La historia me la puso mi colega Caridad Caballero Batista entre las
manos. Me dio las fotos como quien entrega un corazón latente para ser
salvado con urgencia.
En el año 2005 Alberto Laguero Castro se encontraba comprando cerveza a
granel en un kiosco, en el marco de los carnavales holguineros. Desde
entonces su vida es la odisea que él cuenta a quien se lo pida y que en
parte mostramos en estas imágenes. Los policías Héctor Luis Pérez Osorio y
Frank Ochoa Angulo lo golpearon como a muchos más en el tumulto por
comprar la cerveza y lo trasladaron detenido a la Unidad de la Policía
conocida como “El anillo”, antes era la 1ra Unidad, ubicada en Martí y
Narciso López, Holguín. A las pocas horas comenzó a gritar por el fuerte
dolor, pero no le hacían el menor caso, hasta que los dolores aumentaron y
ante la insistencia decidieron llevarlo al Hospital Lenin, de la misma
ciudad.
Alberto, que ahora tiene 31 años y por entonces fungía como custodio en
una empresa de Seguridad y Protección, dice que le dictaminaron lesión de
médula. Lo hospitalizaron por seis meses, hasta que sus padres lo llevaron
a La Habana, para ser tratado por especialistas de mayor rango, aún así la
madre se queja: “Mi hijo fue torturado por esos esbirros y hasta el día de
hoy no les han hecho nada me escribieron del Consejo de Estado diciendo
que los policías ahora no tienen culpa, salieron absueltos del juicio y no
pasó nada”.
Un tiempo después le construyeron una pequeña habitación con un baño, pero
“los trabajadores sociales no vienen aquí, ni los médicos”, dice la madre.
“Yo he tenido que hacer de enfermera, buscar los medicamentos en el
consultorio y llevarlo y traerlo del hospital porque nunca tienen
ambulancia para prestarme ese servicio”, agrega.
A esta desgracia se suma que Carmen Luis Castro Masabó, la madre del joven
torturado, tiene dos mellizas retrasadas mentales, las que ha tenido que
enviar con su ex esposo, ya que ella se marcha para el trabajo y tiene que
dejar a Alberto solo, “Todo el día se lo pasa solo porque yo soy educadora
de Enseñanza Especial y he debido ponerme a trabajar otra vez pues no
recibo ninguna ayuda del estado y si seguimos así nos vamos a morir de
hambre”, y concluye, “yo espero por lo menos que si no hay justicia del
gobierno, Dios se ocupe de impartir justicia ante el hecho aberrante que
han cometido con mi hijo, nadie merece que le hagan esto. Estoy
desesperadaza, todo ha quedado en la más absoluta impunidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario