La hipocresía
Por: Jesús V. Díaz
Estimados compañeros:
Me llamo Daniel y vivo en Cárdenas, Matanzas. Trabajo en turismo y por eso
he podido ver en estos días todo el debate que se ha levantado a raíz de la
muerte del preso Orlando Zapata. Lo he visto en CNN en Español y Televisión
española. También he leído algunos periódicos porque en los hoteles tenemos
internet. He leído artículos escritos por intelectuales extranjeros,
disidentes cubanos, amigos de la revolución, enemigos. A raíz de todo eso, y
de las cartas que andan circulando por ahí, me gustaría compartir una
reflexión con ustedes. Yo no soy nadie, ni actor ni cantante ni figura
pública, tampoco intelectual, pero si sirve de algo, antes de dedicarme al
turismo hice la carrera de sociología, soy militante del Partido y miembro
de la asociación de Combatientes de la Revolución por haber cumplido misión
internacionalista en Etiopía.
Lo primero que quiero contarles es que la muerte de Zapata me ha dejado muy
confundido. Al margen de que Amnistía Internacional diga que era un preso de
conciencia y nuestro gobierno insista en que era un preso común, Zapata ha
muerto por una huelga de hambre. Porque se negó a comer. He pensado mucho en
eso. ¿Qué le pasa por la mente a una persona para hacer algo así? Yo no lo
sé, pero reconozco que en este país ningún disidente había llegado tan
lejos. Al menos que yo tuviera noticia. El Granma ha dicho que Zapata hizo
la huelga porque quería un televisor, un teléfono y una cocina en su celda.
Que alguien muera por eso sólo admite dos lecturas, o Zapata estaba loco o
el Granma miente. Ciertamente la locura podría explicar todo esto, pero si
Zapata tuviera antecedentes psiquiátricos, no tengo duda de que el Granma
los habría publicado. Así que no me queda más remedio que asumir que este
señor no murió por un televisor. Murió por otra
cosa. No sé cuál. Dicen que lo manipularon, y seguramente haya algo de
verdad en eso, pero convencer a alguien para que se deje morir no debe ser
fácil. Ni es tan simple.
Aquí siempre nos han dicho que los disidentes son mercenarios, pero un
mercenario no hace eso. Los mercenarios cobran y viven. Los mercenarios no
se inmolan por una idea (por muy ridícula que sea), por eso los terroristas
de Al Qaeda no usan mercenarios sino fanáticos. ¿Era Zapata un fanático?
¿Un fanático de qué, de la contrarrevolució n? No sé qué pensar, porque un
fanático no surge de la nada, necesita un caldo de cultivo. ¿Existe en la
Cuba de hoy ese caldo de cultivo que genera fanáticos? Sería realmente
preocupante. Y una señal muy grave del estado de las cosas. Ya sé que la
muerte de un solo hombre no tiene por qué significar nada. Puede ser un
hecho aislado. O no. Mientras escribo esto hay otros dos disidentes que
también se han declarado en huelga. Y uno de ellos está ingresado. ¿Qué
pasará si mueren? ¿Serán otros dos mercenarios aislados, dos pobres víctimas
manipuladas?
Lo bueno de hacerse viejo (yo tengo 44 años) es que uno tiene una memoria
enorme de las cosas que ha visto. Yo estos días me acuerdo mucho de algo que
pasó hace casi treinta años… En 1981 diez presos del ejército republicano
irlandés (IRA) se declararon en huelga de hambre en sus cárceles de Gran
Bretaña. Muchos cubanos no se acordarán, pero entonces el tratamiento que se
le dio en la televisión nacional fue de respeto y admiración. Desde que
falleció el primero; Bobby Sands hasta que murió el último; Mickey Devine,
todos sus nombres fueron mencionados en el noticiero de las ocho como una
forma de mostrar la represión política que entonces ejercía Margaret
Thatcher sobre Irlanda del Norte.
No intento comparar Cuba con Irlanda. Pero sí me llama la atención que
aquellos huelguistas (algunos de ellos condenados por delitos de terrorismo
en los que fallecieron inocentes) merecieran tanta gloria, y los que tenemos
aquí sólo desprecio. ¿Por qué? ¿Porque supuestamente son delincuentes
comunes, porque son cubanos, porque están contra el gobierno? Soy consciente
de que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo.
Pero yo no soy el enemigo. Cuestionar la versión oficial de quién era
Orlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamente
ni siquiera conozco). A mí la revolución no me educó para convertirme en una
persona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo han
intentado). Yo creo que si un cubano muere de huelga de hambre tengo derecho
a exigir respuestas claras y convincentes.
Además, no es la primera vez que me cuestiono una versión oficial. Ni la
primera vez que la rechazo. Antes he contado que pasé dos años en Etiopía,
en la brigada que apoyaba al gobierno de Mengistu Haile Mariam. Los que
estuvimos allí sabemos quién era ese señor, y las barbaridades que hacía en
su país. Era obvio que aquello no tenía nada que ver con el socialismo sino
con prácticas de un gobernante feudal, pero aunque todos en la brigada
éramos conscientes de lo que pasaba (incluidos los jefes de misión) la
versión oficial siguió insistiendo en que apoyar a Mengistu era bueno para
la causa revolucionaria, pero poco después de que Cuba retirara sus tropas
(no el apoyo político) Mengistu huyó de Etiopía en un avión cargado de
dinero. Hoy vive en Zimbawe y está acusado en su país de genocidio. Repito:
GENOCIDIO. Cuando lo supe, en 1991, me dio rabia por tantos compañeros que
fueron a Etiopia a luchar por una causa justa y murieron
apoyando a un genocida que hoy vive de su cuenta en Suiza .
Aquella vez mi gobierno se equivocó. Como se ha equivocado muchas veces. Por
eso tengo que decirlo; soy cubano, soy revolucionario, pero apoyo
incondicional no. Me niego a confiar ciegamente en un sistema que a veces
dice la verdad, a veces sólo media verdad, y a veces miente. Como todos los
gobiernos del mundo, dirán algunos. Pero éste es el mío, éste es el que me
exige cerrar filas sin hacerme preguntas, sin cuestionar qué está pasando
en la sociedad cubana para que un preso muera de huelga de hambre.
A mí me enseñaron que en Cuba las huelgas de hambre las hacían los
revolucionarios contra Batista. ¿Qué está pasando aquí para que ahora hagan
huelga los gusanos? ¿Qué tendría Zapata en la cabeza para que no le baste
con ser mercenario, para que elija morirse? Yo creo que para responder a eso
tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y ser autocríticos.
Hay que cuestionar las cosas, compañeros, porque eso es lo que hace un
revolucionario. Y no se le puede llamar mercenario a todo el que lo haga.
Algunos lo son, no tengo dudas, pero todos no. Yo no tengo buena opinión de
los disidentes porque, en primer lugar, sólo sé de ellos lo que me cuenta el
Granma, y segundo porque me siento lejos de personas que defienden posturas
conservadoras que llevarían este país a un extremismo de derechas, justo
aquello contra lo que siempre he luchado, pero tengo que reconocer que
algunas de las cosas que dicen tienen razón. ¿Eso me convierte en disidente?
Rotundamente no. Entonces, ¿Dónde está la línea? Por ejemplo, exigir
responsabilidades políticas porque en Mazorra han muerto de frio treinta
enfermos mentales de los que nadie se ocupó, ¿Eso es hacerle juego al
enemigo? Quejarnos de que en los hospitales no haya higiene, o que no
podamos salir del país sin permiso ni tener acceso a internet, ¿eso es
de revolucionarios o de mercenarios? Lamentar que en mi país exista una ley
de peligrosidad, copiada del régimen fascista de Franco, que condena a las
personas “proclives” a cometer un delito (sin haberlo cometido aún), ¿Eso es
de gusanos o de comunistas? Sinceramente no lo sé.
No sé dónde quejarme, dónde lamentar, dónde exigir. No sé con quién tengo
que hablar. ¿Con mi núcleo del partido, con mi presidente del CDR, con el
delegado de mi circunscripció n? ¿Con el Granma? Créanme que ya lo he hecho y
no ha servido para nada. Entonces, ¿Dónde canalizo mi vergüenza? ¿En el
Miami Herald? Les voy a contar de qué se habló en la última reunión de mi
núcleo del partido; de retirarle el carné a un compañero porque había pedido
la nacionalidad española. De eso se habló.
Cuando veo el noticiero me indigno porque siento que me tratan como si
tuviera diez años y viviera en la luna. Yo no vivo en la luna. Yo vivo en
Cuba y sé lo que pasa. Y me indigna que me digan que un preso ha muerto
porque quería un televisor.
Yo no sé lo que quería Orlando Zapata con su huelga, pero sé lo que quiero
yo: soluciones a los problemas de mi país. Y podemos buscarlas o decirle al
mundo que la culpa de todo la tienen los yanquis y los mercenarios, podemos
intentar arreglar esto entre nosotros o mentirnos diciendo que no pasa nada,
que la juventud está comprometida, que nuestro pueblo cada día es más
heroico y viril, que somos la referencia del mundo, que la calle es de
Fidel…
Y sí, mi calle hace cincuenta años que es de Fidel, y no tiene bombillas
porque se las roban los de la empresa eléctrica (esos sí son mercenarios) ,
se inunda siempre que llueve y necesita asfalto.
Así que ustedes dirán,
Revolucionariamente ,
Daniel
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