jueves, 5 de febrero de 2015

El torpedo del Comandante


362_torpedoCuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Muchos esperaban ansiosos que Fidel Castro, si no estaba muerto o en estado vegetativo, como se rumoraba, escribiese algo para saber su opinión respecto a las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos. Querían saber si el restablecimiento de las relaciones diplomáticas significaba la conclusión de la guerra particular contra los Estados Unidos que juró en la Sierra Maestra, inspirado por una bomba made in USA que no llegó a explotar, el billete de 10 dólares que el tacaño de Roosevelt rehusó enviarle a Birán o cualquier otro agravio que le hayan podido infligir los yanquis antes de 1959.
Y entonces, el Comandante disparó un torpedo a las negociaciones al dejar por escrito su reluctancia y su desconfianza. Ya de paso, dio una nueva fe de vida – ¿la número cuánto?-, irrefutable por su tono y estilo, y mucho más creíble que la carta que puso a hacer pucheros al Pibe Maradona.
El torpedo, con sus eventuales implicaciones, se puede leer de muchas formas: salva la honrilla del Comandante, mantiene intacta su leyenda de que nunca ha transado con los yanquis, se libra de responsabilidades por lo que pueda traer el acercamiento al enemigo, infunde confianza y tranquiliza a los sectores retranqueros e inmovilistas que podían sentirse desconcertados, y da certeza –a los que lo puedan poner en duda- de que Raúl Castro está realmente al mando y en uso de sus prerrogativas, aun cuando discrepe de sus decisiones.
Por lo pronto, el general-presidente le ha levantado a Obama el listón de las negociaciones, ya de por si difíciles y expuestas a numerosos escollos: ahora, sin hacer concesiones, no solo exige el levantamiento del embargo-bloqueo, sino también indemnizaciones calculadas de manera nada conservadora, y la devolución a Cuba del territorio que ocupa la base naval norteamericana de Guantánamo desde hace 115 años.
No sé por qué hay tantos asombrados por el torpedazo. ¿Se podía esperar otra postura del tozudo Comandante? ¿Acaso no ha buscado estropear siempre, de un modo u otro, desde los tiempos de Eisenhower, todos los intentos de acercamiento con los Estados Unidos?
Demasiado iluso fue Kennedy, luego de la crisis de los misiles soviéticos y poco antes de su asesinato en Dallas, cuando albergó la esperanza de que Fidel Castro dejara de exportar la subversión a Latinoamérica, se alejara de los soviéticos y adaptara su paso al de otros líderes socialistas como el mariscal Tito y Sekou Toure a cambio de ser tolerado por los Estados Unidos.
Pese a tener expectativas más modestas, también Carter y Clinton fracasaron en el empeño. Es harto improbable que Obama tenga mayor suerte en los menos de dos años de mandato que le quedan.
Solo el conflicto con la mayor superpotencia del planeta pudo permitirle a Fidel Castro trascender en el escenario mundial como un líder a tener en cuenta, sino por su poderío real, al menos por la algarabía.
A estas alturas, con su revolución y su salud en reversa, Fidel Castro no va a renunciar a la enemistad con los Estados Unidos, que es lo único que le va quedando para ocupar el lugar en la historia que tanto ambiciona.
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

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