viernes, 19 de marzo de 2010

Cuba en el vórtice del huracán


"No hay caminos para la paz; la paz es el único camino". Decía Mahatma
Gandhi. Cualquier otro resquicio que se busque será una acción baldía. A
la paz se llega dialogando en igualdad de condiciones, negociando allí
donde sea posible, o entendiendo y reconociendo la diferencia.

Cuando nos creemos en posición de la verdad y nos cerramos al diálogo
ante nuestros adversarios, lo que hacemos, por lo generar, es alargar la
agonía de una realidad que golpea o nos golpea, hasta quedarnos o
dejarnos aislados.

La pasión nos ciega, y es esa ceguera la que nos convierte en
instrumentos u objetos de los que están a la caza de un motivo, real o
aparente, para instrumentalizar las situaciones de acuerdo a sus fines e
intereses.

Ese estado solenoidal de las circunstancias es lo que ha propiciado la
verticidad del fenómeno que hoy se está viviendo en Cuba.

Cuando todo parecía que se iba encarrilando, con la intención, un tanto
taimada de Barack Obama y la acción, serena y prudente del gobierno de
España, en la búsqueda de un arreglo civilizado con el Estado Cubano, la
derecha implosionó intentando, por todos los medios, adueñarse del
conflicto. Como siempre, presentaban sus recetas patrioteras y
"democratizantes", hechas a su gusto y medida, como ya nos tiene
acostumbrados.

Primero y, desde siempre, estallaron escandalosamente, con sus artes
demagógicas y demoníacas ante la Eurocámara y el Parlamento Europeo para
que se mantuviera la estúpida y decadente mal llamada Posesión Común
ante Cuba.

La acción suicida del reo Orlando Zapata Tamayo, sirvió de perfecta
cuartada a quienes desde el exilio, buscaban a un mártir o a un héroe,
digno de movilizar y exaltar la sensibilidad de la opinión pública
internacional, la acción cartesiana del marketing, en este caso, ha
alcanzado proporciones inverosímiles.

Serías bueno aclarar y entender que Cuba no está compuesta por 75
personas; que somos 13 millones de ciudadanos que en su inmensa mayoría
queremos resolver nuestros conflictos y vivir en paz. Algunos, al
creérselos, haciendo uso de sus derechos, se han auto titulados
intelectuales disidentes, cuando en realidad no existe ni sombra de
ello. Otros, también en sus derechos, se erigieron en periodistas e
intelectuales, asumiendo de buen grado la responsabilidad que constituía
el hecho de servirles de voceros a la Oficina de Intereses de los
Estados Unidos en La Habana, cuestión esta que está bien definida en la
Constitución y en el Código Penal vigentes en la República de Cuba,
cuyas leyes, al respecto, son de estricto cumplimiento.

Para los que "violaron" la norma, gústenos o no, fueron impuestas
condenas, quizás demasiados duras para algunos, para las autoridades del
país, las que deben aplicarse en casos como estos, con lo cual todo
queda dentro de lo establecido por la ley.

Como lo que se dice es que 75 reos fueron juzgados por criticar al
gobierno y que éste, en represalia los sancionó injustamente por el
sencillo hecho de que estos hombres lo que pedían era libertad,
democracia y respeto a los derechos humanos, desde muchos puntos del
planeta se alzaron voces a favor de la excarcelación de todos ellos. Más
tarde vinieron las denuncias sobre el "trato vejatorio" al que estaban
siendo sometidos todas estas personas.

El gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, hizo gestiones
ante las autoridades de la isla hasta lograr que un grupo de ellos
salieran hacia el exilio, donde, a algunos, sin serlos, la derecha
europea y ciertos sectores del exilio radicado en Miami y en España, los
convirtieron en héroes.

Orlando Zapata Tamayo, no formaba parte de ese grupo, pero el pobre
hombre fue utilizado e instrumentalizado como conejillo de india, hasta
pagar con su vida la irresponsabilidad de otros que saben,
perfectamente, que ese no es el camino para alcanzar la paz y la
estabilidad ciudadana en la isla.

Las mujeres; madres y esposas de los encarcelados, saben muy bien a qué
se exponen cuando sin autorización de la autoridades de la isla se
lanzan a la calle, en silencio o gritando consignas contra el gobierno.
También en los llamados estados democráticos, si no eres autorizado por
las entidades competentes, todo intento de manifestación es disuelto y
reprimido violentamente por la policía de esos sitios. Cuba no es una
excepción.

Guillermo Fariñas, ha iniciado su propio calvario. Sería bueno que las
personas sensatas les animaran a desistir de su empeño, por que con ello
no irá a ninguna parte. Los primeros que tenían que disuadirlo, son sus
amigos, familiares y compañeros de causa, porque la felicidad de un
pueblo no se construye con mártires, ni la libertad se conquista desde
una cama con los órganos vitales destruidos por negarse a ingerir alimentos.

Las actitudes suicidas y patrioteras, oportunistas y demagógicas, en vez
de sumar restan; en vez de ayudar entorpecen.

Cuba necesita mentes frescas y voces dialogantes, capaces de alcanzar
acuerdo y consenso, no el griterío de la calle, huelgas de hambres y,
mucho menos, la presión irresponsable de quienes se creen los dueños del
mundo, estandarte de la democracia, la libertad y los derechos humanos,
cuando, en realidad, sólo son títeres responsables de gran parte de los
conflictos y las miserias que hoy acarrea mundo.

No es haciendo y promoviendo el papel de víctimas y victimarios, como se
logrará un amplio acuerdo, en la Nación Cubana, con vistas a propiciar y
establecer vías y canales para el diálogo respetuoso y civilizado. No es
con las bravuconadas de unos y otros, como los espacios, libres y
civilizadamente se abrirán para todos, allí donde cada uno quiera
expresar sus opiniones. No es llamando al mundo, a que se alce contra el
gobierno de la isla como vamos a despejar nuestro horizonte: económico,
político y social, sino consultando a todos los cubanos para que, desde
el respecto y la tolerancia, arrimemos el hombro para conformar una
nación más fuerte, rica y soberana en aras de construir un país, "con
todos y por bien de todos".

A muchos se nos hace incomprensibles, sobre todos, los que conocemos la
historia política y social de nuestro país, cómo es que alguien que dice
amar la democracia, respetar los derechos humanos, la libertad y la
justicia en todos sus aspectos, vaya y se alinee al lado de la derecha
europea, o se posesione junto al gobierno de los Estados Unidos de
Norteamérica, o piense que con rectas económicas neoliberales se
resolverán los problemas en la isla.

¿Cómo creer que un gobierno foráneo que construye cárceles para la
tortura y coloniza una porción de nuestro territorio va a resolvernos
algo? ¿Cómo suponer que una nación que dicta unilateralmente un embargo,
económico, comercial y financiero, contra nuestro empobrecido país, de
la noche a la mañana vaya a convertirnos en hombres libres?

¿Cómo intentar ejercer el derecho a la palabra, si no la tenga para
defender en buena lid, las razones que me llaman a reclamar ese derecho?

¿Cómo pedir y reclamar justicia, derecho, dignidad, igualdad, respecto,
si ni por asomo soy el agente de eso que reclamo desde la ignorancia?

A lo largo de nuestra historia patria, los grandes hombres han sido
aquellos, que han sabido defender nuestra independencia y el derecho de
ser libres sin la tutela de los europeos ni la de los americanos; porque
Cuba fue, es y debe seguir siendo, una nación civilizada y libre, que
con el esfuerzo de sus hijos y todos los hombres de buena voluntad, se
erija, entre los demás pueblos del planeta, en modelo de convivencia,
prosperidad y tolerancia.

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