martes, 30 de marzo de 2010

Desde Nicaragua, una lágrima por Zapata Tamayo


publicado el martes, marzo 30, 2010

"Allá por los años 1980/81, cuando miles de ciudadanos cubanos ansiaban salir de Cuba por el Puerto de Mariel, desesperados, angustiados, decepcionados y desilusionados de una revolución agotada que se había envejecido y que a los 20 años demostraba que ya no tenía nada más que dar, Fidel afirmó "el Socialismo es tarea de hombres libres", esas palabras resonaron maravillosas en mis juveniles e inocentes oídos, pero el contraste que significaba la desesperación por salir de Cuba me obligó a profundizar en el conocimiento acerca de la relación Socialismo y la libertad.
Con los años me convencí de que el socialismo sólo es posible mediante las distribución de riquezas, no de miseria y pobreza, pero en particular, me convencí que sin libertad de expresión es imposible construir el Socialismo, y el Socialismo nada tiene que ver precisamente con ese asistencialismo prebendario que ha prevalecido en Cuba durante 50 años, a cambio del cual se ejerce una brutal intolerancia hacia cualquier cuestionamiento de ese sistema policiaco.
(...)
La experiencia de la vivencia cubana me permitió conocer de cerca el temor de la gente a debatir, a exponer sus ideas, ya no digamos a criticar, pues a la más suave señal de cuestionamiento se descalifica al exponente y con facilitad asombrosa se le tilda de "agente del enemigo", lo que de inmediato tiene como consecuencia la marginación, que en Cuba equivale a la muerte civil, pues la represión es de tal naturaleza que quien la sufre sabe que se está jugando la vida; tuve varios amigos de quienes después supe que habían sido encarcelados por el delito de opinar con libertad, lo cual está tipificado como delito en Cuba sólo que encubierto bajo diversos eufemismos.
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De ahí que opinar públicamente es un delito, y hacerlo es jugarse la vida por hacer respetar su derecho a soñar con la idea de que otro mundo es posible en Cuba, ese mundo que prohíbe la brutal intolerancia de Fidel, el mismo Fidel a quien en nuestros años juveniles idolatramos.
(...)
La muerte del obrero Orlando Zapata Tamayo es una vergüenza y pone de luto a todos los que desde la izquierda luchamos por un socialismo respetuoso de la libertad de opinión y de la libertad de difusión del pensamiento, su muerte hace ver a Fidel y a Raúl con la misma insensibilidad e intolerancia de Margaret Thatcher frente a los mineros ingleses.
En Nicaragua, donde se admiró en su tiempo a la revolución cubana, pero donde también se conoce de los sufrimientos que ha padecido el pueblo cubano, los sandinistas renovadores que soñamos y luchamos, sin prejuicios ni complejos por hacer realidad nuestros sueños de alcanzar un socialismo con vocación democrática, le rendimos a Orlando Zapata Tamayo el más respetuoso de los tributos a quien supo ser consecuente con sus ideas hasta las últimas consecuencias".

(Fragmentos de un artículo de Ramón Flores publicado en el blog Nicaragua hoy)

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