lunes, 29 de marzo de 2010

Mujeres asustadas. / Miguel Iturria Savón.


Publicado por Ancla insular29 Marzo, 2010

Días atrás, en casa de un amigo, sentí vergüenza ajena al escuchar a una maestra de primaria que charlaba con la esposa de un colega, al cual consultó sobre un problema laboral por el cual la expulsaron. Al preguntarle el comunicador si quería ventilar el asunto en la prensa alternativa, la señora se espantó: ¡“Qué va amigo, yo no quiero líos con los perros de la Seguridad del Estado, ahora andan como locos deteniendo a opositores por la muerte del preso que murió de hambre”!

Mi amigo no insistió, aunque sabe que la maestra expulsada le pide a su esposa algunos libros prohibidos en Cuba y los ejemplares de El Nuevo Herald, El País y otros diarios extranjeros que él consigue. “Ella lee, pregunta y calla; el miedo la paraliza”; dijo el periodista independiente.

La maestra amedrentada me recuerda a una joven abogada, hija de un ex cuñado que reside en Miami, el cual le envía dinero cada mes, pero no pudo sacarla de la isla a través de México. Mientras espera la reunificación con el esposo que escapó hacia la Florida, la jurista se incorporó a una Consultoría, donde aplica la legislación socialista y paga la cuota sindical. Portarse bien es la táctica utilizada para que el gobierno no le niegue el Permiso de salida.

Pero el miedo tiene las manos largas. Conozco a exiliados de Miami y New York que cuando visitan a los familiares de La Habana evitan el contacto con opositores, con quienes compartieron el pan y las ideas antes de marcharse de la isla. Si tropiezan con alguno les dicen: “Disculpa brother, pero esto es muy duro, si un chivato del barrio informe que ando con disidentes quizás me encierren de nuevo”.

En esa línea clasifica una bella amiga que vive en México hace más de diez años, donde se casó, obtuvo la ciudadanía y tiene dos niñas preciosas. Trabajamos como investigadores literarios en una institución cultural. Desde Monterrey me enviaba postales y hasta me traía bombones al visitar a sus padres, a quienes trato con mimo. La distancia sobrevino al descubrir mi blog, le asustaron algunos post según la madre, quien me expresó en una calle del Vedado: “Dice Belinda que te has vuelto loco, que escribes como si no vivieras en Cuba”.

Otras historias demuestran que muchas damas y caballeros olfatean el peligro y se alejan de la candela; saben que la vida es breve y la represión es infinita. ¿Por qué complicarse con denuncias y contactos con gentes perseguidas? ¿Para qué desafiar a las fieras que golpean y encarcelan a los opositores?

Como toda regla tiene honrosas excepciones, conozco a decenas de compatriotas que tiran a un lado las máscaras del miedo, la simulación y la autocensura. Días atrás, Claudia Cadelo colgó en Octavo cerco una grabación con el enfrentamiento verbal que tuvo en el lobby del Cine Chaplin, donde un empleado al servicio de la Seguridad del estado le impidió entrar a la XI Muestra de Nuevos Realizadores, realizado en la última semana de febrero.

Como la maestra expulsada no tiene acceso a Internet no podrá escuchar el desafío de Claudia Cadelo. Tal vez mi amiga de México y la abogada consultora abran el blog que menciono y sonrían con admiración. Las fieras temen a las palabras.

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