En el mundo moderno, y salvando la distancia de siglos, la libertad de expresión en sociedades libres ha tenido la oportunidad de desarrollarse en espacios públicos parecidos al ágora de aquellos tiempos, y mucho más con el surgimiento de los medios de comunicación masiva.
En cambio en las sociedades cerradas, lo primero que cercenan los dictadores es el libre intercambio de ideas, de bienes, el pensamiento crítico.
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