jueves, 25 de agosto de 2011
Luces y sombras de un filme cubano
“Como intelectual cubano, no le exijo al arte esa eterna dosis de realismo, o de honestidad”, expresa el escritor Orlando L. Pardo, a propósito del filme Habanastation, que ha desatado controversias en diferentes espacios de opinión.
martinoticias.com 25 de agosto de 2011
La pregunta clave es: ¿Es esta una película realmente honesta, como ha dicho su realizador, Ian Padrón? ¿Es la vida real la que se muestra en la pantalla?
En la premiada cinta en el Festival Traverse Cityen Minessota, el joven realizador aborda el tema tabú de las diferencias de clases entre cubanos, reflejadas en un niño pobre de un barrio marginal y un niño con recursos, cuyo padre viaja al extranjero y le trae el último modelo de playstation.
“Se trata de un largometraje para todas las edades, por lo tanto la película ya está limitada en posibilidades expresivas. Pretende ser una película entretenida, de argumento muy muy simple”, dijo Pardo Lazo a martinoticias.
“Sin embargo, por la osadía que tiene de ubicarse no solamente en las zonas más iluminadas de la ciudad, sino también en las zonas de mayor sombra, y en la mirada del alma humana que hace, donde puede detectar luces en los lugares de sombra, y mezquindades en los lugares más glamorosos de la Habana, es una película valiosa”, añade. “Cruza ciertas fronteras. La miseria esta escoltada por la silueta de la Plaza de La Revolución”.
En cambio otros la catalogan como una “encartonada manipulación de la realidad cubana”. En artículo titulado "Habanastation o una mala versión de Los zapaticos de rosa" su autora Amrit, señala que “por ejemplo, ese matutino en una escuela primaria donde los niños cantan el himno nacional con un entusiasmo atípico”. “Niños que, en un barrio marginal, apenas dicen malas palabras”
Para ella se presenta una “Cuba mojigata”. “Me quedo con la incomodidad de haber visto un país que no reconozco a pesar de las salpicaduras de “realidad”.”
“Supongo que no sería justo forzar ahora una lectura de adultos para Habanastation”, discrepa de este argumento Pardo Lazo. “Es una película para todas las edades: no es una sesión del Parlamento cubano, ni una Reflexión de Fidel Castro, ni un programa de Lineamientos del PCC, etc. Es sólo una obra de arte para niños”, opinión que también puede leerse en su columna en el portal Diario de Cuba.
Sin embargo, dice Isbel Díaz Torres, en Havana Times, que una de las cosas que le molestó fue que se escogiera para encarnar al padre rico a un jazzista exitoso. “Hubiera sido valiente reflejar a la aristocracia militar de la isla”, “altos dirigentes del estado cubano, o de ex-militares convertidos en panzudos empresarios del turismo”.
Sobre este particular coincide el cineasta cubano Sergio Giral, que en entrevista con nuestra redacción recuerda que en 1981, su película Techo de Vidrio “fue prohibida por Fidel Castro por considerar que la imagen que estaba dando (con el personaje de un alto dirigente que usaba sus posibilidades en contraste con un obrero) no era propia de la Revolución”
Giral, quien compara la historia con la clásica fábula del príncipe y el mendigo, opina que el punto más débil que le encuentra al filme es que el padre del niño es un artista. “Si este personaje fuera un dirigente de alto nivel, la película tuviera más valor, pero posiblemente nunca se hubiera podido estrenar”.
Henry Constantin, estudiante de comunicación audiovisual, coincide con Pardo Lazo al decir que “es una película hecha para todo público, que efectivamente refleja las diferencias sociales existentes en Cuba".
Pero falsea un poco la realidad, “esa solución ficticia con que concluye la película donde el niño rico presta al pobre el playstation tan amigablemente es irreal, es fantástico”, dijo a martinoticias.
Por otra parte “el barrio que ellos reflejan no es el típico barrio marginal de La Habana, donde la constante es gris y preocupante y todo el mundo está pensando en cómo sobrevivir. Este que muestra la película es un barrio más o menos decente”.
“Pero la intención de Ian Padrón, a quien admiro, es precisamente crear una película agradable, para todos esos niños y adolescentes a quien va dirigida”.
“La puesta de la película es bien clara, es para divertir, no para mostrarnos la real Cuba. El que quiera ver la verdadera Cuba en pantalla, tiene que buscarla fuera de las grandes productoras oficialistas”.
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