domingo, 21 de marzo de 2010
HOY EN LA HISTORIA DE CUBA 22 DE MARZO
Ancla en La Cabaña
• Santos católicos que celebran su día el 22 de marzo:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
Santos Bienvenido y Deogracias, confesores y Santas Lea y Catalina, viudas
- En el Almanaque Campesino de 1946:
Santos Bienvenido y Deogracias, confesores y Santas Lea y Catalina, viuda
• Natalicios cubanos:
Carbonell Figueroa, Néstor Leonelo: -Nació en Sancti Spíritus el 22 de mayo de 1846 y falleció en La Habana el 8 de noviembre de 1923. Poeta y atildado escritor. Sus “Romances del pasado” bastan para acreditarlo como excelso. Periodista, colaboró en todas las publicaciones cubanas y en algunas extranjeras. Figuró como luchador en la guerra de los Diez Años y uno de los que más eficazmente colaboraron a la organización de la Guerra de Independencia, habiéndole cabido el honor de adivinar en José Martí (ya en 1891) al Apóstol y Guía de la redención nacional. En Tampa, en donde vivía emigrado, encendió la llama del nuevo espíritu revolucionario, desde la trinchera independentista “La Contienda”, que fue albergue y tribuna de los exilados cubanos.
Díaz Pairó, Antonio.-Nació en La Habana el 22 de marzo de 1898. Abogado. Profesor agregado de la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana (Cátedra D. Derecho Civil Tercer Curso). Autor de la obra “El divorcio en Cuba”, Habana, 1935, y colaborador asiduo de “Revista Cubana de Derecho”.
El 22 de marzo en la Historia de Cuba
• 1797 -
- Cultivo del Café.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 169-170 nos describe los acontecimientos del 22 de Marzo de 1797 en la Historia de Cuba:
“El cultivo del café en Cuba, a través de los tiempos, despertó especial interés. Productoras de este grano eran otras Antillas. Desde temprano pareció que, por la semejanza de condiciones climatológicas y telúricas, Cuba podía rivalizar con las tierras hermanas. Ensayos realizados, ya por particulares aisladamente, ya por núcleos alentados oficialmente, llegaron a hacer concebir excelentes esperanzas.
“A poco de comenzar el último tercio del siglo XVIII, en 1768, fue introducido el café en Cuba. Lo trajo de Puerto Rico el funcionario y agricultor José Antonio Gelabert. En su finca, enclavada en Wajay, hizo las primeras plantaciones. Se vio pronto que los cálculos formulados alrededor de las excelentes condiciones de Cuba para el cultivo del preciado fruto descansaban en sólidos fundamentos. De Wajay se extendió el café por otros partidos no distantes de La Habana.
“El incremento del cultivo de un articulo de tanto consumo no alcanzaba a cubrir las demandas del país, que continuaba en las postrimerías del siglo XVIII importando mucho café de Puerto Rico. En 1790 el que se traía de allí costaba a unos veinte pesos el quintal, precio que poco después, en 1793, bajo, fluctuando entre doce y dieciséis pesos. Lo cosechado en Cuba competía por entonces con lo importado. En 1795 los sesenta quintales que produjo un cafetal fomentado en Arcos de Canasí se vendieron en La Habana, con anticipo por parte del comprador de parte del precio, a razón de catorce pesos.
“El estancamiento en que había permanecido el cultivo del café a través de más de un cuarto de centuria se debía principalmente a falta de protección y estímulo oficiales. El Real Consulado de La Habana pretendió coadyuvar al fomento de ramo agrícola de tanta trascendencia. Ofreció prestar a cierto número de hacendados el valor de diez esclavos, pagaderos en varios plazos sin interés alguno. La medida no fue del todo estéril. El propio Real Consulado quiso cerciorarse de los frutos de sus iniciativas y auxilios, y comisionó a Pablo Baloix para que reconociese los cafetales. Baloix rindió en pocas semanas su cometido, y el 22 de marzo de 1797 presentó el informe pertinente. Pudo verse así que en 1797 había en Cuba cinco cafetales de alguna importancia, situados en Canasí, Wajay y Guanajay. Ciento dos esclavos trabajaban en esos cinco cafetales. El total de sus plantaciones se elevaba a ciento treinta y cuatro mil novecientas cuarenta y cinco. Acaso se abrigaron esperanzas de extraordinaria monta por aquellos días, pero el café no lograba tan buen éxito como el tabaco y la caña de azúcar.”
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