Un día como hoy, febrero 3, en nuestra lucha contra el castrismo.
Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.
Comparta estas efemérides. Gracias.
PROHIBIDO OLVIDAR.
1960
Una avioneta deja caer explosivos sobre el puente de Bacunayagua en la Vía Blanca.
1961
Diego Zenón Vera muere por accidente en los campos de entrenamiento de cubanos anticastristas en Centroamérica. Estaba preparándose para una acción internacional de la organización MRR murió accidentalmente mientras se entrenaba en Centro América.
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Mario Marín es fusilado en la finca " La Majagua", Oriente.
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En una protesta contra una festividad religiosa en Cienfuegos, resultó lesionado el sacerdote castrista Germán Lence, fundador de la organización Con la Cruz y Con la Patria que apoyaba al régimen.
1962
El presidente de los EE.UU. John F. Kennedy ordena el embargo económico y comercial a Cuba.
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Guillermo Torres es fusilado en La Cabaña.
1963
Orlando Baquet Rodríguez, acusado de delitos contra los poderes del estado, Ángel Coro Páez, colaborador de las guerrillas pinareñas y acusado de esconder guerrilleros en su propiedad, Pedro Sánchez y Soler Vázquez son fusilados en Guanito, provincia de Pinar del Río.
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Piloto Jorrín, alzado en las guerrillas que operaban en los llanos de La Habana e Isidoro Pérez son fusilados en La Cabaña.
1986
Juan González muere en la prisión Combinado del Este, LH.
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La muerte de Oriol Acosta
Miami, 5 de agosto 2013
La Muerte de Oriol Acosta
Por Luis G. Infante PP.# 34028
El día 5 de agosto de 1971, fue un día extremadamente caluroso en la prisión de Las Alambradas de Manacas, provincia de Las Villas. Alrededor de las dos de la tarde, la modorra nos agobiaba a todos y el sudor pegajoso resbalaba por nuestros cuerpos. El único lugar para librarnos de que el sol no nos diera directamente eran las infernales barracas con sus techos de fibrocemento. Algunos cabeceaban mientras intentaban leer algún libro, y otros al fondo o en los costados, se cobijaban bajo un estrecho alero.
De pronto, el pesado silencio que reinaba en el ambiente fue interrumpido por voces y gritos provenientes del frente de las edificaciones, del otro lado de la alambrada que limitaba nuestro perímetro. Era el forcejeo que se producía entre un grupo de presos que eran retornados por la fuerza a esta prisión y la guarnición que los agredía brutalmente.
La tranquilidad y la soñolencia fueron reemplazadas por la solidaridad y los del lado de acá de la trifulca, levantaron sus voces y avanzaron hacia la cerca que impedía el paso. La guarnición fue reforzada de inmediato. La adrenalina se desbordó ante el abuso y la agresión y comenzamos a gritar.
La indignación iba escalando y en este punto, mientras se intensificaba la golpiza y los reclusos se defendían, el director del penal, el teniente Abraham Claro ordenó a sus guardias a disparar contra la población penal en el patio. El fuego de fusil barría el terraplén para evitar que los reclusos llegaran a la cerca y la saltaran. Los prisioneros, todos dispersos en diferentes puntos se tiraron al suelo; algunos buscaron resguardo detrás de una hondonada en el declive del terreno entre las barracas y la cerca del perímetro, otros quedaron expuestos peligrosamente a las balas.
Uno de los nuestros se desplomó, era Oriol Acosta, que con una bala en la cabeza, comenzó a sangrar profusamente con su masa encefálica esparcida a su alrededor. Varios presos se arrastraron intrépidamente bajo la balacera hasta el caído para prestarle algún tipo de auxilio. Era inútil.
Después de 15 minutos de disparos indiscriminados, en la que algunos impactaron la fachada en las que nos encerraban, un preso yacía tendido en tierra, mientras otros heridos tuvieron que ser trasladados y atendidos en centros médicos cercanos fuera de la prisión. Los compañeros por los que se originó la confrontación fueron devueltos a otra prisión.
Fueron momentos de horror como tantos otros, vividos en otras circunstancias similares.
Oriol había salido recientemente de una celda de castigo en la misma prisión de las Alambradas de Manacas y le faltaba menos de diez días para extinguir su sanción y salir en libertad; pero su espíritu de rebeldía, su solidaridad y hermandad, lo hizo tomar parte de la protesta que le costó la vida. Oriol había colaborado con las guerrillas anticomunistas de su zona y era natural del Central Constancia en la provincia de Las Villas.
Para el resto que sobrevivió al tiroteo, la vida en la cárcel fue aún más terrible. Nos embargaba el luto, la rabia y el dolor. La dirección del penal extremó sus crueldades, fuimos puestos en celdas de castigo, se suspendieron todas las visitas de familiares y el correo, no podíamos salir de las barracas; la comida llegó a ser incluso más escasa y el tratamiento médico fue eliminado. La incomunicación fue total.
Ese día 5 de agosto de 1971, la tiranía castrista añadió otra víctima a su larga lista de crímenes.
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