sábado, 13 de febrero de 2010

Memorias de un guerrillero cubano desconocido.


Cubamatinal/ París, 11 de febrero de 2010.

Recordada Ofelia;

Acabé de leer este impresionante libro de memorias del hijo del comandante Juan Almeida. En la primera parte reina el sentido del humor cubano, la burla y a ironía. Juan Juan nos cuenta su infancia, adolescencia y juventud de niño mimado por la revolución y sus líderes: los privilegios de la nomenclatura cubana: viajes por Europa, cacerías, fiestas en las dachas de Sochi a orillas del Mar Negro o en Varadero, carros, casas, divisas, negocios, etc. En la segunda parte el libro se convierte en un conmovedor relato de la tragedia de una familia, su expulsión del ”paraíso” y su bajada a los infiernos de la vida “normal” de millones de cubanos. Te recomiendo este libro, testimonio de primera mano de alguien que no pide perdón, que no se arrepiente de su pasado, sino que desea contar lo que ha vivido antes de “morir en un accidente o ser suicidado”. A continuación te reproduzco algunos fragmentos del libro.

« Mi madre me contó que el 2 de diciembre de 1965, al comenzar Fidel Castro su discurso en el acto por el IX aniversario del desembarco del yate Granma, alguien pasó un papelito, el Comandante en Jefe lo leyó, sonrió, y desde su aguerrida tribuna de la Plaza de la Revolución, anunció que acaba­ba de nacer el hijo del Comandante Almeida.

Seguramente hubo aplausos, pero eso no lo sé. Lo que sí sé, es que crecí escuchando y repitiendo que Fidel anunció mi nacimien­to. Y por supuesto, los regalos que nunca habrían de faltar en mis cumpleaños fueron uniformes de comandante y réplicas en minia­tura del yate Granma.

“Mis estudios universitarios comenzaron en la escuela superior de la KGB en Moscú (Javskaya 9, Félix Edmundovich Dzrzhinski); en medio del frío, con la foto de Lenin acosándome todo el tiempo, hasta que una dolorosa enfermedad que haría historia en mi vida, determinó que los terminara en La Ha­bana. Un año después de graduarme como Licenciado en Ciencias.”

“Si voy a ser sincero tendría que admitir que me encantan las rusas aunque algunas veces tuve que afeitarlas y bañarlas porque algo de su dieta las dejaba oliendo a lo mismo que huele el Zoológico de La Habana después de un lloviznazo.”

“A mí me encantaban las cacerías. Los cotos de caza de El Taje, La Víbora, Cayo Saetía, etc., eran lugares ideales para montar a ca­ballo, andar en bote, volar en helicóptero, descubrir el lujo silvestre de chalets en medio de esa flora y fauna desconocidas para casi to­dos mis amiguitos y para mis maestros de biología. Disparar era lo menos interesante, matar venados me provocaba lástima, los toros me aterraban; pero a los patos, les apuntaba con gusto por tan sólo recordar que eran migratorios y venían de la Florida. Me imaginaba como un patriota defendiendo a mi pueblo de la invasión impe­rialista, y también les disparaba porque los buenos revolucionarios detestamos a los animales monógamos."

« La versión caribeña de la KGB era mucho más divertida, más rumbera y menos exigente. Más que una escuela, parecía un circo enclavado en el reparto Mulgoba. Algunos profesores más que clases, lo que daban era pena y los alumnos, con el cambio de uniforme parecíamos peloteros”

“Por ella conocí que los congueros ensayan nuevos pasos, toques y cantos, y se convierten en cronistas porque Santiago de Cuba, además de ser Rebelde ayer, Hospitalaria hoy, y Heroica siempre, es también una ciudad espontánea y divertida. Aún hoy cualquier transeúnte puede escuchar el eco sordo de los acordes de una conga. Me limitaré a repetir literalmente los versos que más sonaron: «Que rico, que rico es tomar Irombel, pero más sabroso es besar a Fidel.» «Ae, ae, ae la chambelona, Nixon no tiene madre porque lo parió una mona.» «Nierere, Nierere, Santiago te saluda pero dino quién tú ere.» «Balaguei, Balaguei, no tenemos que comei.» «Camacho, Camacho, t'o el tiempo estoy borracho.» «Jarachô, jarachó, manda carne Gorbachó.» «Mete hilo, saca tela, se jodió la tetilera.» «En Santiago luto hay, en Santiago luto hay, porque han puesto un Lazo negro en el podeé, poplá.» «Pídele a papá Noel que se lleve ya a Fidel, y si no quiere ir solito, que se lleve a su hermanito.» «Yo no quiero carne, yo no quiero pollo, lo que quiero es agua p'a lavame el bollo.» «Este viene y este va; pero no resuelve ná.» «Grande gran­de o chico chico, Negüe deme un bistechito.»

« Tengo que reconocer , que mi Habana, aunque en ella sólo la guerra ha sido virtual, está mucho más destruida que Luanda en su posguerra”

“Hubo quienes vivieron de la guerra (de Angola) como maharajaes, y otros a los que la contienda, paradójicamente, les reportó un remanso de paz porque vivieron de las granadas y las esquirlas en España o en París. No los critico, sólo no entiendo por qué la gente no para de contar mentiras heroi­cas habiendo tantas verdades bonitas, simpáticas y saludables que andan sueltas por ahí, o feas, como el desmedido placer que sentía un piloto borrachín al narrar con detalle los bombardeos sobre al­deas enemigas: «... un día despejado y un vuelo tranquilo. Cuando el caserío estuvo en la mira solté las bombas y sólo vi bultos moviéndose porque desde el aire no se ven los muertos. ¡Ay chico!, qué sabes tú de amor si nunca has besado a un caballo, bombardear es más entretenido que cazar venados...»

“Después de la encendida crítica de la que fui objeto, un amigo se atendió en España, un segundo lo hizo en París, otro fue a engendrar a Chile y hasta el gran líder, sin criticarlo por ello, tuvo que aferrarse a los conocimientos capitalistas de un galeno español. Aclarada la duda sobre la potencia médica.”

« Se aceleró la cosecha de degradaciones morales donde vimos normal, admirable y necesario, prostituirnos de cualquier manera o arrasar el patrimonio fuese cual fuese. Saqueamos el cementerio habanero y vendimos su incalculable patrimonio al mismo ladrón que nos intentó volver a extorsionar. Desgraciadamente el robo fue aplaudido e institucionalizado como una vía de escape, y nadie lo critico ni advirtió sobre los riesgos morales. Los religiosos y los abuelos olvidaron los consejos, las buenas costumbres y nos enseñaron a disimular o a disfrazar las cosas ilegales o inmorales con el vocablo “resolver”. No quedó títere con cabeza porque usted, si es cubano, fue tan culpable como yo. Del ”faro de América”, como muchos llamaron a la revolución cubana, sólo quedan los fuegos fatuos”

« Les recuerdo que resolver es una especie de cortina evasiva que se utiliza para disfrazar una palabra tan fea y agresiva como robar.»

“Yo no soy de los que cree que mis dirigentes hayan sido ladrones; pero sí corruptos, ineptos e inmorales.”

“Salvo algunas excepciones los chilenos exiliados sólo venían a Cuba para llorar miseria y cantar con guitarras las canciones de Víctor Jara hasta caer en gracia y les aflojaran la guita.”

“En Cuba todo el mundo se quiere ir.”

“Lo extraño fue, que años más tarde, cuando se me perseguía usando exagerados recur­sos, en dos ocasiones se me acercaron a proponerme abandonar el país en potentes lanchas rápidas que, «casualmente», aparecieron hundidas o tiroteadas días después según la prensa nacional. Por escuchar consejos, no estuve en ninguna de ellas. Y no pretendo tener mi lista de atentados ni aparentar ser el hermoso angelito que vuela junto a los santos de un altar, ni quiero ser absuelto por la historia. Yo soy sólo un ser humano que se crió y se formó entre co­rruptos, inmodestos y modernos corsarios que jugaron a ser estric­tos, sencillos y guardianes del honor, pero olvidaron callar frente a los niños. Porque este niño creció admirando esos vicios heroicos y vandálicos que apologetizaron nuestros líderes haciéndome ver que el asalto a un cuartel, en un país con leyes, puede ser una cosa justa. Haciéndome ver que subvertir países con ideas extranjeras, usando métodos ilegales, era algo necesario. Haciéndome ver que los problemas del estado se solucionan más fácilmente si ahuyenta­mos a nuestros propios ciudadanos. Haciéndome ver que repudiar, desprestigiar, pisotear, golpear, escupir o encarcelar era una buena opción para aquellos que no piensan como el sistema exige. Ha­ciéndome ver que el pueblo es una masa amorfa y lejana a la que se tiene en cuenta desde un estrado para elogiarla un poco, azuzarla otro tanto y luego regresar al aire acondicionado. Me hicieron ver tantas y tantas cosas que terminé confundido como millones de cubanos que no sabemos la diferencia exacta entre el bien y el mal. Nunca lo interioricé porque ser guerrillero encerró mucho placer, hasta que un día, y así comienza mi libro, mi historia, y mi novela, se me vino el mundo encima. »

“Pepe también me contó que Avelino, el ex esposo de mi hermana Beatriz, estaba haciendo informes contra nosotros, resentido porque mi hermana lo había dejado por otro”.´

"Tengo dos amigos homosexuales, en realidad son amigos que heredé de mi hermana Brenda. Me encanta hablar con ellos o con ellas, bueno ya ni sé. Con ellos he aprendido y sigo aprendiendo muchísimas cosas, me cuentan del terrible rechazo en el que la sociedad los tiene, de por qué los marginan y se automarginan, de por qué las fiestas de pájaros, las fiestas de tuercas (lesbianas), de todo lo que ocurre en aquellos pocos lugares donde se pueden reunir como La Potajera de Zapata, El Bim Bom de Infanta y 23, La Rotonda de la Ciudad Deportiva, Los barios del Quijote del Vedado, el costado del cine Yara y otros, de por qué y cómo funciona la prostitución gay, de cómo hay policías totalmente aberrados que los obligan al sexo oral, luego de meterlos en el carro patrullero por la fuerza y después de amenazarlos mucho les gritan: ¡Mámamela Maricón! Y hasta los obligan a practicar sexo en grupo para masturbarse hasta eyacular sobre sus límpidas nalgas, cuentan que es peor que una violación; pero no pueden hablar de eso porque el gobierno dice que se tolera la homosexualidad; de por qué la mayoría del tiempo trasmiten felicidad y siempre se están riendo. Es un mundo triste y complicado, que necesita mucha atención de la sociedad porque son personas y no tenemos absolutamente ningún derecho de reprimirlos o rechazarlos con estúpidas frases como: Fulanito es gay; pero yo lo quiero mucho aunque tenga su defecto. ¿Quién dijo que ser maricón es un defecto? Sinceramente no sé qué sería de mi vida si nunca hubiese tenido el altísimo honor de haber conocido personas tan sensibles, ni que sería de mi hermana Brenda si no tuviera verdaderos amigos como Luisito y Alfredo. Gente buena. "

“A veces pienso que sí, que todos saben que en Cuba delinquimos, todos somos delincuentes y todos tenemos una triste historia que contar .»

“¡Cuánto me divierte escuchar el término secreto en Cuba! En Cuba lo secreto no existe, lo secreto siempre es público, si quieres que algo sea Secreto, mejor lo publicas en el periódico Granma, el órgano oficial del Partido Comunista y te aseguro que muy poca gente lo lee y casi nadie lo comenta, es lo más secreto que hay en mi país. La gente que trabaja en las oficinas secretas, no todas desde luego, se muere por contar los últimos secretos a sus parejas en casa. y sus parejas a sus madres, y sus madres a sus nietos, y sus nietos a sus amigos, y sus amigos a sus vecinos, y sus vecinos a sus tíos, y estos últimos a sus primos que viven fuera y así, hasta llegar a un secreto entre unos cinco millones de personas ! »

“Los que viven fuera de Cuba, a esos que escaparon de la isla de alguna manera se les llama quedados o gusanos. Los cubanos nacidos fuera de Cuba, a esos les llaman mariposas, pues son hijos de los gusanos. Los que viven en Cuba a esos se les llama compañeros, son los que están más jodidos, pues tienen que estar en la lucha con su doble cara cotidiana. Y los que, por un motivo u otro, viven en el extranjero y no han perdido su residencia legal en Cuba, aquellos que están casados con extranje­ros, que tienen un contrato de trabajo fuera, aquellos que salen y entran del país, a esos se les llama gusañeros, mitad gusano y mitad compañero. Este es el estatus que la mayoría envidia, todos buscan e intentan mantener, la gran posibilidad de salir, luchar, resolver y regresar.”

“Sabía que dos vecinas mías se habían prestado para informar acerca de mí, pero que lo hubiera hecho mi vecina del frente, si me dolió, era mi amiga, era mi familia, no sé si me traicionó o simplemente se tuvo que proteger y cooperar. ¿Por qué se la iba a jugar por mí? No sé si fue una traidora o simplemen­te una infeliz. A un costo muy alto comprendí por qué existe tanto miedo en mi país y comencé a odiar. Y lloré por odio, al carajo la educación, la salud y el deporte gratis. Al carajo la mentira y la doble moral. Había perdido a mi esposa; pero también sin darme cuenta, había perdido el miedo.”

Y a partir de aquí Juan Juan nos narra cómo su familia fue devorada por Saturno. Entra por primera vez en su vida en una iglesia y le pide, pues no sabe rezar, a un Cristo, para que salve a su esposa, que está ingresada en un vetusto y sucio hospital con un edema cerebral producto de las torturas del G2 y por su hermana a la que han vuelto loca por las mismas torturas. Esas torturas se llevan a cabo La Casona, a orillas del Río Almendarez y en la mansión que tiene como dirección: casa 202, entre 13 y 15 en el reparto Siboney. Su mundo se viene abajo, él, su esposa e hija, sus hermanas, todos están apestados, se vuelven infrecuentables, están rodeados de cámaras e informadores del G2. Las humillaciones son cotidianas.

Comienza a atar cabos, descubre una carta de despedida en la que el viejo negro Terry, el que lo cuidaba cuando niño junto a sus hermanas, explica por qué se suicidaría. Recuerda los chistes de humor negro del “simpático” director de una prisión en Matanzas sobre las cosas irrepetibles en el libro, que les hacían a los presos.

Logra al fin sacar a su hija de Cuba, pero telefónicamente, ésta le cuenta su paso por la aduana del aeropuerto habanero: «... A este país no regreso nunca más. Lo que me han hecho no tie­ne nombre. Me destrozaron et equipaje. Me desnudaron. Me tocaron. Me metieron los dedos en ... Me obligaron a pujar. Me maltrataron y cuando pregunté por qué, tranquilo y sonriente et oficial me contestó que yo era sospechosa de narcotráfico. Y que si el vuelo se me iba no importaba porque mis padres tienen el dinero suficiente como para comprar otro boleto ¡A este país te juro que no regreso!. ..»

Los interrogatorios cotidianos de las tres hermanas, Juan Juan y su esposa Consuelo, les hacen comprender que el paraíso en que habían vivido durante casi medio siglo, era en realidad un infierno para millones de cubanos. La entrevista con Raúl Castro en su despacho, es aterradora: ¿sabes quién se sentó en esa misma butaca donde tú estás sentado? Ochoa. ¡Tú sabes como él terminó!

Yo me pregunto: si los Castro fueron capaces de destruir totalmente a la familia de Juan Almeida, cuando aún él vivía, ¿qué cubano está a salvo de que lo destruyan cuando la maquinaria represiva creada por el régimen lo decida?

Te haré llegar este excelente libro de memorias por la misma vía que suelo hacerlo.

Le doy gracias a Dios por haber logrado escapar de las garras de los Castro junto a mi esposa e hijo. Pero como bien sabes, aún hoy día, millones de cubanos siguen sufriendo bajo el tiránico régimen de los Castro. ¡Qué Dios los proteja!

Un gran abrazo desde Francia, ¡Territorio Libre del Mundo!

Félix José Hernández.

Memorias de un guerrillero cubano desconocido.
Juan Juan Almeida. Espuela de Plata. Sevilla. 2009.
295 páginas. ISBN: 978-84-96133-26-6

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