martes, 27 de agosto de 2013

Si el Moscú creyera en lágrimas



Aimée Cabrera
Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) de las crónicas del ayer que aparecen cada domingo en el periódico Juventud Rebelde, las más aceptadas son las relacionadas con personajes, lugares y hechos ocurridos antes de enero de 1959.
Una reciente trató sobre el cabaret Sans Souci, que queda solo en el recuerdo de los que no tienen ya apenas canas que peinar.
Nadie menciona ya al Montmatre, que estaba ubicado en la calle P entre Humboldt y 23, en El Vedado. Ahora es una ruina apestosa, como para degradar más a los que una vez lo convirtieron en el restaurant Moscú.
El local era amplio. Su entrada estaba frente al canal televisivo. Un lobby con mullidos asientos centraba el área de los ascensores. Un grupo musical amenizaba y había un área dedicada a quienes deseaban bailar.
Algunos que echaban de menos la elegancia de los restaurantes del pasado, lo llamaban "el comedor obrero". Pero lo cierto es que la atención era esmerada, y los platos, casi todos de la cocina rusa, variados, económicos y bien preparados.
Los saludos y las risas de una mesa a otra eran señal de que los comensales se conocían. Muchos vivían en los alrededores del restaurant. Era muy cómodo "comer afuera" pero cerca de la casa, en una zona tan acogedora como La Rampa, con su olor a mar.
Pero a finales de los años 70, hubo una extraña cadena de sabotajes y quemaron el teatro Amadeo Roldán (Auditórium), el cine Infanta, el restaurant Moscú y algunas de las oficinas que lo circundaban.
Los bomberos dejaron la fachada del Moscú, pero por dentro recordaba un drama bélico.
Luego de muchos años, el Auditórium y el cine Infanta fueron remozados, pero al Moscú lo dejaron en ruinas, como una maloliente versión caribeña de Pompeya o el Coliseo de Roma, otra digna muestra de la Cuba bloqueada por el imperialismo yanqui para lo que nos conviene.
Hoy, el que pasa por la acera de enfrente, siente el aroma de los efluvios urinarios, ahora tan novedosos y útiles para la ciencia. Desperdicios humanos de todo tipo hay abandonados allí.
Pero quizás un día, algún hijo de papá se interese por el vasto local y lo conviertan en un casino al estilo del modelo económico actualizado, que solo reporta ganancias para la elite gobernante. Pudiera ser mañana un antro de mafias, centro de placer de los amigos del gobierno que se hospeden en los hoteles cercanos. Seguramente dejaría grandes dividendos, ninguno para el erario público y menos aún para el pueblo.
Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es


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