martes, 30 de marzo de 2010

Estas Damas de Blanco y aquellas de negro


Derechos Humanos/ Lo que va de ayer a hoy

Cubamatinal/ Cuando en Santiago de Cuba, allá por el año 1958, un grupo de mujeres vestidas de negro, familiares de jóvenes que habían muerto de otra forma en combate contra la dictadura de Batista, se presentaron frente al embajador norteamericano, Mr. Smith, con una pancarta que pedía “Cesen los asesinatos de nuestros hijos”, no fueron apaleadas ni acusadas de “asalariadas del imperialismo” por aquella acción.

Por Gladys Linares

La Habana, 29 de marzo /PD/ Se dice que en el régimen de Batista se asesinaba y torturaba jóvenes. Es cierto, a los que estaban afiliados al movimiento terrorista 26 de Julio, que ponían bombas en lugares públicos como cines, tiendas y escuelas, asaltaban cuarteles de la policía, hacían atentados. Estos peligrosos trajines revolucionarios los llevaban hasta el límite de perder la vida, como en el caso de la estudiante Urselia Díaz Báez, una joven de 18 años que murió cuando le explotó la bomba que le ordenaron colocar en el cine América.

Aquella forma de lucha en que los jóvenes salían a la calle a matar o morir por su ideal, no justificaba que se utilizara contra ellos la práctica de la tortura y el crimen.

Aquellos actos terroristas eran desaprobados por los ciudadanos honestos. En aquellos días, la prensa, la televisión y la radio, denunciaban estos acontecimientos y llamaban a la reconciliación nacional y el cese de la violencia de una parte y otra, para encontrar una salida pacífica a la crisis. En ocasiones, imponían censura a la prensa, pero siempre prevalecía la libertad de expresión.

En nuestros días, todos conocemos de muchos activistas de derechos humanos que cumplen largos años de prisión por tratar de lograr un cambio pacífico en Cuba y alcanzar la democracia.

Esposas, madres y hermanas de estos presos políticos peregrinan por iglesias y calles de la ciudad, vestidas de blanco, serenas, con gladiolos en las manos, salen a la calle con valor, a defender pacíficamente el derecho a la libertad de sus familiares.

Han caminado acorraladas y golpeadas por las brigadas de respuesta rápida, una chusma organizada por la Seguridad del Estado. Aunque algún periodista haya empleado la palabra “proteger”, todos hemos visto claramente como forzaban a las Damas de Blanco a entrar en los vehículos.

Para conocer la catadura moral del “pueblo ofendido” que utilizan para tratar de defender esta vieja e ineficiente revolución. Basta oírlos expresarse, carentes de identidad ciudadana. ¿Cuántos habrán sido reclutados en los años 80 para apedrear a personas pacíficas que querían emigrar del país?

Entre las damas de Blanco marcha Reina Tamayo, madre del preso político Orlando Zapata Tamayo, quien estuvo en huelga de hambre por más de 80 días y lo dejaron morir sin que las autoridades escucharan sus reclamos.

Qué distinto fue cuando a finales de marzo de 1958, cerca de 170 presos políticos involucrados en el asalto al Palacio Presidencial, iniciaron una huelga de hambre para demandar su libertad. Las instituciones cívicas y el Colegio de Abogados con su decano al frente, el doctor José Miró Cardona, hicieron gestiones y lograron su excarcelación. Entre los huelguistas se encontraban Enrique Hart y Ricardo Olmedo, aún convaleciente de varias heridas de bala que había recibido en el ataque al Palacio Presidencial. La huelga sólo duró 10 días.

Por más que el gobierno cubano trate de desconocer la gravedad de la situación, por más que quieran fingir ante propios y extraños que Cuba es un paraíso para cubanos y extranjeros, la realidad es otra y todos lo sabemos. Esa realidad se comenta en las paradas de ómnibus, las esquinas y en cuanto lugar se reúna un grupo de cubanos.

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