jueves, 1 de abril de 2010
HOY EN EL CALENDARIO CUBANO 1 DE ABRIL
En la Vía Blanca entre La Habana y Matanzas
• Santos católicos que celebran su día el 1º de abril:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
Santos Venancio y Quinciano, mártires y Santas Teodora y Urbicia, mártires
- En el Almanaque Campesino de 1946:
Santos Venancio y Quinciano, mártires y Santas Teodora y Urbicia, mártires
El 1º de abril en la Historia de Cuba
• 1906 -
- El cultivo de la planta de ramié en Cuba. De la revista Carteles del 21 de febrero de 1954.
“La Habana, abril 1 de 1906. -Las fibras del ramié, con las cuales se hacen las telas y pañuelos llamados de seda china por su aspecto sedoso, tienen un color blanco anacarado, resisten mejor el desgaste que las de lino y cáñamo, y poseen la cualidad de ser incorruptibles.
“Las fibras están contenidas en la corteza y es necesario, ante todo, separar la corteza del leño de modo que quede en forma de cintas que, secadas y aireadas, constituyen el producto que se conoce por "china grass", el cual produce hilos usados para confeccionar tejidos similares a la seda.
“Cabe la gloria a un cubano, el señor José García Hernán, de haber ideado un aparato sumamente sencillo, que fabrica las cintas, como quedó probado en la experiencia realizada el sábado último en los talleres de los señores Vila y Rodi, en el Vedado.
“Este problema del descortezamiento es de tal importancia que los ensayos hechos en Torroella de Montgri, Cataluña, fueron abandonados por las dificultades encontradas para el descortezamiento. Cómo hemos visto el cubano García ha vencido el único aspecto difícil de la explotación de esta planta en Cuba.”
• 1896 -
- Antonio Maceo en la Provincia de Pinar del Río.
José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 181-182 describe estos acontecimientos del 1º de abril de 1896 en la Historia de Cuba:
“En las primeras horas del día siguiente (19 de Abril), se tomó el camino de la sierra de Limones, para subir la alta y escarpada montaña del Toro, con el fin de explorar el campo enemigo de Bahía Honda. En la meseta de esta montaña tenían los españoles un destacamento, encargado de custodiar un aparato óptico que se comunicaba con Los Palacios, población de la línea férrea. Se sostuvo un ligero tiroteo con dicho destacamento; pero parece que nuestros proyectiles causaron algún daño en el heliógrafo del Toro, por cuanto el general Wéyler comunicó la noticia a Madrid en términos sensacionales: dijo fue había sido atacado el destacamento del Toro por la gente le Maceo, después de haber sostenido sus defensores ¡diez y ocho días de asedio! Era la primera vez que Maceo cruzaba por esa montaña, y no era cosa de entretenerse en poner sitio a un destacamento de 25 hombres. También participó Wéyler fue la conducta de los defensores había sido heroica. Para que todo sea erróneo y falaz en los partes que Wéyler trasmitía al gobierno de Madrid, agregó que el ataque decisivo lo intentó Maceo el día cuatro de Abril, cuando, en realidad, nuestro paso por el Toro fue el día primero, sin detenernos más que algunas horas en el reconocimiento de la posición enemiga.”
• 1895 -
- Antonio Maceo, José Maceo, Flor Crombet acompañados de veinte patriotas desembarcaron en Duaba, Baracoa.
José Miró en “Cuba: Crónicas de la Guerra” Tomo I - Segunda Edición de la Editorial Lex, 1942, páginas 56-57 nos describe la suerte del desembarco del 1º de abril de 1895 en Duaba, Baracoa:
“Se ha censurado que Maceo hubiese asumido el mando de las tropas orientales al venir de la emigración para tomar parte en la nueva lucha por la independencia de Cuba. ¿Cuál otro con más títulos? Los que reprobaron aquella resolución, debieron, ante todo, haber rivalizado con Maceo en aptitudes militares; bregar como él, como él hacerse temible de los españoles, como él conocer los resortes de la guerra y manejarlos con el arte singular que le ha valido la reputación de gran capitán. Y de no sentirse con bríos para tanto, haber tenido al menos el valor suficiente para oponerse a dicha resolución, si es que ella acusaba arbitrariedad o sed desmedida de mando. No han meditado seguramente, que si Maceo no se proclama jefe de la región oriental, al encontrarse con el primer cuerpo de guardia de los cubanos, yendo errante por el bosque, las tropas mismas lo alzan por caudillo (1).
“Desembarcó en mañana neblinosa y a la ventura, sobre playa inhospitalaria y desierta de patriotas, sin oír otro ritmo al tocar la tierra de Cuba que el profundo y triste del oleaje rompiente, al que pronto siguió el cañonazo de alarma. El enemigo, en vela, organizó la caza contra la pequeña comitiva, acosóla por entre la sierra, la batió aquí y allá, hasta ponerla en completa dispersión, no sin apoderarse del cadáver de Flor Crombet, triunfo señalado para los españoles y pérdida grande para los cubanos. Orientándose por el sol y las constelaciones, después de peligros incontables, de peripecias y necesidades capaces de hacer apelar al suicidio, logró por fin la salvación y hospitalidad cariñosa en un destacamento que registraba el monte, buscando las huellas de su idolatrado General: ¡eran soldados de su antigua escolta!
“Al saber los españoles que Maceo se hallaba entre los suyos e ileso, se prepararon para el combate formal comprendiendo que la cosa iba de veras, y el general Martínez Campos se dispuso a dirigir personalmente las operaciones militares, estimando como negocio secundario la acción política, en la que había cifrado hasta entonces sus lauros de Pacificador. Efectivamente; la guerra cambió de aspecto bajo la dirección del caudillo cubano, que imprimió a la campaña el sello de su rara actividad y las manifestaciones de su genio emprendedor. Los tiroteos cobraron intensidad y se multiplicaron; las plazas españolas se creyeron inseguras; se peleó en campo raso; hubo choques terribles, en los que jugó el arma banca; vinieron a las filas los viejos soldados que sólo esperaban la llegada del capitán; todo el mundo ocupó su puesto.
“(1) Maceo desembarcó el día 1º de Abril, en la playa de Duaba, jurisdicción de Baracoa. Con él, a bordo de la goleta "Honor", venían los siguientes expedicionarios: generales Flor Crombet y José Maceo; coroneles Agustín Cebreco, Patricio Corona y Adolfo Peña; tenientes coroneles Silverio Sánchez, José Arzeno y Arcil Duverger; comandante Juan Fustier y oficiales Joaquín Sánchez, Domingo Guzmán, José Palacios, Franck Agramonte, Alberto Boix, Manuel Granda, Isidoro Noriega, Jesús Santini, Tomás Sainz, José Limonta, Jorge Traver, Luis Henríquez y Luis Soler. Ocuparía un libro el relato de las peripecias desastrosas que sufrió la pequeña hueste en su azarosa excursión por las sierras de Baracoa y Guantánamo. A las pocas horas de haber desembarcado tuvo el primer encuentro con las tropas españolas, que fue victorioso para los expedicionarios; pero, perseguidos después con tenacidad tuvieron que fraccionarse para buscar salvación y sufrió cada uno de los grupos una serie de descalabros. Las guerrillas de Guantánamo, yendo en persecución del grupo en que iban José Maceo y Flor Crombet, mataron a este último mientras hacía centinela, y se apoderaron de su cadáver. Llego un momento en que Antonio Maceo se vio completamente solo y extraviado, sin auxilio de ninguna clase, alimentándose durante cinco días con naranjas silvestres; apenas podía andar cuando hallo la salvación. Desde el instante del desembarco hasta que encontró asilo seguro, habían transcurrido diez y ocho días, de penalidades incontables. De los veinte y tres expedicionarios que vinieron en la goleta "Honor" solamente quedaron trece con vida: los demás cayeron en el campo de la lucha y sus gloriosos restos están diseminados por toda la vasta necrópolis que fabricó la mano de la guerra. Diez de los expedicionarios, hechos prisioneros poco después del desembarco, permanecieron presos en el Morro de Santiago de Cuba casi toda la campaña; puestos en libertad a fines del 97, se incorporaron nuevamente al Ejército Libertador.”
José Martí en República Dominicana rumbo a Cuba.
José Martí le escribe a Gonzalo de Quesada la carta que se considera su testamento literario. Este mismo día Martí junto con Máximo Gómez se embarcó en una goleta para ir a Inagua, de donde continuar a Cuba.
• 1667 -
- Francisco Dávila Orejón y Gastón.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 189-190 nos describe los acontecimientos del 1º de abril de 1667 en la Historia de Cuba:
“Cuba estaba azotada por el filibusterismo en las postrimerías del segundo tercio del siglo XVII. La América española sufría las depredaciones de los delincuentes del mar, que contaban con bases de operaciones en Tortugas, Santo Domingo, Barbados y Jamaica. Cuba tuvo que hallarse entre las regiones más castigadas por el pillaje organizado. En la Navidad de 1665 Sancti Spíritus fue asolado por la turba de facinerosos capitaneada por el francés Pierre Le Grand. El desenfreno se manifestaba por todas partes, y hubo momento en que pareció mal incurable.
“Las rencillas y luchas de España con Inglaterra y Francia llegaban a Cuba. En poco más de un año, para mengua y deshonor de las cortes que patrocinaban tales excesos, sobre unas doscientas haciendas cubanas, enclavadas -a lo largo de costas indefensas, fueron esquilmadas por hordas de ingleses y franceses. Estas saqueaban los vecindarios, robaban animales y dineros, incendiaban los caseríos y convertían a las esposas e hijas de los inofensivos campesinos en pasto de su lascivia.
“En situación tan desesperada se hallaba la Isla en los primeros tiempos del mando del maestre de campo Francisco Dávila Orejón y Gastón. Pero este animoso veterano no permaneció indiferente ni inactivo ante enormidades tales. Se ocupó en estudiar los medios de defensa. Concibió un plan. Y convocó a las demás autoridades y personas notables de La Habana para comunicarles sus intenciones.
“La reunión de autoridades y vecinos de La Habana con el Gobernador General se efectuó el 1° de abril de 1667. Dávila Orejón, en un discurso vehemente, excitó el patriotismo de todos. Pintó con vivos colores el estado de la Metrópoli, en guerra con los poderes más formidables de Europa. Encareció la necesidad de no dilatar los aprestos defensivos. Luego, refiriéndose a los enemigos internacionales, dijo:
“No nos fundemos ya en su desunión para omitir diligencias que conduzcan a nuestra seguridad y conservación, cuando con tales avisos nos anuncian la quema y el saqueo de esta ciudad. Sobran ya para no perder más tiempo y ocupar el que nos queda en la defensa más segura y eficaz, como lo será infaliblemente el ceñirla de trincheras y faginas de quince tercios de grueso y un estado de alto; lo cual nos dará un foso en lo profundo y ancho de la misma proporción que la trinchera. Esto y el foso, con buenas y fuertes estacadas, bastarán no sólo a defenderla de piratas, sino de un ejército regular. Se dispondrá como si fuera una muralla real: que, si desde cincuenta años atrás se hubiera principiado, hallárese hoy esta plaza la más fuerte del Mundo, y sus moradores con ánimo más quieto. Señores, la obra de la trinchera que propongo, repartida por compañías, dueños de ingenios y personas que puedan ejecutar la porción que se les señalare, según su posibilidad y gente, se puede levantar en treinta días."
“La palabra de Dávila Orejón constituía en La Habana de principios del tercer tercio del siglo XVII uno de los valores culturales más apreciados. Su discurso de 1° de abril de 1667 levantó el espíritu público. El gobernante de Cuba estaba en manos de un claro varón.”
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