miércoles, 23 de septiembre de 2015

“Pensionados” por cuenta propia


Muchos cuentapropistas consideran que el único beneficio del trabajo privado es su independencia del control absoluto del Estado
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Armando Martínez Vidal, en su casa, junto a la mesa donde repara las cocinas (foto del autor)
Armando Martínez Vidal, en su casa, junto a la mesa donde repara las cocinas (foto del autor)
LA HABANA, Cuba – El incremento del trabajo privado parece confirmar la necesidad humana de la libre elección y la importancia que tiene la autonomía cuando se trata de decidir sobre cómo queremos vivir; pero, para muchos cuentapropistas, las dificultades para acceder a los recursos solo les garantiza una economía de sobrevivencia.
Armando Martínez Vidal, vecino de Calle Tenerife 120, entre Carmen y Figuras, Centro Habana, La Habana, es un jubilado de 72 años que, luego de laborar como chófer en múltiples empleos, por más de 40 años, decidió esperar su retiro como custodio en la Dirección de la Vivienda de su municipio, de donde se jubiló con una mensualidad de 200 pesos (unos 10 dólares).
Para tratar de mejorar su economía se incorporó al trabajo privado dedicándose al arreglo de cocinas de gas, porque “es una forma de aliviar lo que no puedes curar”, dijo, refiriéndose a su problema económico.
Martínez Vidal dice que “yo soy lo que se conoce como un ‘cacharrero’. Me levanto temprano y salgo a buscar en los basureros, donde a veces encuentro cocinas viejas que la gente desecha y que me sirve como material para reparar. La gente dice que yo soy el mecánico de los pobres”.
El jubilado de 72 años, quien paga 50 pesos por la Licencia de trabajo, confiesa que a veces se pasa varios días sin que “aparezca un cliente”, lo que reduce al mínimo las posibilidades de ganancias.
Aquí trabaja Jesús Araiza, dentro de su vivienda (foto del autor)
Aquí trabaja Jesús Araiza, dentro de su vivienda (foto del autor)
“Cuando termina el mes, acabas con otra pensión de 200 pesos, lo que sumado a la jubilación no llega ni a 20 dólares. La cosa está mala, tú sabes; el dinero está perdido, y la gente que me llama para que le arregle la cocina está más jodida que yo”, dice Armando.
Jesús Araiza Méndez, de 45 años, es un Técnico en Elaboración de Alimentos que abandonó su oficio para dedicarse también a la reparación de cocinas de gas. En un espacio muy reducido de su vivienda, ubicada en calle Palatino, entre Esperanza y Armonía, municipio Cerro, tiene su pequeño taller.
Araiza Méndez comenta que “el reparador de cocinas es como el zapatero remendón. En un país como el nuestro, donde los salarios son tan bajos, el ciudadano se ve obligado a reparar constantemente las cosas que se le van rompiendo, y ese estado de pobreza económica es lo que permite que tengamos trabajo; pero por otra parte, esa misma pobreza nos limita a la hora de cobrarles”.
El técnico en Elaboración de Alimentos es de la opinión de que “la única ventaja de mi trabajo es que no tengo presión, porque yo soy mi propio jefe, y aunque mi ingreso económico mensual no pasa de 300 pesos, Moneda Nacional (unos 18 dólares), trabajando para el estado gano más o menos lo mismo y estoy más obstinado. Por eso me decidí por el trabajo privado, ahora que todavía tengo fuerzas, y me acogí al peritaje médico del menor esfuerzo aunque mi salario parezca más una pensión”.
Otra de las mesas de trabajo de Armando Martínez (foto del autor)
Otra de las mesas de trabajo de Armando Martínez (foto del autor)
Durante nuestro recorrido, tratando de obtener la mayor información sobre el negocio de la reparación de cocinas, conocimos de un taller particular donde, además de las excelentes condiciones de trabajo, el propietario exhibe variados tipos de cocinas de aspecto inmejorable.
Tratamos de entrevistar al dueño, pero éste se negó, argumentando que “yo no tengo nada que decir de mi negocio”, al tiempo que nos pedía que nos retiráramos y exigía que no identificáramos el lugar.
Una vecina, que evitó revelar su nombre para “no buscarse problemas”, nos comentó: “Mira, hijo, no pierdas el tiempo, que ese negocio de las cocinas lo paga otro negocio, y está bien respaldado”.
La propaganda ideológica del gobierno cubano siempre asoció los negocios privados con el enriquecimiento ilícito, y ese fantasma todavía persiste en la mente de muchas personas, que ven al cuentapropismo como un malvado que lucra con la necesidad ajena.
Pero lo cierto es que el trabajo particular es la alternativa de muchos trabajadores para obtener una pensión laboral que no resuelve sus carencias económicas, aunque les permite el disfrute de algunas libertades más importantes que el dinero.
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