domingo, 30 de enero de 2011

Decisiones




Escrito por Pedro Argüelles Morán 0 Comentarios



Prisión Provincial Canaletas, Ciego de Ávila, 31 de enero de 2011,



(PD) El pasado 18 de enero, los 11 integrantes del Grupo de los 75 que aún somos mantenidos como rehenes del régimen totalitario cubano, cumplimos siete años y diez meses de haber sido secuestrados por la policía política comunista. Dos días después, alrededor de las 7 PM, me condujeron a la oficina del jefe de la prisión. Allí estaban él y una hermosa y joven sicóloga del Ministerio del Interior (Minint) quienes intentaron hacerme comprender, que dada mi edad y mí estado de salud lo mejor para mí sería salir al exilio. Coincidentemente, días atrás, una doctora me hizo un reconocimiento clínico, me informó que tengo el hígado inflamado y no puedo hacer ayunos.

Ante el consejo de la sicóloga y el jefe de la prisión, yo riposté que de mi patria no me quiero ir. Que aquí nací y aquí me quiero morir y ser enterrado. En un momento del intercambio de criterios, el jefe de la prisión dice que me mando a buscar para que sostuviera una conversación telefónica con el cardenal Jaime Ortega Alamino. Que este quiere hablar conmigo. Respondo que no tengo nada que hablar con su Eminencia ya que el pasado 10 de julio, le manifesté que de Cuba, mi patria, no me voy.

La sicóloga me plantea que las personas cambian de opiniones y de decisiones, a lo que respondo que es cierto. En el año 1961, con sólo trece años de edad, me fui a alfabetizar con las Brigadas Conrado Benítez. Era miliciano, pues me alisté y para ello alegué tener más edad de la que tenía. También me hice miembro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes y me consideraba todo un revolucionario de patria o muerte. Hoy en cambio, soy un anti comunista y anti castrista convencido, convencido y comprometido con la honrosa y digna lucha civilista por alcanzar la tan anhelada transición a la democracia.

La bella profesional me dice que lo que rechazo, muchas personas lo lloran. Le digo que lloraría, si me destierran de mi tierra. En fin, le comuniqué al jefe de Canaletas que me iba al destacamento, donde me tienen confinado. Que si llama el cardenal, le diga: Que de mi patria no me quiero ir. Esta decisión fue tomada en el año 1993. En aquel momento me involucré en un intento de salida del país, por La Habana. Luego de este incidente, decidí quedarme a luchar por el respeto al derecho de todos. Esta decisión la mantendré hasta las últimas consecuencias. No hay otra alternativa que continuar siempre adelante. Sigo la máxima martiana que expresa: “El deber de un hombre está allí donde es más útil”.
Amén.

primaveradigital@gmail.com

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