jueves, 1 de abril de 2010
Dora Alonso:”formar a los niños al calor de las nuevas ideas” revolucionarias (ENTREVISTA)
Un primer paso
Entrevista a Dora Alonso
Por Manuel Pereira
Fotos de la edición original: Ernesto Fernández
Publicada hace treinta y cinco años por el escritor, periodista, traductor y crítico de arte cubano Manuel Pereira (La Habana, 1948) Librínsula reproduce esta poco divulgada entrevista, reveladora de la voluntad, dedicación y optimismo, que caracterizaran a la prolífica y nunca olvidada autora, en el centenario de su natalicio.
Dedicada por entero a escribir, Dora Alonso ha cultivado la temática rural y marina. En ella la literatura infantil encontró también una fiel exponente
Es matancera, por eso inmediatamente nos brinda café. Un café oloroso y no muy fuerte. Se llama Dora Alonso. Nació hace 64 años en el seno de una familia de agricultores y ganaderos. De esa primera experiencia vital surge la mayoría de sus temas. Comprometida con la temática rural, Dora Alonso también aborda con frecuencia el escenario marino. Porque esas excursiones por el mar me privan...–dice mientras retira las tazas vacías y se escurre detrás de la puerta de la cocina.
Dora tiene una obra vasta como su vida. Algunos títulos: Tierra adentro, novela corta que fue premio nacional de la Dirección de Cultura en 1944; su cuento Negativo con el que ganó el premio Hernández Catá tres años más tarde; una obra de tema racial Caín o La hora de estar ciegos (1955); La casa de los sueños (I960); Tierra inerme, novela premiada en la Casa de las Américas en 1961; Ponolali, premio Casa en cuentos (1966); el libro de cuentos Once caballos (1970). Obtuvo premios en el Patronato del Teatro fundado en 1942. Cultiva el género teatral infantil. Pero de todo lo que ella ha escrito hay que destacar un libro juvenil –el primero hecho en Cuba– Las Aventuras de Guille, que ahora se reedita por tercera vez. La primera, en 1965 con 50 mil ejemplares; la segunda, en el 69 con 60 mil, y ahora con cien mil. Un libro como éste que siempre que se publica se agota como si fuera merengue a la puerta de un colegio merece comentario aparte. Y esto no sólo sucede en Cuba. En la URSS, entre los autores cubanos más publicados, está Dora Alonso quien, con seis ediciones de Tierra inerme y de Las Aventuras de Guille, ha acumulado un total de 141 mil ejemplares sin contar las traducciones al lituano. Opiniones de funcionarios del Ministerio de Educación cubano coinciden en que este libro de aventuras es formativo. Por eso se sitúa en bibliotecas escolares y en Secundarias Básicas preferiblemente. Hace dos años se realizó una encuesta en diversas bibliotecas cubanas y el libro de Dora resultó ser el más frecuentado por los jóvenes lectores. Este ha sido el éxito de Las Aventuras de Guille, cuyo principal objetivo es animar en los niños el cariño hacia la naturaleza de Cuba y, en especial, hacia la fauna.
Dora Alonso es autodidacta. El único recurso de comunicación que existía en su pequeño pueblo era el tren. No obstante, muy pronto se vio envuelta en las lecturas de Julio Verne y Emilio Salgari. Leyó y leyó y, casi sin saber escribir, empezó a dictar sus primeras escaramuzas. Ya a los quince años escribía con más regularidad. A los veinte, con el movimiento contra Machado, se unió a la lucha con Antonio Guiteras dentro de La Joven Cuba. En esa etapa escribió textos de denuncia y de combate. Inició su carrera literaria a través de concursos. En 1935 envió un cuento de tema esclavista a la revista Bohemia. Entre quinientos cuentos fue premiado y publicado el suyo. Entonces se le abrieron el resto de las publicaciones. En 1940 se casó y fue a vivir a La Habana. Siguió cultivando el cuento. Empezó a hacer periodismo en radio, revistas y periódicos. Al triunfo de la Revolución creó en Bohemia la página infantil. Por esa misma publicación fue enviada como corresponsal de guerra a Girón.
Desde 1960 publica mensualmente el cuento infantil en una revista femenina y, además, escribe programas infantiles para la radio.
En el centro de su sala, toda decorada con motivos japoneses, Dora Alonso parece sorprendida cuando le preguntamos a qué atribuye el éxito de Las Aventuras de Guille.
Yo siempre esperé que pudiera gustar, por la orfandad cubana que había de este tipo de literatura que se inaugura con Guille La primera edición se agotó en unos cuantos meses, la segunda, igual. Veremos qué pasa ahora con la tercera. Yo creo que muchos escritores podían haberlo hecho mejor que yo. Pero, vaya, no lo han hecho. Los muchachos no tenían dónde espigar, porque es ahora que empieza, y ojalá se consolide, un movimiento de escritores infantiles y juveniles en Cuba. Yo no escribo para la juventud sólo porque me guste, sino porque creo que es un deber revolucionario.
Hablando sobre la literatura infantil y juvenil en la Cuba prerrevolucionaria, Dora dice:
Aquí no se hacía ese tipo de literatura. Solamente se vendían los clásicos del género publicados por editoriales extranjeras. Es con la Revolución cuando se empiezan a movilizar algunos escritores para cumplir esa tarea absolutamente necesaria de formar a los niños al calor de las nuevas ideas. En el libro, el niño tiene un auxiliar, una manera de expandir su imaginación. ¿Y qué darle mejor que lo nuestro, teniendo nosotros tanto que dar? Claro, eso no descarta que los niños sigan leyendo a Verne, por ejemplo. Pero por mucho que el niño se reconozca en un héroe de Verne, se tiene que sentir mucho más identificado con Guille. Porque se ve a sí mismo, la forma de hablar, de ser; y se identifica mejor que con un héroe de otro país que no conoce.
Interrogada acerca del porvenir de la literatura infantil y juvenil en Cuba, Dora responde:
A través de concursos, como el de La Edad de Oro, se está creando todo un movimiento de literatura infantil y juvenil. Ya hay escritores de peso que le dedican espacio a este género: Onelio Jorge Cardoso, Mirta Aguirre, Renée Méndez Capote, Anisia Miranda. Y van surgiendo nuevos nombres, escritores más jóvenes que al cabo de algunos anos rendirán sus mejores frutos. Nosotros podemos decir que somos los pioneros en este género. Sobre lo que humildemente ofrecemos, con nuestras fallas, con nuestros titubeos e inexperiencias, ha de forjarse una literatura más ambiciosa y hermosa. Por lo menos se le ha dado a esto el interés que merece, lo prueban estas tiradas que se reiteran y se incrementan. Posiblemente, Cuba sea en esto también un índice para otros países de la América Latina, exceptuando quizá a la Argentina que tiene una editorial y funciones de este tipo muy buenas, pero el resto tal vez tenga mucho que aprender de nosotros.
A Dora Alonso le gusta más hablar de lo que está haciendo y de lo que hará que de lo que ya está hecho. Por eso se extiende en la enumeración de sus diversos proyectos:
Yo espero poder escribir otro Guille. En la región de Guanahacabibes me gustaría hacer algo. Pero hay que apurarse porque todos los días se abren nuevos caminos. Tú sales al campo este mes y vuelves dentro de cuatro y no lo conoces. En un proceso como éste todos los días ocurren acontecimientos que dan pie a nuevos temas. Por ejemplo, esos pueblos comunales que se están construyendo es algo de lo que estoy enamorada. Son cosas que están pidiendo libros. Ahora hago un libro de poemas infantiles: La flauta de chocolate. Tengo presentado otro libro de versos y adivinanzas: El grillo caminante. Estoy enfrascada en la confección de un libro de cuentos infantiles ilustrados por un niño: El libro de Camilín.
Ya se había agotado la cinta de la cassette cuando Dora Alonso espontánea y vital, hizo esta última declaración:
Estoy dedicada de lleno a lo infantil, siempre con una sola razón: que todo aquello que se afirma en sus propias raíces es lo que perdura más. Todo lo mío se afirma en lo nuestro. Y hay mucho, mucho que hacer todavía. Desde luego, la antorcha ya habrá que pasársela a los muchachos que están saliendo, con mucho talento y más seguridad que nosotros, sin las incertidumbres que tiene siempre un autodidacta, en este caso yo, que somos un poquito queso gruyere: caminamos y de pronto caemos en un hueco porque falta una base firme. En esta Cuba nueva, tan hermosa, donde se forjan las nuevas escuelas, ahí sí va a salir la gran literatura, pero nos cabe la satisfacción de haber dado nosotros un primer paso.
Tomado de: Revista Cuba Internacional, enero de 1975, pp. 42-43.
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