jueves, 5 de febrero de 2015

El que faltaba



362_fCuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) ¡Por fin habló Don Rafael del Junco! Cuando casi todos ya lo daban por difunto, el hombre estaba emboscado. Sin embargo, esta vez su contraofensiva “Para mis compañeros de la Federación Estudiantil Universitaria” se ha quedado por debajo de las expectativas, a menos que solo se trate de una finta inicial y que el golpe principal esté por llegar.
De momento, tenemos que atenernos al breve texto que tenemos delante.
Por supuesto, pasa por alto los rumores provocados por su mutismo, lo cual indica que era perfectamente consciente de ellos. Tampoco ofrece excusas de ninguna clase. En el primer párrafo, lamenta que cuestiones de salud lo forzaran a renunciar a sus cargos en el 2006.
Luego de afirmar que “escapó milagrosamente de la riqueza”, se extiende en una evocación de la Grecia clásica, de la que pasa a referir preocupaciones grandilocuentes a propósito del porvenir de la Humanidad dentro de unos 100 años, que interrumpe para retomar uno de sus tópicos favoritos: la apología de su gestión educacional.
Al final de la primera columna, nos confiesa que le abruma “descubrir que han pasado 70 años” para enseguida intentar sorprendernos con un arrepentimiento tardío: si volviese atrás el reloj, hubiese matriculado una carrera científica.
En eso, tenemos que darle la razón: hubiese sido mucho mejor para todos.
Enseguida afirma algo harto dudoso: dice que a sus 19 años, fue “influido ya por Marx”,a quien aún no había leído, pues no creo que los jesuitas de Belén lo tuviesen incluido en el programa de estudios.
De aquí salta a su tema vital: “Advierto, sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar siempre en guardia a medida que la humanidad multiplique sus conocimientos”, y sin detenerse a explicarnos por qué tales ideas revolucionarias deban sentirse amenazadas por “los conocimientos de la humanidad”, nos alerta acerca de “las más increíbles combinaciones de materia y radiaciones que afectan a la vida”.
Enseguida nos entera de que “el saludo personal de los presidentes de Cuba y Estados Unidos se produjo en el funeral de Nelson Mandela. Esto le facilita adentrarse en sus mejores tiempos de guerrero intercontinental en África.
Así, llegamos al Periodo Especial en tiempo de paz, “que ha durado ya más de 20 años sin levantar bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás”.
Tras esta reafirmación de su vocación batalladora, llega al tema de gran actualidad, que se sirve explicar “a muchos amigos de Cuba: No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos…” Así, se aparta de toda responsabilidad histórica respecto al reciente acuerdo que permitió intercambiar a los prisioneros y restablecer las relaciones diplomáticas, lo cual justifica el hermetismo, incluso descortés, a propósito de los tres agentes cubanos recién liberados. Al parecer, él tenía en mente una liberación mucho más heroica.
La frase se completa:” sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra.”, que no logra atenuar el impacto negativo del “no confío…” inicial, puesto que sin partir de la confianza mutua, todo diálogo es de sordos.
Las siguientes palabras: “El Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus prerrogativas y las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el Partido Comunista de Cuba”, tan impersonales, subrayan aún más su inconformidad.
El lado bueno, si lo hay, es que, pese a todo, el General Presidente ha dado el primer paso para terminar con esta guerra sin fin que el novelista Leonardo Padura ha calificado de “pesadilla interminable”.
La verdad es que, para decir esto, hubiese sido mejor que siguiese callado: nos ha tirado un chorro de agua helada.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com

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