miércoles, 26 de febrero de 2014

Democracia sí socialismo del siglo XXI no

Oscar Sánchez Madan
Cuba actualidad, Cidra, Matanzas, (PD) Lo acontecido en la hermana República de Venezuela, durante los últimos días, es una clara demostración de que los pueblos están hartos de los sistemas, donde los ambiciosos simuladores comunistas pretenden someter a los ciudadanos a sus propósitos egoístas. En este caso específico, los hijos de la patria de Simón Bolívar evidencian que rechazan un régimen de ordeno y mando, al peor estilo castrista.
Las recientes protestas de los estudiantes venezolanos contra la inseguridad, la insatisfacción y la falta de productos básicos, se contraponen a la desmedida radicalización de un oscuro proceso castro-chavista que no escucha las voces discordantes.
Nicolás Maduro, el presidente de facto del citado país latinoamericano y sus seguidores chavistas, quieren obligar a los venezolanos a aceptar la gobernación por decretos y la vida miserable y sin libertad.
El sistema democrático ha sido suplantado en Venezuela por un régimen autocrático, de expropiaciones, encarcelamientos y censura, que reprime a la ciudadanía. No hay nada más antidemocrático que eso. Es la democracia la que traerá la paz al hermano país y no la violenta imposición de los insanos proyectos de un partido político gobernante que coarta las libertades ciudadanas.
En vez de enfrentar con resolución a los delincuentes violentos, quienes han exterminado a decenas de miles de venezolanos en los últimos años, las autoridades gubernamentales se esfuerzan en destruir una sociedad civil con marcada vocación democrática. Esta es la razón por la que la juventud, quien ve en peligro el pleno ejercicio de sus libertades básicas, se ha lanzado a la calle para defenderlas.
Muchos demócratas del mundo ya lo habían advertido. Lo que se gesta en Venezuela, bajo la dirección del partido castro-chavista de Nicolás Maduro, es un proceso que conduce al totalitarismo. Obsérvense los poderes supraterrenales que posee este Comandante Mayor, otorgados por una Asamblea Nacional -mayormente oficialista- que responde a los sombríos intereses de una naciente dictadura.
Van mal las cosas en un país donde un solo hombre -en este caso, un presidente ilegítimo- tiene poder para inhabilitar a sus adversarios ideológicos, promulgar leyes, e impartir órdenes a todos los poderes del Estado. Este señor confunde, malintencionadamente, la legítima rebelión de los jóvenes con un supuesto golpe de estado. Eso, acéptese o no, es dictadura.
El arresto reciente de decenas de estudiantes que exigían al gobierno reformas sociales, es una abierta violación de las libertades de expresión y manifestación. Los violentos ataques a los otros miles de muchachas y muchachos que reclamaron en las calles su inmediata liberación y que costaron tres vidas inocentes y más de 60 heridos, así lo confirman.
Un grosero golpe a la libertad de expresión lo constituyó, además, la forzada salida del aire de la cadena de televisión colombiana NTN 24, que transmitía por cable dichos lamentables incidentes.
Un gobierno que se autoproclama democrático no debe silenciar a su pueblo ni impedir que la opinión pública conozca lo que sucede en el país.
Para colmo de males, el dictador en potencia, Nicolás Maduro, ordenó asimismo el arresto y procesamiento del reconocido líder opositor Leopoldo López. Este demócrata se había convertido, junto a Henrique Capriles, en uno de sus principales críticos.
La política genocida que se avizora en el panorama venezolano constituye una amenaza para la paz en la región. Los gobiernos democráticos del mundo deben impedir que esta se materialice porque hay informes de que la agrupación pro-oficialista Tupac Amaru, radicada en ese país, ha amenazado con empuñar las armas contra el pueblo y se han denunciado ya casos de tortura.
Resultan una inaceptable abominación las pretensiones egoístas de los socialistas del siglo XXI. Los espurios proyectos de estos políticos irresponsables deben ser frenados si se desea la paz en una nación que tiene derecho a vivir con tranquilidad y mantener la prosperidad alcanzada bajo la dirección los anteriores gobiernos democráticos.
No se puede criminalizar el ejercicio por los ciudadanos de las libertades básicas. Los pueblos tienen derecho a los derechos y quien no lo crea así, debe entregar la presidencia a quien quiera, con certeza, servir a todos los ciudadanos y ciudadanas, y no a un grupo de facinerosos.
A las cárceles venezolanas deber ir a parar quienes promueven el odio de clases y la violencia, no los demócratas que defienden los derechos de todos los venezolanos y las venezolanas a la paz, la prosperidad y la libertad.
Es una infamia el socialismo del siglo XXI. Quien desee conocer su verdadera esencia, que observe las imágenes y denuncias aparecidas en las redes sociales sobre los recientes acontecimientos en la tierra de Simón Bolívar. De hacerlo, se convencerá de que tienen mucha razón quienes hoy defienden en Venezuela este inteligente principio: democracia, sí, socialismo castro-chavista, no.
Para Cuba actualidad: sanchesmadan61@yahoo.com
Teléf. móvil (53)53293626

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