lunes, 7 de noviembre de 2011
La corrupción también da techo
"Cuando hay una vivienda en buenas condiciones se la dan a los secretarios del Partido, o a la gente que está comprometida con este sistema,” asegura Ubaldo Manuel León, vecino de Manzanillo.
martinoticias.com 07 de noviembre de 2011
Foto: EFE
La entrega de casas a personas necesitadas transita tortuosos procesos de selección y en numerosas ocasiones la corrupción de los dirigentes del Gobierno y la Vivienda impiden que un techo firme ampare a estas familias en el menor tiempo posible.
El gobierno de cada provincia tiene una larga lista de familias que esperan pacientes por una casa, ya sea por el hacinamiento en que viven, el inminente derrumbe de su hogar, las barreras arquitectónicas limitantes de personas discapacitadas, y en muchos casos la pérdida absoluta de sus viviendas, luego del paso anual de los ciclones.
Las viviendas expropiadas a personas que emigran de la isla constituyen los casos más comunes de disputa entre los verdaderamente necesitados y los oportunistas.
Ubaldo Manuel León, vecino de Manzanillo, en la provincia de Granma, cuenta la historia de un joven en espera de la baja del servicio militar para reunirse con su familia en los Estados Unidos. Lo que parecía ser una meta complicada, se resolvió en poco tiempo, y finalmente el Primer Secretario del Partido de Granma pudo disfrutar de su nueva casona.
“Es decir que si hay alguien que quiere emigrar y la casa le interesa a algún jefe, te acomodan, te montan en el avión y ellos se quedan con la casa. Cuando hay una vivienda en buenas condiciones se la dan a los secretarios del Partido, o a la gente que está comprometida con este sistema,” asegura León según su experiencia.
“Yo vivo con mi mujer, mis dos hijas y mi mamá y esto está en ruinas. Yo tengo hasta el documento que declara la casa en peligro de derrumbe. Mi casa se cayó primero y tengo unos vecinos que la están haciendo de placa, pero a mí no se me da nada, ni una bolsa de cemento.”
León está abierto a opciones para mejorar la situación de su familia: lo mismo aceptaría una casa más pequeña, que comenzaría la construcción de una con sus propias manos. Pero los elevados precios de los materiales de construcción son inalcanzables para el ciudadano promedio.
Un pequeño ejemplo de León ilustra el dilema: “El promedio de salario es de 15 dólares cuando más y una bolsa de cemento cuesta 6, 50 pesos convertibles.”
“El gobierno – precisa Ubaldo Manuel León - tenía un plan para este tipo de damnificados a precios asequibles en moneda nacional y no lo está haciendo, sin embargo reparan continuamente las unidades de gastronomía, los policlínicos, los hospitales, el malecón... porque arreglando estas instituciones que son gubernamentales se puede hacer un desvío de recursos y los jefes pueden robar.”
El manzanillero indica que “una bolsa de cemento que sale de las instituciones gubernamentales, puede costar en la bolsa negra entre 100 y 150 pesos; también se roban la arena, venden las cabillas.”
José Ramón Borges, residente en el municipio espirituano de Cabaiguán, apunta que en su pueblo hay funcionarios que vendieron casas o se las dieron a parientes, y cita el caso del director de la Unidad Municipal de la Vivienda, quien se adjudicó una casa y además dio vivienda a tres de sus parientes.
Un grupo de damnificados de los innumerables ciclones que han azotado la isla, develó un reciente escándalo de corrupción en Cabaiguán en cuanto a la compra, venta y entrega ilegal de casas destinadas a familias desamparadas.
“Una veintena de familias tenían que recibir aquellas casas. Ellos se siguieron quejando y botaron a todos esos dirigentes a nivel municipal y provincial. Esto trajo una reacción en cadena y fueron cayendo funcionarios de diferentes instancias del gobierno que tenían que ver con la Vivienda,” cuenta Borges.
“Hace poco se presentó una comisión del Partido Provincial y del Poder Popular Provincial en el lugar donde se encuentran los dos edificios multifamiliares ocupados ilegalmente por familias que las recibieron por dinero y por engaños, y le dijeron a esas personas que no se preocuparan, que ellos se quedaban con esos apartamentos.”
Atónitos e indignados ante la decisión de los dirigentes, los damnificados siguen en los albergues multifamiliares: 5 familias en antiguo hotel Perla de Cabaiguán, 15 en el antiguo Edificio Crespo y una en el antiguo Hotel Cabaiguán. “En esos lugares no hay condiciones habitables, los baños son públicos, están tupidos y casi no sube el agua,” insiste Borges.
En la mayoría de los casos, incluso con sonados escándalos de corrupción, el gobierno mantiene al pueblo ignorante del verdadero alcance del delito y la sanción a los dirigentes hipócritas.
Por ejemplo – dice José Ramón Borges - Bernabé Linares, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, tuvo que firmar todas esas casas, o sea que estaba involucrado en todo esto y él conserva hoy su puesto. El pueblo entero comenta eso.
Borges recuerda el caso de Juan Carlos Mederos Granado, antiguo Director de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda en Cabaiguán, “quien estaba esperando juicio, se quedó con la casa que él se adjudicó, teniendo ya una de dos pisos en el barrio del Naranjal.”
El vecino de Cabaiguán resalta también la abundancia de recursos materiales y humanos de que disponen el Ministerio del Interior (MININT), para beneficio de sus subordinados. “El Plan Caña entregó una serie de hectáreas, que eran campos de caña, al Ministerio del Interior y los policías. Muchos de ellos se construyen sus casas en El Naranjal: casas de placa de dos pisos, en un dos por tres.”
En Guayos, poblado cercano a Cabaiguán, cuenta Borges que “el mayor Remberto se construyó una casa de dos pisos con el trabajo de los prisioneros. Eso se denunció, sacaron a ese señor de segundo jefe de la prisión, pero ya están construyendo a partir de ahí como tres o cuatro casas más de dos pisos para oficiales del MININT también.”
Erradicar la corrupción de la isla de Cuba promete ser una de las más arduas campañas del gobierno castrista, más aún cuando los encargados de generar prosperidad y orden, atropellan con sus ambiciones a familias desamparadas.
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