martes, 30 de julio de 2013

La educación: una base mal sostenida


Aimée Cabrera
Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) El curso escolar 2012-2013 está a punto de concluir. Aún quedan en los niveles superiores estudiantes que aspiran a subir nota o a revalorizar el examen que suspendieron.
Como en casi todo lo que sucede en la Cuba actual, donde el nuevo modelo económico-social impone perfecciones inmediatas, sin haber creado las bases idóneas, muchos se replantean qué hacer. No saben qué sucederá con ellos. El fantasma de la inseguridad y de la falta de calidad desanda como espíritu errante por todos los niveles educacionales.
No es el momento de comparar con otros modelos educacionales anteriores o foráneos. Es el punto en que los funcionarios, especialistas y personal a cargo de la educación, dejen de echarle la culpa a la familia y aúnen esfuerzos en lograr algo en extinción que es la sistematicidad.
El que carece de ella no es disciplinado, entonces una serie de anti-valores y comportamientos que han llegado hasta a la corrupción afloran y, son hasta reverenciados. El maestro y el profesor "tiene que luchar, porque los salarios están muy bajos" y se desliza una prueba final o un diploma para quien lo paga.
Las consecuencias, quizás no se vieron en su momento pero ya son parte del quehacer diario en este sector tan importante como los demás, porque sin educación y sin instrucción, no se pueden alcanzar metas veraces.
En los primeros años de la década del 60 aún había muchos maestros y profesores que esperaban la salida definitiva del país o se resignaron a prestar servicios docentes hasta su jubilación, que fueron ejemplares en sus aulas, y hoy son recordados muchos por sus nombres y apellidos.
En los setenta era notable la falta de educadores. Muchos buenos alumnos del nivel preuniversitario y universitario impartieron clases a niños y adolescentes de las escuelas externas y becas.
A la par, se capacitaban personas que recibieron certificados y diplomas para ejercer el magisterio en los diferentes niveles, pero en ocasiones no tenían el alma que se necesita para esta tarea abnegada.
A esto se le añadía la falta de condiciones para desempeñarse, como el exceso de matrícula por aulas. Las aulas eran de 50 y 60 alumnos, cuando el maestro daba pocas horas de clases a la semana tenían 5 y 6 grupos, por lo que era inconcebible esperar buenos resultados académicos por parte de los alumnos que necesitaban, en ocasiones, una atención especial.
Para colmo de imposiciones, se valoraba el trabajo del profesor por la cantidad de estudiantes que promovía; o sea, que si suspendían alumnos, aquello iba en detrimento de la evaluación integral del profesor después de un curso completo en el que había cumplido con todo lo establecido.
Ahí comenzaron o se intensificaron los fraudes académicos. La gran mentira de que desfilaran escuelas con pancartas y telas que anunciaban que el centro tenía el 100% de aprobados, algo no imposible pero muy difícil de lograr de manera generalizada.
Muchos años corrieron bajo estas mentiras que al final, nada aportaron.
Desde hace un tiempo comenzaron las pruebas de ingreso a la universidad. A decir de profesores de nivel superior, están muy difíciles. En Cuba se va de un extremo a otro a una velocidad sorprendente.
Ya los programas académicos del nivel primario están por encima de la madurez de los alumnos. Se nota en oportunidades que un trabajo evaluativo es una estrategia del educador que, si el estudiante tiene familiares con instrucción y acceso a Internet pueden obtener buena calificación, pero no sucede siempre así.
Se argumenta que estas actividades preparan al estudiante para su vida profesional, pero no todos los ejemplos infantiles y juveniles que se observan en la calle son loables.
Los directivos del Ministerio de Educación (MINED) reconocieron que hay que profundizar en el trabajo metodológico de los maestros y profesores, la formación vocacional de los estudiantes y el reforzamiento de los valores.
No se especifica qué hacer para erradicar la inestabilidad docente. La respuesta es, sin dudas, mejorar las condiciones de las escuelas, donde es lamentable que los padres tengan que asumir pinturas, arreglos de plomería, compra de ventiladores, y otros porque el bloqueo no deja que el Ministerio de Educación lo haga.
El otro acto y para nada es de magia, lo constituye pagar los salarios que merecen quienes tienen a su cargo la enorme responsabilidad de formar a los futuros ciudadanos de una sociedad digna. No hay plan productivo que pueda ser comparado con los resultados educativos y su calidad.
Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es

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