viernes, 5 de febrero de 2010

LA MENTIRA INDIGESTA (II)



Por Manuel Aguirre Lavarrere (Mackandal)Publicado Hoy

Guanajay, Habana, enero 28 de 2010 (PD)

El fusilamiento de tres jóvenes negros en el año 2003, comparado con otros que cometieron peores delitos, fue sin duda un acto de soberbia y menosprecio al color negro de la piel del hombre. El trato diferenciado del negro en las prisiones de Cuba, que por odio y desprecio está sometido a una inhumana y degradante violación de su integridad física, es conocido y testimonial.

Los encarcelamientos de activistas pacíficos como el Dr. Oscar Elías Bicet, Darsi Ferrer o Joel Lázaro Carbonell, echarían por tierra el discurso del régimen y sus adictos al querer escamotear una realidad que duele en el alma de los que amamos y pensamos en el anhelo martiano de una Cuba con todos y para el bien de todos, y no sólo para el bien de algunos.

Muchos son los testimonios que poseemos con respecto a la problemática racial y del rechazo al negro, los que sentimos y padecemos esta al parecer enfermedad congénita por el color oscuro de la piel. algunos de ellos han sido dados a conocer en publicaciones de culto al régimen como la revista TEMAS, CATAURO y la no menos interesante CAMINOS, que dirige el pastor bautista Raúl Suárez, a quien su apego al Dios de los judíos le impidió alzar su voz y salir en defensa de quienes morirían ante un pelotón de fusilamiento.

Ningún parlamentario ni dirigente cubano, salvo el doctor Fidel Castro, que en esporádicas ocasiones se ha referido a esta inhumana practica de sobreponer a unos sobre otros, ha sido capaz, ni por asomo, de señalar esta violación, porque la discriminación racial constituye una flagrante y bochornosa violación de los derechos humanos.

Dijo Fidel Castro en la sesión de clausura del Congreso Pedagogía 2003, el 7 de febrero de ese año: “La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país…”

En el capítulo 10 de Cien horas con Fidel, este dice a Ignacio Ramonet: “A veces, en un programa de televisión sobre la eficiencia de tal o mas cual cuerpo policiaco, aparecía un numero de muchachos negros y mestizos delincuentes…Porque además hay dos tipos de robos: el robo ordinario que irrita mucho y el robo de cuello y corbata cometido por aquellos que están administrando por aquí o por allá...-.Le han robado a la sociedad pero nadie se ha enterado; se enteran mucho más de aquel que llega a la casa y la desvalija, roba un artículo, una joya, un producto, rompen algo, y esos son delitos que cometen los más pobres. Llegó un momento en que hablé con los que realizan esos programas para la televisión sobre la acción de los órganos de lucha contra el delito, porque verdaderamente querían ofrecer confianza acerca de la eficacia de la policía y les dije: “No quisiera volver a ver un programa sobre eso”.Cada uno en su oficio queriendo demostrar la eficacia y los que aparecían en las imágenes, como delincuentes, eran sobre todos muchachos negros, mestizos, y también algunos blancos, pero por lo general minoritariamente.¿ Para qué sirve eso? Para asociar el delito que irrita más a la población a un grupo étnico determinado.”

Es muy probable que la mayor parte de los afroamericanos desconozcan la ayuda ofrecida por el gobierno de los Estados Unidos y otras instituciones de poder, incluso, cubanos residentes en ese país, cuando a raíz de la devastación de los tres huracanes que dejaron a Cuba en harapos, este humano gobierno que desde hace cincuenta años padecemos los cubanos, se negó a aceptarla bajo el pretexto de que era un dinero manchado de sangre y otras muchas justificaciones a las que ya estamos acostumbrados. Esa ayuda iba a beneficiar a toda la población y el afrocubano se beneficiaba también y sin otra condición que el deseo de colaborar humanamente con un pueblo necesitado económica y democráticamente. Hoy se observa por doquier los estragos de ese acontecimiento y la población negra es la más que lo padece.

Las personalidades que refutan la lucha que desde la década del 60 lleva nuestro hermano exiliado Carlos Moore contra el racismo en Cuba, sería bueno que antes de acusarlo, permanecieran por no menos de tres meses en la Isla; pero no en los hoteles ni trasladándose en taxis a pedir de boca. Ellos deben, si de verdad desean conocer de primera mano sobre lo que sucede con los afrocubanos, vivir como ellos, es decir, en cualquier barrio de la Habana o las provincias, comer lo que come un simple ciudadano y entonces, sólo entonces, emitir un juicio sobre la realidad del negro en Cuba, sin que ninguna persona tendenciosa y en busca de favoritismo oficial le diga lo que tiene que hacer o decir.

Ha sido un acto de valentía y altruismo pleno que nuestros hermanos afroamericanos, se solidarizan con nuestra justa causa .A ellos, firmantes de ese medular y valeroso documento, le decimos que están en el camino correcto, que no han cometido falacia alguna. Todo lo que expresan es la realidad cotidiana en relación con la problemática racial y el abuso contra el negro en Cuba.

Una constitución que no sea consecuente con sus postulados de justicia y equidad, y que viole sus fundamentos políticos, sociales y económicos, que no concatene con la realidad en cuanto a derechos, deberes y garantías de sus ciudadanos, cuando sólo se atenga a la eficacia de la represión y el encarcelamiento, ¿de qué vale entonces?

El honor y el buen sentido nos convocan a seguir la lucha pacífica por la verdadera emancipación del negro en Cuba. Y esto lo haremos cueste lo que cueste.
makandalmm@yahoo.com

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