Lunes, 22 de Octubre de 2012 03:49
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En este artículo contaré un caso típico que conocí muy de cerca y del que probablemente nunca se haya hablado públicamente.
En julio de 2009, mientras me hallaba retenido en Cuba con una fianza y en espera de juicio, después de mi estancia por cuarenta días en la prisión conocida como 100 y Aldabó, fui llamado al Tribunal Provincial de Ciudad de La Habana, que se encuentra en Prado y Teniente Rey, casi frente al Capitolio. Allí tuve una entrevista con el personaje más tenebroso de ese tribunal: la jueza Raina, presidenta de la Sala Tercera de lo Penal.
Fue una entrevista rápida, con la cual, primero agresivamente y luego más calmada ante mis respuestas, se aseguraba de que no hubiera peligro de "escaparme" de Cuba antes del juicio. Me amenazó con meterme preso en Valle Grande desde ese mismo momento hasta el día del juicio. Pero, por suerte no lo llevó a cabo y terminó diciéndome (extraoficialmente) que no me preocupara, que mi caso no era "grave" y que no iría a prisión como resultado del juicio. Cuestión ésta que era totalmente lógica, ya que yo no tenía ningún delito y Raina, al leer el expediente, se debía de haber dado cuenta de que todo era una patraña de los instructores de 100 y Aldabó.
Algunas personas que la conocían bien me dijeron que no me confiara, porque si había alguien con influencia interesado en hacerme daño, Raina no dudaría en complacerlo. Y así era, los instructores de 100 y Aldabó estaban muy interesados en darme un escarmiento.
Cada vez que comentaba con alguien que mi causa había sido radicada en la Sala Tercera del Tribunal Provincial, prácticamente lo que recibía era el "pésame", cual si hubiera sido ya decretada una sentencia de muerte. Fue cuando me enteré que la Sala Tres era considerada la segunda peor sala de ese tribunal. La peor era la conocida como Sala de la Seguridad del Estado. En ella se llevaban a cabo juicios con matices políticos. Pero del resto de las salas donde se celebraban los juicios penales, había una que se destacaba ampliamente entre las demás, esa era la Sala Tres de lo Penal. En ella se daban los peores veredictos, con la mayor dureza, crudeza, y sin ningún tipo de consideraciones.
Una mujer fue su presidenta durante muchos años. Fue ella quien logró la mala fama de esta sala. Su nombre era Raina, fácil de recordar por su parecido con la palabra "reina", y definitivamente era considerada como la "Reina del Tribunal".
Hay muchas anécdotas sobre Raina, sobre su actuar frío e implacable. Una buena parte de las personas que cumplieron prisión o que aún están en las cárceles cubanas, juzgados en el Tribunal Provincial de Ciudad Habana, fueron enviadas allí por ella.
Me contaron de un caso en el que se enjuició a un muchacho por robo de bienes del Estado. Era el administrador de un centro comercial y en el proceso de instrucción se definió que había hecho un desfalco por miles de dólares. Esta persona se las ingenió para conseguir el dinero faltante y lo devolvió hasta el último centavo, con lo que resarció al Estado cubano. Además, colaboró ampliamente en el esclarecimiento de los hechos. Se esperaba que tuviera una sanción menor por su comportamiento y su manifiesto arrepentimiento. Pero sucedió lo contrario a lo esperado: Raina le impuso la sanción máxima posible y lo mandó a prisión por varios años. Si no hubiera pagado ni un centavo y no hubiera colaborado le hubiera ido igual de mal, o quién sabe si hasta mejor.
De la Sala Tres se podía esperar cualquier cosa, pero siempre para mal. Se caracterizaba por ser la sala que más personas mandaba a prisión directamente al terminar el juicio. Muchos que acudieron a su audiencia estando con fianza salían de allí esposados y directamente hacia el Combinado del Este, la 1580, Valle Grande, u otra de las cárceles cubanas.
Al llegarnos a los acusados la notificación de la petición fiscal, a finales de agosto, se suponía que el juicio se realizaría a finales de septiembre o principios de octubre. Pero ocurrió algo inusual y extraordinario, que sorprendió y conmocionó a todas las dependencias del Gobierno de Ciudad de La Habana dedicadas a la impartición de justicia.
Con motivo de un intercambio en la esfera jurídica entre Cuba y Ecuador, fueron enviados a este país varios funcionarios del Tribunal Provincial de Ciudad de La Habana, entre ellos la presidenta de la Sala Tres, la bien conocida Raina. Pero sucedió que en esos días, mientras trabajaba en Quito, Raina desapareció misteriosamente, para después reaparecer en Miami como exiliada política y beneficiada por la Ley de Ajuste Cubano.
Inmediatamente que se supo la noticia en Cuba, Raina fue catalogada por el gobierno al que tan fielmente y durante tantos años sirvió, como "traidora a la patria", y la Sala Tres quedó a la deriva, sin presidente. Parece que no sólo fue Raina quien desertó en esa misión del Gobierno, pero al ser la figura principal, por lo conocida y temida que era, si huyó alguien más junto a ella su nombre fue opacado por la importancia de esta deserción.
Así fue como me quedé sin jueza, y el Tribunal Provincial tuvo que posponer todos los juicios de la Sala Tres hasta que se encontrara otro presidente y la sala volviera a trabajar con normalidad, pues se vio invadida en el transcurso de las siguientes semanas por agentes de la Seguridad del Estado, investigando sobre qué información, documentos y expedientes se habría podido llevar Raina en su huida al "Imperio", los cuales podrían perjudicar al Gobierno cubano.
Para Cuba actualidad: andy@100yaldabo.com