lunes, 3 de octubre de 2011
La insensibilidad de un país solidario
Escrito por Odalis Álvarez Valerino
Centro Habana, La Habana
3 de octubre de 2011
(PD) El poblado de Batabanó, en la actual provincia Mayabeque, atraviesa por una crisis de transporte que acaba con la existencia del más ecuánime de los humanos.
El viaje desde la capital, suele tornarse agotador en un camión viejo marca Chevrolet, Ford u otros de esos camiones norteamericanos con asientos improvisados que sirven para llevar lo mismo personas que animales.
Arrastra consigo el precio abusivo de sus dueños que aprovechan ser el único medio de movilidad seguro de este pueblo. Recaudan por cada pasajero diez pesos en moneda nacional los que viajan sentados, y dos pesos los parados. El viaje demora alrededor de dos horas.
Al montar en días recientes, unos de esos camiones, hubo una escena que me partió el alma.
Una anciana que pasaba los 70 años viajaba con su nieta de cinco. Debido al poco dinero que poseía, la abuela le comentaba a la pequeña que luego de un rato de viaje se sentaría, pero que primero ella como anciana, debía descansar las piernas. Al transcurrir el tiempo, la pequeña se inquietaba, pero nadie se solidarizó con ellas.
Llamé varias veces a la niña para darle un lado de mi asiento, pero se negó a separarse de su abuela. Aun así, los dueños del camión cobraron por la niña la cuota establecida. Tampoco ellos sensibilizaron su alma, al menos un tilín, para que la pobre niña tuviera un viaje menos estresante.
Indagué un poco sobre el tema del transporte público en Batabanó, pero los viajeros responden que el único ómnibus de la zona, conocido como “la flecha”, hace más de tres años que no brinda servicio.
Sucesos como estos, se encuentran a diario en cualquier lugar y a cualquier hora en un país que se vanagloria de decir que gracias a su sistema, sus ciudadanos son solidarios.
Esta vez fueron una anciana y su nieta. Mañana fácilmente es una embarazada, un recién operado o un minusválido.
El déficit general del transporte en la isla hace mella en la conciencia y la educación de sus ciudadanos. Con caballerosas excepciones, vemos con espanto la falta de solidaridad humana que se apoderó de esta nación.
Actualmente hay dispersos por el mundo, miles de cubanos enviados por el gobierno a ayudar a otros países en la medicina y la educación, que son los supuestos logros de la revolución.
Es cierto que los cubanos sabemos escribir y leer, pero nos debemos un mundo en cuanto a solidaridad y humanidad.
¿De qué sirve crecer bajo un sistema “perfecto”?. ¿De qué vale darnos salud y educación gratis? ¿Será, que como dicen algunos, la miseria y las necesidades enfrían el alma?
En cualquier caso, nada justifica nuestro comportamiento animal. Es hora de quitarnos el traje verde olivo y ponernos el de ser humano. Es mucho más hermoso y se apega más a nuestra tradición.
odalvafofy@yahoo.com
Foto: Marcelo López
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