viernes, 5 de febrero de 2010

¿ADÓNDE FUE A PARAR LA ÉTICA?



Por Frank CosmePublicado Hoy

Santos Suárez, La Habana, 4 febrero de 2010, (PD)

Los conductores de vehículos antiguos coinciden en lo incómodo que resulta accionar el mecanismo del limpia-parabrisas cuando llueve ligeramente como si fuera spray.

En los años 60, un profesor de la Universidad de Detroit, el Dr. Robert Kearns, solucionó definitivamente esta molestia al inventar el limpia-parabrisas intermitente, basado en una observación muy sencilla, el parpadeo del ojo humano.

Un ex alumno recuerda la impresión que le causó su maestro cuando en su primera clase de ingeniería mecánica no les habló de esta asignatura, sino de la ética que debe tener todo profesional que se respete a sí mismo. El Dr. Kearns concluyó la clase recordando a sus alumnos: “El aparato de hemodiálisis lo inventó un ingeniero. Las cámaras de gas de Auswich otro ingeniero. Uno salva muchas vidas, el otro las quitó. De eso trata la ética.”

No sospechaba este modesto profesor que mantenerse firme en este concepto le iba a acarrear en su propia vida muchos sinsabores. Unos ejecutivos de una gran compañía automovilística actuando de mala fe le robaron la idea. Kearns comenzó entonces una dura batalla contra esos directivos. En esa tenaz pelea que duró 12 años, se convirtió en un excepcional abogado que asumió su propia defensa.

Pasados los años, otra directiva de la compañía, al ver que el profesor tenía las evidencias, los testigos y sobre todo la razón, trataron de evitar el escándalo y el desprestigio que significaría para la compañía un nuevo juicio, ofreciéndole 30 millones de dólares. Kearns declinó amablemente la oferta, pero hizo saber que no le interesaba sólo el dinero que honestamente le correspondía sino la recuperación de su prestigio y el reconocimiento de que él había sido el autor.

Ganó el pleito, recuperó todo por lo que había batallado, pero perdió 12 años de su vida en defender algo que parece desaparecer en estos tiempos que corren.

“No están todos los que son, ni son todos los que están”, dice un antiguo refrán, pero el hecho es que en nuestro diario vivir todos los cubanos hemos tropezado con esta falta de ética en muchas profesiones. Algunos como los médicos y los abogados, por razón de esa misma profesión, deben guardar el más estricto secreto acerca de las dolencias de sus pacientes o de los problemas de sus clientes. Pero eso no sucede en la realidad. Las consultas parecen diseñadas para que todo el mundo oiga las dolencias,- algunas de carácter privado,- del otro.

Dos médicos consultan en un mismo cuarto, las puertas abiertas, entrada, salida e interrupciones, no solo de los técnicos de la salud sino de cualquiera. Esto se ve constantemente en las consultas de médicos de la familia y también en policlínicos y hospitales, en contradicción con muchos de los principios de la ética médica, contenidos en un folleto que con ese mismo título editó hace unos años el propio MINSAP.

Con los abogados, ocurre ídem de ídem, para no gastar mucha tinta.

Hay que ponerse en los zapatos de estos profesionales que tienen que trabajar con tantas dificultades. Llega un momento en que es lo cotidiano. Después de tantos años de recibir en herencia la forma de trabajar de sus antecesores, no se detienen a pensar en este tipo de problemas éticos. .

La ética desaparece cuando te roban en el vuelto, en el peso del producto, en las noticias desfiguradas y manipuladas, cuando los maestros en las escuelas no educan, cuando un arquitecto ve que una edificación queda defectuosa y sigue adelante.

Sobran ejemplos en este país donde la chapucería hace gala de distinción. Por unos pagan todos. La mala fama de cualquier profesión se debe a la falta de funcionamiento de colegios de arquitectos, médicos, abogados etc., que velaban por esta ética y prestigio de la profesión, que sancionaban e incluso inhabilitaban de ejercer a todos aquellos que no acatan las reglas que fijan eso que se llama ética.

Ha habido y hay muchos doctor Kearns en este país, profesionales que se han jugado su puesto y su carrera por defender lo que han creído correcto.

A la falta de funcionamiento de estos colegios también hay que agregar la concepción errónea de un estado socialista que pretende controlarlo todo. Lo ocurrido con el ministro Orlando Borrego en la zafra de los diez millones y el caso del Dr. Terry, viceministro de salud, cuando la aparición de la neuritis periférica, enfermedad que ya había ocurrido motivada por la desnutrición en la Europa de la post-guerra, son ejemplos clásicos de individuos que se respetaron a sí mismos como profesionales sin importar sus consecuencias. Fueron simplemente cubanos con ética. De esos, gracias a Dios, todavía quedan.
primaveradigital@gmail.com

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