No importa cuántos accidentes han ocurrido a causa de esta práctica, los “ruferos” no escarmientan
jueves, abril 30, 2015 | Reinaldo Emilio Cosano Alén | 9 Comentarios
LA HABANA, Cuba. -“Agarrar la rufa”, llaman en su jerga los adolescentes y jóvenes al colgarse del parachoques trasero de un ómnibus o camión, montados en bicicletas o patines, y dejarse remolcar a gran velocidad. Aunque han ocurrido accidentes graves por bandazos o detenciones bruscas de los vehículos, los “ruferos” no escarmientan. No solo ponen en peligro sus vidas sino las ajenas. Conductas tan irresponsables, se podrían catalogar como suicidas.
Nadie puede sentirse seguro al transitar por la calle con tan insolentes malabaristas, cada vez más osados y agresivos. Recientemente denunció el semanario Tribuna de La Habana que tres fornidos jóvenes, armados con piedras y palos, la emprendieron contra un ómnibus y su chofer porque detuvo el vehículo y les llamó la atención por ir agarrados. Al detenerse en la parada de 100 y Boyeros en La Habana, raudos atacaron y luego huyeron, con la ventaja de ser expertos ciclistas, capaces de escurrirse entre el tránsito.
Conversamos brevemente con un adolescente que dijo llamarse Roberto, de dieciséis años, del municipio Cotorro. Lo sorprendimos tomando un respiro, agarrado al parachoques de un ómnibus como tigre sobre la presa, mientras éste se encontraba detenido en una parada. Cuestionado sobre tal conducta, delictiva y suicida, respondió:
“Esto lo llevo en la sangre, como deporte extremo. Hubiera preferido motocross, lanzarme de trampolín muy alto en una piscina, pedalear en bicicleta acuática, remar en bote en el mar, bucear, montar surf, conducir moto o auto, patinar sin parar, pero ninguno de estos deportes los puedo realizar. Casi ningún joven tiene esa oportunidad en este país.”
“El INDER (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación) no te permite inscribirte en esos deportes si no eres dueño del equipo. ¿Pero de dónde voy a sacar el dinero para comprarlo, tan caro, que el salario a mis padres no alcanza ni para comer? Hay que ser hijo de rico, o extranjero para hospedarte en hoteles caro, que sí brindan esos deportes. Invierto mis energías ‘enrrufándome’. Sé que hay peligros, pero, ¿dónde no hay peligro?”
Las avenidas Boyeros, avenida 100, Vento y Naranjito, Vía Blanca, Autopista Nacional, entre otras, inclusive congestionadas calles capitalinas, son las vías preferidas para la práctica de este deporte incontrolable por las autoridades. A pesar de ocasionales esporádicas detenciones, pequeñas multas y compromiso de padres por la conducta del hijo, no se logra atajar esta indisciplina social.
Apenas el ómnibus comenzó a ponerse en movimiento, Roberto con su mano derecha como garfio fuertemente agarrado al parachoques, volteó la cara y con gesto pícaro por el desafío a su vida, dijo: “Puro, ¡no se preocupe: me sé cuidar! Soy rufero desde los trece años. ¡Este es mi deporte! Lo llevo en la sangre.”
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