lunes, 3 de octubre de 2011
Aeropuerto de Rancho Boyeros
Escrito por Rogelio Fabio Hurtado
En los infantiles años 50, fue uno de los sitios más sugestivos de la ciudad. Su salón central estaba lleno de colorido por las muchas aerolíneas internacionales que despachaban desde allí sus vuelos. No recuerdo la presencia allí de la policía batistiana. Se podía subir a la terraza, para disfrutar desde allí los despegues y los aterrizajes de los aeroplanos, donde salían de viaje o regresaban familiares y amigos. La expresión “irse del país” aún era felizmente desconocida. Las personas iban de viaje, por placer o negocios, pero su regreso ya estaba previsto.
Después de 1959, se volvió un lugar muy triste, lleno de gente vestida de verde olivo, que se ufanaba de su viveza para sacarle una joya del peinado a una dama o arrebatarle a una niña su muñeca de las manos. Las aerolíneas foráneas desaparecieron y el acceso a la terraza quedó prohibido. Se convirtió, además, en un lugar peligrosísimo, donde jóvenes desesperados intentaron fugas suicidas o secuestros con granadas de juguete que les costaron sus vidas en flor. Hoy, con sus tres terminales y el flujo de turistas, se parece a cualquier otro aeropuerto del mundo, pero yo sé bien que sigue siendo una especie de cementerio.
rhur46@yahoo.com
Foto: Marcelo López
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