jueves, 30 de abril de 2015

Los polos opuestos de una misma nación



374_bueyes-cornetaCuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) La VII Cumbre de las Américas dejó para los cubanos la amarga experiencia de lo que puede la intolerancia y el irrespeto hacia el pensamiento diferente.
La delegación oficialista, según sus integrantes, fue en representación de doscientas organizaciones de la sociedad civil. Algo que sorprende. Llamar sociedad civil a apéndices del régimen como los Comités de Defensa de la revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, la Central de Trabajadores de Cuba, los miembros del parlamento y del Comité Central del Partido único, los informantes de la Seguridad del Estado, y las pandillas de represores nucleados en las llamadas brigadas de respuesta rápida, bien conocidas por sus constantes arremetidas contra la oposición pacífica, como lo hicieron en Panamá.
Lo anterior no amerita el menor análisis tratándose del castrismo. Para sostener sus verdades no les queda otro remedio que acudir a las mentiras y al camuflaje para confundir.
Estos representantes del oficialismo, fuertemente adoctrinados hasta que se demuestre lo contrario, trataron de impedir que otros cubanos, representantes de una parte de la oposición civilista, expresaran sus puntos de vista.
Catalogarlos como mercenarios, apátridas, contrarrevolucionarios y un sinnúmero de improperios, fue el bautizo oficialista a la oposición pacífica cubana en tierra ajena. Al exportar la violencia y la razón de la fuerza, hicieron recordar las marchas de odio durante el éxodo del Mariel en 1980 y todas cuantas hasta hoy se han sucedido con el marcado propósito de silenciar por cualquier medio las voces discordantes a la política oficial.
Los opositores cubanos, entre insultos y golpizas, supieron capear el temporal y llevar a vías de hecho el objetivo que se habían propuesto. Dejaron de capa caída a los apapipios del castrismo, sin la mínima razón de aquella absurda negativa a dialogar en un espacio que convocaba a la diversidad de opiniones y al debate civilizado.
Panamá es un país libre, donde ninguna voz es pequeña. Su pueblo es receptivo, capaz de sopesar las diferencias, aun cuando cantan al compás de los acordes doctrinarios de Silvio Rodríguez.
Los apapipios quisieron hacer en patio ajeno lo que acostumbran hacer en Cuba con los opositores: prohibirles el acceso a espacios públicos, perseguirlos, calumniarlos, golpearlos. Luego, se encargarían de desinformar al pueblo cubano, para que no pudiera sopesar los argumentos las partes en discordia y sacar sus propios razonamientos .
La sociedad civil oficialista en nada representa el sentir de los de abajo. Apedrean y acosan, y tratan, mediante la fuerza bruta, de impedir que compatriotas pacificos muestren al mundo la desigualdad, la pobreza, la falta de libertades civiles y políticas, el racismo, la discriminación ideológica, la muerte cívica, las políticas selectivas para cursar estudios superiores, la prohibición de acceso al trabajo por pensar de forma diferente, y los privilegios de los militares y los altos funcionarios gubernamentales.
Estas son algunas de las calamidades que los gobiernos del mundo deberían tener en primerísimo lugar en sus agendas a la hora de relacionarse con el gobierno castrista, que ni por asomo es democrático, y que convierte a muchos de sus súbditos, como estos que presenta como “sociedad civil”, en bueyes cornetas y máquinas de matar. Como dijo el poeta: “Que se avergüence el amo”.
Para Cuba actualidad: mal26755@gmail.com

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