viernes, 1 de octubre de 2010
RESURRECCIONES
Por Osmar Laffita Rojas
Capdevila, La Habana, 2 de octubre de 2010 (PD) Hubo que esperar 19 años para que el escritor Reinaldo Arenas, fallecido en New York en 1991, resucitara en la literatura cubana gracias a la entereza y firme voluntad del bibliógrafo Tomás Fernández Robaina, conocido en los ambientes literarios como “Tomasito”.
Bajo el auspicio de Ediciones Unión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la tarde del pasado miércoles 22 de septiembre se presentó en la Sala Villena de esa institución cultural, el libro “Misa para un Ángel”, escrito por Tomasito, como testimonio y recordación, pero por sobre todas las cosas, como justa resurrección vindicativa de Reinaldo Arenas.
Fernández Robaina tuvo que enfrentar a los que se han empecinado en borrar al autor del polémico libro autobiográfico “Antes que anochezca” de la memoria literaria nacional
En contra de los pronósticos de la UNEAC y de los policías culturales que montaron guardia durante el tiempo que duró la presentación, la sala resultó pequeña para el numeroso público que concurrió a tan inédito acontecimiento.
Tal inesperada asistencia de público fue la mejor muestra de que Reinaldo Arenas continúa vivo en la memoria de muchos cubanos. Con profundo respeto, los asistentes a esta actividad brindaron merecido homenaje al más irreverente escritor cubano de los últimos 50 años.
El lanzamiento del libro en la UNEAC constituyó un abierto desafío a la intolerancia, el dogmatismo y la vigencia del discurso único que ya no se aviene con la realidad reinante en los ambientes intelectuales cubanos.
El acto fue un alentador mensaje para los escritores de la diáspora, porque después de tanto tiempo, gracias al esfuerzo y valentía de Fernández Robaina se comienza a mover la pesada puerta que permitió que entraran tenues destellos de la luz de la verdad en el oscuro y extenso páramo que es hoy la cultura cubana.
A propósito de resurrecciones literarias, recientemente comenzó a circular el tabloide cultural “El Caimán Barbudo”, correspondiente a los meses de junio-agosto en que aparece un artículo de Joaquín Borges-Triana, titulado “Carlos Monsiváis: En la esquina del más allá y la lujuria pendiente”.
Este notable escritor mexicano, que falleció recientemente, a los 88 años, se destacó como cronista, editor, ensayista, historiador y periodista y recibió varios reconocimientos, entre ellos varios doctorados honoris causa, el Premio Juan Rulfo y el Premio Nacional de Periodismo en 2009.
Integrante de la izquierda democrática y laica, fue un defensor de los derechos civiles y políticos, sociales y culturales, que no dudó en criticar al gobierno cubano, como violador de todos estos derechos. Razón para que su nombre fuera borrado, al extremo que la prensa oficial en Cuba no hizo ninguna mención de su fallecimiento, como si nunca hubiese existido.
Gracias a El Caimán Barbudo se produce la inesperada resurrección de Monsiváis, lo que ha permitido hacer un justo homenaje a tan admirado y respetado intelectual por su fecunda y extensa obra, además del reconocimiento post-mortem por su firme postura en defensa de la libertad de creación y expresión.
Borges-Triana subraya que Monsiváis se identificó con la literatura cubana, por su admiración por autores pertenecientes a diferentes generaciones, como José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Guillermo Cabrera Infante, Jesús Díaz, Abilio Estévez, Eliseo Alberto, Víctor Fowler y Antonio José Ponte.
Lo positivo de todo esto es que por primera vez un órgano cultural del régimen hace ese inesperado acercamiento a los desprejuiciados criterios del fallecido intelectual azteca acerca de lo realmente valioso en la literatura cubana.
ramsetgandhi@yahoo.com
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