cocina. Actualmente no tienen empleo y deambulan por ahí pidiendo dinero a los turistas.
Fidelito: Ese día estábamos terminando los techos de unos almacenes en la Habana del Este y llega Arnaldo [el jefe de brigada] y nos dice que dejemos todo y nos montemos en el camión […]. Nos grita que cogiéramos palos y hierros y que subamos pero no nos dice a dónde nos llevan. […] Ya sabía de qué se trataba porque cuando entré al contingente en marzo me habían hablado de ese tipo de cosas que debíamos hacer. Nos hablaban de eso en los matutinos y hasta teníamos que poner en las planillas que estábamos dispuestos, como cuando me mandaron a Angola y yo era solo un muchacho. Yo tenía una niña con la que era mi mujer en Las Tunas y dos hijos más con otra. […] Si decía que no, perdía el trabajo y no podía darme ese lujo. Los salarios eran bajos, pero la cosa estaba mejor que en otros lugares, así que tenía que hacer lo que me dijeran. […] Cogí el cabo de una pala y me subí al camión. […] Nos soltaron en San Lázaro y nos dijeron que hiciéramos un cordón y que si alguien subía por allí, le cayéramos a palazos sin más ni más. Veía un montón de gente a dos cuadras de allí en dirección al Malecón y me puse nervioso. […] Al rato, vino un tipo con un boquitoqui (walkie-talkie) a hablar con Arnaldo y entonces nos ordenaron que subiéramos hasta el hotel Duvil (Deauville). Había un grupo que gritaba “¡Libertad!” y “¡Abajo Fidel”!; entonces Arnaldo nos gritó que le entráramos a palazos. Cuando el grupo nos vio correr, se dispersaron y los perseguimos unas cuadras. Más o menos llegando al (teatro) América, alcancé a uno, le di un palazo por las piernas y lo tiré al piso. Después llegó Arnaldo, y otros dos comenzaron a golpearlo hasta que llegó un policía para llevárselo. En la otra acera había un tipo mirando, con una cámara en la mano. No parecía cubano. El policía le gritó que se fuera porque si no la iba a pasar mal. Arnaldo también lo amenazó y entonces el tipo se echó a correr (se ríe a carcajadas).
Miembros del Contingente de obreros de la construcción y fuerzas paramilitares "Blas Roca Calderío"_archivo
Miembros del Contingente de obreros de la construcción y fuerzas paramilitares “Blas Roca Calderío”_archivo
El Jonni: Puse en la planilla que estaba dispuesto a sacrificarme por la revolución ( ríe), pero pensé que era lo mismo que uno ponía en esos papeles que piden siempre en el CDR y esas cosas. La misma mierda de siempre. […] Después me di cuenta de que estaba metido en un lío, pero no quería regresar a (la provincia) Granma. Ni loco. Allí no había nada. Si La Habana estaba mala, aquello estaba peor. […] Si no iba, me mandaban para mi provincia. Ya yo había tenido problemas con el jefe y me tenían marcado, porque estuve preso en los 80.
[…]
-Sabía que la cosa estaba mala porque, otras veces, los que trabajábamos en la cocina no íbamos. Ni cuando los Panamericanos, que fueron días en que nadie descansaba porque terminando en la obra, llevaban a algunos a recorrer las calles y los estadios por si se armaba algo. […] A los de la cocina nos dejaban tranquilos a veces, pero ese día me dijeron que lo dejara todo y me subiera al camión. Protesté porque tenía cosas sin hacer y estaba cansado, pero aun así me dijeron que era una orden de Palmero (Cándido Palmero, comisario político) y que cogiera cualquier cosa. […] me llevé el palo de desgranar el arroz. […] Nos soltaron en Galiano, cerca de Zanja, y nos dividieron en dos grupos. Luis, el del Partido, y otro tipo que no conocíamos, nos pusieron a gritar consignas y a dar palazos contra la calle. […] cuando llegamos, la cosa se había calmado y no tuvimos que hacer nada, pero recuerdo que unos meses después nos soltaron en Lawton, donde decían que había un grupito que saldría a protestar. Pensábamos que iba a ser como la otra vez, pero al final solo fueron como veinte tipos gritando “¡Libertad!” y llevando unos carteles. Aun así, les caímos a golpes. Hubo uno que salió muy mal y hasta pensé que lo habíamos matado (ríe). No sé qué pasó después con él, pero aún me acuerdo de ese tipo, el pobre (vuelve a reír). No nos había hecho nada ni se metió con nosotros. ¡Mira que comíamos mierda!
En 1990, en el acto por el tercer aniversario de la creación del contingente “Blas Roca”, el mismo Fidel Castro definiría esa supuesta “fuerza constructiva” como una “división blindada”, como “un ejército […] un batallón para acá, otro para allá, un pelotón de tanques por aquí, o la división completa avanzando en una dirección”. En ese mismo discurso decía:
“Es correcto decir, como se hizo hace tres años, que el contingente Blas Roca sería como una división blindada a la ofensiva, que actúa con la disciplina de un ejército y la eficiencia de un buen ejército; así lo vemos en estos días”.
Imagenes del Maleconazo 1994, archivo histórico

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