Enviado por ei en Abril 25, 2010 – 2:07 am.Frank Rodríguez
Hoy, a dos meses de la trágica muerte por inanición de Orlando Zapata Tamayo, sobrepasando las 45,000 firmas de la campaña “O.Z.T.: Yo acuso al gobierno de Cuba” hay sendas otras campañas “mediáticas” en busca de firmas para el Premio Nóbel para las Damas de Blanco, quienes se atreverán a marchar de nuevo el domingo y serán de nuevo reprimidas como los dos domingos antes, y para el Premio Sájarov, que ya poseen estas damas, pero ahora para Guillermo Fariñas, en su día 59 sin comida ni agua.
La tiranía ha lanzado la voz de que una campaña, por ser mediática es algo peyorativo. Claro que las campañas de la tiranía son además de mediáticas, mediatizadas.
Hay tres predicciones fáciles: (1) se marchitarán los gladiolos de las damas sin marchar, (2) tanto las damas como Fariñas poseerán el Premio Sájarov y (3) Ni unas ni el otro serán nunca jamás Premio Nóbel.
La tiranía ya determinó, como hace siempre, que el control doméstico vale más que la imagen internacional –que siempre se puede manipular– y que al fin y al cabo no está in situ. El Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia se otorga a personas como Andréi Sájarov y Guillermo Fariñas. El Premio Nóbel es para izquierdistas. El último “recipiente” del de la Paz es además zurdo.
Pero la tiranía se encuentra en un dilema. Aunque es cierto que la represión le gana tiempo, también le gasta tiempo, tiempo que pudiera haber utilizado para mejorar la situación económica interna. Pero para mejorar la situación económica interna tienen que liberalizar y liberalizar se parece demasiado a liberar.
La ausencia de damas vestidas de blanco por la Quinta Avenida será notada. Y si blogueros y disidentes desparecen de la vida o desaparecen de la escena, en este caso su ausencia también será notada. Cuando se mandó a prisión a Biscet no se encerró su mensaje. Y aunque Zapata murió, Zapata vive.
La creación de héroes es más fuerte que la heroína. La creación de mártires es más fuerte que Martí. La creación de obedientes comunistas no es conducente a intrépidos innovadores. Cuba está en piloto automático, sin probabilidad de caer a corto plazo, pero garantizado que no puede ni sabe aterrizar. Combustible tiene de Chávez. Pero el piloto y el copiloto están dormidos en el sueño de la inercia. Lo que les ha funcionado antes les tiene que funcionar en el futuro. Se creen capaces de continuar y no vislumbran que están en un avión, y que el avión tiene que aterrizar tarde o temprano. Aunque Chávez reabastezca el avión, los pasajeros no son astronautas en órbita, aunque los Castro creen que son cosmonautas. Son lunáticos los pilotos de la nave espacial cubana, y ni el transbordador americano ni el cohete ruso los puede bajar, ni hablar de la Agencia Espacial Europea ni China ni Irán. Cuando mueran los dos pilotos no hay nadie que sepa bajar la nave.
Sus instintos llevarán a los pasajeros a buscar alguien que los salve. Pero no se aprende a volar cuando a uno le han cortado las alas por medio siglo.
¿Aterrizaje forzado? Sólo en el mejor de los casos, pero más probable es una horripilante colisión por error humano, error que ocurrió cuando hace medio siglo les dimos licencia de aviadores a dos terroristas nunca interesados en aterrizar.
Dos torres gemelas caerán incendiadas en el proceso, Cuba . . . y Venezuela.
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